por agustin sanchez diaz » Dom Mar 08, 2015 7:54 am
8-Marzo-2015
NO VIVIMOS EN UN MUNDO SIN FE
Yo, creo, tú crees, la inmensa mayoría de los hombres tienen fe en un Ser Absoluto. No ha habido pueblo en la Historia que no haya acudido a sus espíritus o a sus diversos ídolos que han configurado su Historia, sin exceptuar los pueblos de sublime cultura como Grecia y Roma.
La llevamos inscrita en nuestra naturaleza que nos mueve naturalmente a una creencia, y de tal modo que aún los agnósticos y más los ignorantes que se proclaman ateos, quisieran unos, tener Fe, pues llegados a la hora de la muerte o bien ante un grave incidente, proclaman: DIOS MIO. Y es muy posible que la mayoría que se proclaman ateos llegados a su hora final no sientan la duda o temor, por si fuese verdad, que finalizando lo natural pueda existir lo sobrenatural.
Por otro lado tenemos las Institución eclesial cristiana esparcida por todo el mundo que da testimonio de tener Fe, mantenida perfecta o imperfectamente, pero que reflejan de mil formas distintas que nosotros CREEMOS en Jesús como Hijo de Dios y le levantamos los más bellos Templos, Catedrales, Monasterios y le dedicamos nuestros más insignes versos y obras literarias, como igualmente hacen las otras religiones, haciendo de ellos la base vital de una esencial y universal y diversa espiritualidad.
En todas les religiones se dan las “peregrinaciones” y cada pueblo se siente orgulloso de las suyas, viviéndolas en el fondo de sus corazones no solo como una espectáculo de alegría y regocijo, comer y beber, sino como sentimiento religioso muy admirado y a veces muy profundo. Hoy con el relativismo quieren convencernos que no queda verdad alguna por la que vivir o morir. Nosotros sí la tenemos en el Mesías: Cristo Jesús.
La organización del Cristianismo, para nosotros el Catolicismo, y para otros las muy diversas ramas cristianas que no reconocen en Pedro la misión que expresamente le encomienda Cristo y que confirman los Apóstoles en el Evangelio y los Hechos. Esa Organización llega a todos los pueblos del mundo con el Santo Padre, sus Cardenales, Obispos y concretamente con sus Presbíteros en sus Parroquias que son la base, levadura, partículas de Dios, Cuerpo de Cristo donde la divinidad eleva lo natural, en Jesús, a la unión con la divinidad, siendo aquí el compendio de la evangelización, es decir, continuación de la misión de Cristo, y así resulta que el Sacerdote es Otro Cristo presente no solo en el Cardenal, Obispo o Santo Padre sino en sus Sacerdotes. Sin Obispo no hay Iglesia instaurada, pero el instaurador del Espíritu es Cristo en su Sacerdote, en el Misionero tan heroicamente admirado y en todos los párrocos, acompañados de los evangelizadores no sacramentados que son los que hacen realmente de Otro Cristo entre el pueblo, en su Iglesia. Y así Cristo en todos es evangelizador. De tal forma es esto una realidad que los fieles desde su bautismo hasta su muerte tienen a su lado a Cristo hecho Sacramento Sacerdotal con los poderes de salvación ante cualquier moribundo y en ello son iguales al Santo Padre.
Reconocida la Jerarquización, necesaria absolutamente para una Iglesia Universal con sus necesarias potestades, eso nos confirma que en cuanto a la realidad de aplicación sacramental y evangelizadora como decía San Jerónimo " los Obispos y los Presbíteros todos son sucesores de los Apóstoles", porque resultaría una contradicción que siendo el Sacerdote Otro Cristo no suceda, en cuanto a santificar a los fieles en todo cuanto necesiten sacramentalmente, a los Apóstoles.
De esta forma el reino de Cristo es llevado y mantenido por el mismo Cristo. Y aquí tenemos que aquella admiración de Jesús por la fe de algunos que se le acercaban sigue siendo muy multiplicada por millones de fieles en todo el orbe. Sí, se da constantemente la admiración de Jesús en pueblos y cortijadas sin excepción, haciendo Jesús verdaderos milagros. Pero el milagro espectacular no es la base de la Fe, pero existen más de lo que creemos en cuantos los que hoy o permanecen o quieren acercarse para tocar la orla de su vestido. Y es un milagro la muerte aceptada por su FE en tantos países donde se le persigue, y se le crucifica.
Milagros por la Fe hoy se exigen en todas las beatificaciones excepto en los mártires. El peligro es que no pocas veces queremos fundamentarnos en el milagro que cada uno y cada día quisiéramos que Dios nos hiciese aún contra nuestros enemigos al estilo guerrero de aquel pueblo judío salido de la esclavitud de Egipto y perseguido por los pueblos limítrofes, como dice el salmo 19,38: Dios “Perseguía al enemigo hasta alcanzarlo y no volvía hasta haber acabado con él; los machaqué y no pudieron rehacerse, cayeron bajo mis pies”. Este espíritu lo anula el Mesías con sus bienaventuranzas y directamente al decir “habéis oído que se dijo: Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo, pues yo os digo: amad a vuestros enemigos rezad por los que os persiguen”, y de ello nuestra historia cristiana está llena de ese perdón de cuantos en todos los tiempos mueren perdonando a quienes les matan y crucifican, como hoy mismo existe espectacularmente en el Oriente yihadista.
No vivimos en un mundo sin Fe, aunque siempre será necesario repetir, y más en épocas diversas: venga a nosotros tu Reino.
Estaré con vosotros hasta el fin del mundo.