por bernardoramirez » Mié Jul 27, 2016 11:08 am
DIPLOMADO APOLOGÉTICA
MODÚLO 1 CLASE 10
Participante: Bernardo Alonso Ramírez Betancur
COMENTARIO
La clase 10, del módulo 1, aporta valiosos conocimientos bíblicos como el poder saber que la Sagrada Biblia es una sola e independientemente de las versiones que existan y que la diferencia entre ellas la marca la traducción y la versión que de cada una de ellas se ha hecho. Para nosotros, los católicos la Versión oficial es “La Vulgata” con 73 libros y que es la versión que toma la Iglesia Católica, traducida al latín común o vulgar por San Jerónimo en el siglo IV, dado el bajo perfil cultural del pueblo cristiano, de ahí el término “Vulgata” Esta versión se fue imponiendo poco a poco, hasta ser oficializada por el Concilio de Trento (1545 – 1563) a raíz del aparecimiento del protestantismo cuya versión utilizada es “La Reina Varela” con 66 libros, traducida por Casiodoro de Reina con revisión de Cipriano de Varela.
Un aporte valiosísimo es la diferencia entre La Vulgata y la Reina Varela. La segunda ha eliminado de su contenido los libros “Deuterocanónicos” (En griego deuteros = segundo canon), por hacer su aparición luego de los libros sagrados de los judíos, y los cuales son siete, a saber: Tobías, Judith, Baruc, Eclesiástico, I y II de Macabeos y Sabiduría. Es por lo anterior que la Vulgata cuenta con 73 libros, mientras que la Reina Varela con 66. Adicionalmente, la Reina Varela incorpora el texto de la Primera Carta de San Juan así:” Porque son tres los que dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo; y estos tres son uno” (1Jn 5, 7). La anterior cita en su contenido no existe en ninguna otra versión bíblica, ella fue añadida por los protestantes.
El tema de la lección 10, del módulo 1, también recalca que Dios se valió de lo que escribían los autores sobre sus manifestaciones al hombre para que fuesen instrumentos inconscientes de su Revelación y la transmitiesen como mensaje. Al igual sucede con Jesús quien no manda a los apóstoles a escribir sus enseñanzas, sino a predicarlas. Esto nos indica que la acción de Dios en su manifestación al hombre se hizo oralmente de generación en generación y que todo la plasmado en la Biblia y su fecha de escritura difería de varios siglos.
Según las fuentes humanas lo escrito en libro sagrado se registra en instantes históricos diversos, lo que daba motivo a adiciones ulteriores. Esto lo podemos apreciar en la Torá o Pentateuco que consta de cuatro fuentes así: La yahvista, elohista, deuteronomista, y la sacerdotal. Lo mismo sucede con todo lo que encierra la creación contenida en el libro del Génesis y cuyos relatos están separados por más de cinco siglos el uno del otro. En los cinco primeros libros del A.T se registra la Ley que Dios da a Moisés y que contextualiza el Decálogo, las leyes civiles y del culto en las que se refleja toda la estructura socio-religiosa de Israel hasta el destierro y que en la Nueva Alianza se le denominará como “La Cátedra de Moisés”, convirtiéndose en lo más sagrado para el Israelita. Le siguen los libros históricos: Josué, Jueces, Samuel, Reyes, etc; y conservando su orden los profetas mayores y menores, para finalmente condensar los libros sapienciales.
Se destaca como para el israelita la Ley prima en su importancia sobre los otros libros (Dt 11, 18-21) pues toma conciencia de la misma por ser Palabra de Yahvé, por lo que la transmite oralmente y la escribe en las puertas y postes para ser redactadas en textos más prolongados que se conservaron en el servicio de los levitas y es tomada como referente en la conservación del pacto hecho con Dios y de esta forma se van incorporando otros libros hasta dar forma a la Biblia hebrea y de esta forma se tenga un conjunto de libros sagrados gestados de la fe del pueblo israelita. Ya en el siglo IV se da forma definitiva a los libros inspirados por parte del profeta Esdras y el gobernador civil Nehemías, lo que es utilizado por los protestantes para afirmar que en este punto se clausura la inspiración del Espíritu Santo, pero hay motivos para argumentar que el canon judío palestinense tomo un proceso largo en su conformación hasta definirse en el siglo II D.C.
Como no adicionar a este comentario la síntesis de la deportación a Babilonia por el rey Nabucodonosor (586-538 A.C) fruto de la idolatría e infidelidad del pueblo de Israel para con Dios al llegar a Canaán y que trae como consecuencia la destrucción del templo de Jerusalén; hecho que genera la ausencia de un sitio para rendir culto a Dios, siendo entonces cuando aparecen los escritos sacerdotales en los que se destaca las ceremonias y ritos basados en los textos sagrados. Es cuando termina la deportación con Ciro I, emperador del Imperio Persa y los judíos se dispersan, unos vuelven a Israel y otros van a Egipto o Grecia, lo que genera dos tipos de judíos: los de Israel y los judíos griegos. Los primeros promueven la reconstrucción del tempo para restablecer el culto a Yahvé. Es en la deportación a Babilonia en donde la literatura judía se oxigena en su desarrollo dado que el pensamiento del judío griego estaba más influenciado por la cultura helénica, lo que daba una visión total a la Revelación de Dios y la desencasillaba de la influencia judiopalestinense.
Entre los años 285 a 246 A.C surge la traducción Septuaginta o los LXX fruto del trabajo hecho por setenta traductores designados por el rey Ptolomeo Filadelfo durante el esplendor de Alejandría y quienes hicieron la traducción de los libros utilizados por los hebreos conformándose 39 libros que reconocieron los judíos, pero por desaparecer la lengua hebrea después del destierro (135 A.C) los judíos incorporaron el arameo apareciendo y adicionándose a la Septuaginta posteriormente en griego los siete libros deuterocanónicos (Tobias, I y II de Macabeos, Judit, Eclesiástico, Baruc y Sabiduría) que no son reconocidos por los protestantes como inspirados por el Espíritu Santo y adicionalmente argumentan que estos libros se contradicen con los otros libros. Si miramos por ejemplo el segundo libro de los Macabeos (13, 38-45) en donde figura el texto controversial con los protestantes y es el de la oración por los muertos en la que se advertiría la doctrina sobre la existencia del purgatorio como medio para perdonar los pecados, pero el objetivo del texto no es perdonarlos sino el de la oración por los difuntos. El texto tiene su valides por ser inspiración del Espíritu Santo.
Lutero al hacer la traducción de la Biblia al alemán solo reconoce 39 libros del Antiguo Testamento presuntamente inspirado en el Concilio de Jamnia, ciudad judía (80-100 D, C) del cual los protestantes argumentan que fue convocado para anexar a los 39 libros los deuterocanónicos, pero no hay certeza histórica de la realización de este concilio, pero los católicos damos pleno reconocimiento a la Septuaginta que fue utilizada en épocas de Jesús y que consta de 46 libros bajo la inspiración del Espíritu Divino.
Esta característica de inspiración divina la confirman el pensamiento de los Padres de la Iglesia de los primeros siglos como Justino mártir, quien afirma que los judíos habían mutilado la Escritura por estar los cristianos utilizándola para establecer diferencia frente a ellos; pero el testimonio de reconocimiento de los deuterocanónicos por parte de los Padres de la Iglesia es muy fehaciente en sus variados escritos, lo que permite asegurar su autenticidad como parte de la Sagradas Escrituras, entre ellos: San Irineo, Tertuliano, Cipriano, San Hipólito de Roma, San Basilio Magno, San Gregorio Niceno, San Ambrosio, etc. La Iglesia toma una posición oficial en los Concilios de África, Hipona (393) y Cartago (397) al definir el Canon del A.T y N.T y por unanimidad se reconozca los deuterocanónicos como inspirados. No obstante, lo anterior, en el siglo V se reaviva la polémica sobre estos libros en la traducción al latín hecha por San Jerónimo en la que se cree que él actuó contra su voluntad, de donde surge el interrogante si la autoridad sobre el canon recaía sobre él o sobre la Iglesia.
Finalmente se hace reconocimiento a la autoridad de la Iglesia sobre dicho canon, con lo que se desconoce la autoridad judía. Así las cosas, el canon del A.T queda en definitiva de 46 libros (canon Alejandrino) por determinación del sínodo de Roma en el año 382 convocado por el Papa Dámaso y del N.T de 27 dado por la forma como los Padres de la Iglesia citan estos libros en sus reflexiónes.
Por más de quince siglos los deuterocanónicos gozan de autenticidad, pero Lutero los ataca en su Reforma considerándolos apócrifos que solo sirven de enseñanza, por lo que la Iglesia Católica los confirma en el canon bíblico de 73 libros en el concilio de la contrarreforma de Trento en 1546 celebrado en Hipona y Cartago, no obstante la crítica de los protestantes que aducen que fue en este concilio donde la Iglesia los introdujo; argumento que se cae de piso por el hecho de que Lutero los critica y los saca de la Biblia en la Reforma.
Valioso aporte de esta lección también lo es las diferencias planteadas en la traducción de las Biblias de los Testigos de Jehová, la “Traducción del Nuevo Mundo”, la cual. es una rústica modificación de nuestras Escrituras católicas. Lo mismo sucede con la Reina Valera.
Dios les bendiga por su aporte para el crecimiento de nuestra fe.