LA ORACIÓN Y LA VIDA SACRAMENTAL: "PEDID AL DUEÑO DE LA MIES..." Debemos ser concientes de que solamente Él, el dueño de la mies, puede mandarnos las vocaciones que necesitamos y queremos para la vida religiosa de nuestras comunidades que tanto lo necesita. La oración debe ser constante, de suplica y de agradecimiento a Dios por las vocaciones. Se trata de arrancar del corazón de Jesús las necesarias vocaciones para la iglesia y para la propia congregación.
EL SACRIFICIO PERSONAL POR LAS VOCACIONES:Dios premia con magnanimidad cualquier sacrificio hecho por las vocaciones. Sin esta herramienta, tan eficaz, se hace más diifícil el trabajo vocacional. Detrás de cualquier conversión está sin duda un sacrificio.
COLOCAR LA BUSQUEDA DE BUENAS Y ABUNDANTES VOCACIONES EN UN LUGAR PREFERENCIAL DENTRO DEL GOBIERNO DE LA CONGREGACIÓN: La atención vocacional requiere mucho tiempo, ayuda y calidad de personas. La mística vocacional se vive en primer término en el gobierno general, de ahi se debe transmitir al resto de la congregación.
DESPERTAR EN TODAS LAS RELIGIOSAS LA CONCIENCIA DE QUE TODAS SONMOS RESPONSABLES DE LA PROMOCIÓN VOCACIONAL: A todas Dios nos ha dado la vocación y el desarrollo normal de cualquier gracia es la promoción de la misma, y si hablamos de la gracia vocacional, hablamos de la promoción vocacional. Es un deber de amor a Dios, a la iglesia y a la congregación.
BUSCARLAS, SALIR AL ENCUENTRO Y AYUDAR EN EL DISCERNIMIENTO VOCACIONAL, A EJEMPLO DE CRISTO CON LOS DISCIPULOS DE EMAÚS: Cristo a los discípulos de Emaús les salió al encuentro, al igual que a la Magdalena. Salir al encuentro significa tener abierta el alma para buscar, encontrar y propiciar la reflexión vocacional. Dar pautas para que conozcan la voluntad de Dios en su vida. Organizar actividades de encuentros vocacionales.
RESPETO A LA DECISIÓN PERSONAL: Cuando se trabaja con las vocaciones se ha de respetar la decisión de la joven y el paso de Dios en el alma. No somos nosotros los que damos la vocación, viene de Dios y es un misterio.
EL ACOMPAÑAR A LAS VOCACIONES: Nunca dejarlas solas, necesitan de una guía, de una amiga que les ayude a vencer los problemas de la propia vocación, de la familia, los embates del diablo del mundo, entre otros. Acompañar a una vocación es siempre ayudarla a discernir la Voluntad de Dios, es acercarla a la vida sacramental, principalmente a la Eucaristía y a la confesión, es disipar dudas alimentadas por el demonio, es enseñarla a orar, es ser su director espiritual... También es enseñarles nuestra vida religiosa, nuestra forma de vivir, sin tantos tabues ni descuentos.
TRABAJO VOCACIONAL ORDENADO Y PROGRAMADO Y CON OBJETIVOS CLAROS Y DE LA REVISIÓN CONSTANTE: Crear el aprecio a este tipo de metodología es huir a las improvisaciones, del desorden, entre otros.
ALIMENTARSE DEL TRIUNFO NO DEL FRACASO: No podemos permitir el desánimo y un espíritu derrotista o amargo, debemos fomentar lo positivo y evitar lo negativo que a veces frustra y merma el trabajo. Vivimos de las promesas de Jesús y de su gracia y estas no pueden fallar.
Colocar la busqueda de buenas y abundantes vocaciones en un puesto preferencial dentro de nuestras congregaciones es la principal prioridad. Darle el valor que se merece y así mismo veremos los frutos de las semillas que vamos sembrando gracias a Dios que aun sigue llamando.