La Argentina se caracteriza por ser una tierra de profunda devoción Mariana, y las advocaciones de la Santa Madre se encuentran diseminadas por el país, convirtiéndose en centro de la vida religiosa de nuestro pueblo. Luján, Itatí y San Nicolás, son los centros donde se realizan las mayores peregrinaciones, pero hay otros lugares que guardan bellos relatos sobre el amor de María por sus hijos. Algunos ya les he comentado como la Virgen de las cenizas en la ciudad de la Plata, Buenos Aires, la Virgen del Valle en la provincia de Catamarca pero tambien encontramos otras advocaciones marianas tales como:
Virgen de Punta corral
Virgen de Sumampa
Virgen del Rio Blanco
La Virgen de Copacabana de Punta Corral
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ImageShack.usPatrona de la Quebrada de Humahuaca, es una de las virgenes comprendidas en el grupo de las porfiaditas. Cuenta la historia que enn lo alto del Cerro de Punta Corral (Jujuy), a 4.300 m de altura, se le apareció la Virgen al pastor Pablo Méndez. La Santa Madre estaba íntegramente vestida de blanco y le dijo que volviera al día siguiente para buscarla. Para no extraviar el lugar, amojonó el sitio con piedras y se marchó. Cuando volvió al día siguiente, sólo halló una piedrita que en algo se parecía a la imagen de la Virgen de Copacabana. El pastor tomó la piedra entre sus manos y partió hacia Tumbaya con la preciada carga. Al llegar a la iglesia del lugar, mostró la piedra al sacerdote, y este le pidió que la dejara a su cuidado. Al día siguiente la piedra había desaparecido, y nuevamente fue hallada en el lugar de su primera aparición. Los lugareños, que ya estaban al tanto de la historia, consideraron evidente que allí quería quedarse, y le levantaron una capillita que el tiempo desmoronó. El templo fue reconstruido por Don Jacinto Torres, vecino que había recobrado su salud perdida con el auxilio de la Virgen. La Iglesia actual fue construida en 1889.
Durante la Semana Santa se realiza una ceremonia para honrar a la Virgen de Copacabana de Punta Corral. Esta celebración es popularmente conocida como la "Fiesta de la Mamita". Desde el Domingo de Ramos la Virgen preside todos los actos de la Pasión del Señor, y el Miércoles Santo se inicia la procesión hasta Tilcara, donde se celebrará su fiesta. Participan pobladores del lugar y zonas aledañas, siendo acompañada por varias bandas de sikuris. La Virgen baja vestida magníficamente (la imagen tiene apenas 35 cm de alto) alhajada y cubierta de flores, con el esclavo al frente, y es conducida a la Iglesia de Tilcara, a donde van llegando los misachicos de toda la quebrada. La fiesta alcanza su epicentro el Sábado de Gloria en que el pueblo, adornadas sus calles con vivos arcos de flores revive emocionado la jornada de la Resurrección, después de haber realizado una procesión nocturna con antorchas para rememorar el Santo Entierro.
La Virgen vuelve a su templo de Punta Corral el 17 de Julio, pero ya el aire no es de fiesta plena sino de dolor porque la Imagen retorna a su lejano templo. Ya desde la víspera se realizan actos para despedir a la Santísima Mamita, como cariñosamente la llaman sus devotos. Después de una breve procesión alrededor de la plaza del pueblo y la despedida oficial del párroco, se inicia el regreso hacia las ocho de la mañana del día 17, con el estandarte al frente, seguido por el esclavo, dos guardias, la Santísima Virgen, otros dos, guardias y más atrás los promeseros.
Los cánticos acompañan la marcha hasta Chilcahuada, el Abra de Punta Corral. Al atardecer se llega al pueblo, donde la Virgen es recibida por el sacerdote y es depositada en su santuario, a la derecha del altar.
Al día siguiente se va en procesión hasta el Abra en que apareció la Virgen, y luego de rezar y dar gracias, se regresa al pueblo. El día 19, después de una comida general, se emprende el regreso a Tilcara hacia la caída de la tarde.
Virgen de la Consolación de Sumampa
Santuatrio de Nuestra Señora de Sumampa
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ImageShack.usNuestra Señora de la Consolación es venerada especialmente en todo el sur de la provincia de Santiago del Estero y en grandes regiones de Córdoba, Catamarca y Santa Fe. Su santuario, erigido hace 300 años en Sumampa (Santiago del Estero), tiene prestigio nacional. La tradición mantiene vivo el recuerdo, pese a la distancia que ya le separa del acontecimiento, en que fue traída la imagen a esos parajes desiertos por el voto religioso de uno de sus pocos moradores.
Cuenta la historia que el caballero portugués don Antonio Farías de Saá, sintió la necesidad de tener en esas desoladas tierras una imagen que le acompañara y que sirviera para reunir a la escasísima cantidad de pobladores que, allá por 1630, habitaban la zona. A tal fin requirió el envío de Nuestra Señora de la Consolación desde el Brasil, donde se conservaba una sola imagen. Logró su propósito y fue embarcada junto a la imagen de la que luego sería la Virgen de Luján. Las dos encomiendas cursaron largos días de viajes dificultosos. Una de ellas quedó a orillas del río Luján, y la imagen de Nuestra Señora de la Consolación, siguió largos meses de travesías en carretas. Al llegar a Sumampa Viejo, la mula que arrastraba el vehículo no quiso marchar. Se le alivió del peso de la imagen, y el animal reinició la marcha. Vuelta la Virgen sobre el carro, otra vez el animal se detuvo. De allí se le descargó definitivamente, pues estaba claro que la Virgen había elegido ese hermoso valle para quedarse.
El santuario donde se guarda la sagrada imagen fue construido por los indios abipones, bajo la dirección de don Antonio Farías de Saá. Está hecho de grandes adobes crudos y los paredones, con la rusticidad del tiempo, conservan su reciedumbre de un metro de ancho. Consta de una sola nave de cuarenta metros de largo por diez de ancho, teniendo el techo en forma de tijera, a la usanza antigua, de "dos aguas". El frente acusa un estilo propio de la época. En una visita que hizo en 1808 el obispo Don Nicolás Videla del Pino, consigna la queja de que en "ese santuario tan célebre, teniendo una imagen tan prodigiosa, no se haya conservado el menor pedazo de papel que pudiera recordar las gracias y favores concedidos por la Virgen a sus devotos".
En el año 1700, don Antonio Farías de Saá donó a la Virgen de la Consolación una legua de terreno en Sumampa, a todos los vientos, partiendo como centro del santuario en que se le venera. Se cuenta que infinidad de veces sus fervientes devotos (quienes recibieron milagros de la Virgen), acordaron construirle un edificio de magnitud y de lujo en ese mismo valle, pero todas las tentativas fracasaron porque la obra o se desplomaba o ocurría algún percance que la estancaba. Esto indujo a los lugareños a la creencia de que la Virgen no quería abandonar su santuario legendario y rústico.
Sus fiestas patronales tienen lugar en el mes de Noviembre y duran aproximadamente una semana.
Nuestra Señora del Río Blanco, provincia de Jujuy
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ImageShack.us En el hermoso Valle de Palpalá (Jujuy), los terratenientes españoles empleaban esclavos indios y negros para el laboreo de la tierra. Con el tiempo se dieron cuenta que era necesario enseñarles la fe cristiana, para que fuesen más dóciles y se sometieran con resignación al trabajo. En 1611, Luis de Quiñones asumía el poder del gobierno de Tucumán y resolvía proveer las necesidades espirituales de los indios que habitaban aquella región, los Ocloyas, Osas y Paypayas. El primer "encomendero" de estos últimos fue Don Alonso de Tapia, que mandó levantar para ellos una capilla en el Valle de Palpalá, pues el Padre Francisco de Córdoba, de la Compañía de Jesús, ya los venía catequizando desde hacía algún tiempo. Formaron, entonces, la población de San Francisco de Paypaya.
En 1659 los Paypayas, Osas y Ocloyas sufrieron las consecuencias de una terrible epidemia. El Vicario de Jujuy, que en aquella época era Don Pedro Ortiz de Zárate, atendió a los Paypayas durante diez años, ayudándoles a reedificar su capilla, destruida por un incendio. La tribu de esos indios fue desapareciendo poco a poco, y al término del siglo XVII había quedado reducida a 15 miembros, según consta en documentos de la época. "Las matanzas que en grande escala ejecutaban los bárbaros del Chaco contra estos pacíficos neófitos, sorprendiéndolos en sus rancheríos como un flagelo de exterminio, parece que acabaron con el resto de dichas tribus".
Infortunadamente, los documentos existentes sobre la historia de la imagen de la Virgen del Rosario del Río Blanco y Paypaya y su santuario son escasos, no siendo posible determinar cuándo y dónde apareció aquélla por primera vez. No obstante, en declaración firmada en 1669 se comprueba que en una relación de bienes sobre la capilla de los paypayas no existía ninguna imagen. Por otro lado, se sabe que españoles y aborígenes de aquella región atribuían milagroso poderes a la Virgen del Rosario, que se aparecía durante los ataques de los feroces indios del Chaco, los poderosos Tobas. Envuelta en su manto deslumbrante, cercada por una luz sobrenatural la imagen de la Virgen, por más de una vez, hizo que los fieros atacantes retrocediesen, salvando así a sus fieles.
También existen documentos que prueban que el culto a la Virgen del Rosario es anterior al año 1696, como por ejemplo una inscripción grabada en una campana de la Iglesia Catedral de Jujuy: "Soy de Nuestra Señora de Paypaya - 1696".
La verdad es que la devoción a la milagrosa Virgen data de muchos años. Su imagen se apareció "primero en las rústicas chozas de los paypayas, luego en la ermita de Ortiz de Zárate, para tener, después de 1833, la actual capilla, que se repara y amplía".
Horacio Carrillo nos dice: "Se apareció la imagen envuelta en azul de floresta, en azul de cumbre y en blanco de paypayas (ya que "paypayas" en lengua vernácula significa, por rara coincidencia, "la blanca"). Fue aquello, sin duda, un anticipo providencial del nacimiento de la Bandera de los argentinos, que aquí mismo se alzó, se bendijo y se juró, con el blanco impoluto de la doncellez y el azul magnífico de los tarcos en flor, como el propio manto de la Inmaculada"
La devoción a la Virgen del Rosario perdura al paso de los años, aumentando cada vez mas el número de aquellos que en el día a ella consagrado le prestan toda suerte de homenajes. Uno de ellos, tal vez el más bello, es el de la procesión que se realiza el día 31 de Octubre. En ese día la imagen es retirada de su precioso altar situado, en forma de capilla lateral, junto a la nave principal de la Iglesia Catedral de Jujuy, siendo llevada hasta el Santuario del Río Blanco, local en que se encuentra su antigua morada.
Millares de fieles, llegados de todas partes, la acompañan en esa peregrinación religiosa. Caminan kilómetros, en su mayoría descalzos, como manda la tradición. Muy temprano sale la procesión de la Catedral, con las sombras de la noche envolviendo aún a los devotos que iluminan el camino con sus velas, ofreciendo mayor belleza a este espectáculo de fe cristiana. Por el camino van surgiendo "misachicos" que van aumentando el número de acompañantes. Conducen otras imágenes, cubiertas de flores, entonando himnos de alabanza a la Virgen. En general van acompañados por sus propios músicos, que visten ropas de colores chillones y usan instrumentos típicos como las flautas de caña, los "pinkullos" y las "anatas". De cuando en cuando un "erke", soplado con fuerza, lanza su sonido grave sobre las voces de los innumerables cantores, y el sonido de los bombos y cajas retumba en la madrugada que se va.
Las luces del día encuentran la procesión a en las proximidades del pequeño Santuario del Río Blanco, término de la caminata. La Virgen es recibida con grandes manifestaciones de alegría traducida en fuegos artificiales y salvas dadas por los que esperaban en aquel hermoso valle. De la quebrada de Humahuaca bajan miles de peregrinos que vienen a rendir su homenaje a la Virgen Salvadora.