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1 “El simple hecho de pensar en seguir el camino del Dharma, comprometerse a vivir con una moralidad pura y dejar un poco de lado las preocupaciones samsáricas, es el resultado de haber acumulado gran cantidad de virtud en el pasado.
Por ello debe ser motivo de regocijo, ya que es una actitud muy valiente”... este fue uno de los primeros consejos que recibí de un monje occidental.
En el Shila Samyukta Sutra, el Buda dice:
Aquel con moralidad posee el mejor de los ornamentos,
Aquel con moralidad es roseado con perfume,
Aquel con moralidad posee el hogar de todo gozo…
Con estas palabras, el Buda deja muy claro que la
moralidad (Shila), es como un ornamento hecho de joyas
preciosas, ya que adorna a la persona que lo porta. Es
como un perfume, debido a que despide la agradable
fragancia de la virtud. Y es el hogar en donde se
encuentra toda satisfacción y gozo.
La vida monástica es maravillosa, pero es importante reconocer que no es un estilo de vida que todos los individuos puedan y deban adoptar. El monacato existe para un pequeño grupo de individuos que están atraídos hacia la idea de una vida totalmente dedicada al Dharma a través de la renuncia a asuntos mundanos y por medio de esforzarse en seguir una ética pura.
La moralidad trae consigo paz interna. El término Shila se traduce como moralidad o disciplina ética; aunque la raíz etimológica es enfriar. Y se refiere a enfriar la confusión, enfriar el apego y el aferramiento, el enojo, etc. Enfriar el fuego de los tres venenos mentales. Cuando el Buda habló de ética o moralidad, se refería a evitar cualquier acción dañina.
Dentro del budismo, llevar una conducta ética es algo básico, pero esta conducta no se sigue nada más porque el Buda lo haya dicho. Un practicante se esfuerza por actuar conética después de haber analizado con lógica los resultados de sus acciones.
Además, para poder desarrollar la sabiduría y la compasión, es necesario primero enfriar la confusión por medio de la ética. La ética es el primero de los tres entrenamientos superiores descritos por el Buda, los cuales nos conducen a la cesación del sufrimiento y la insatisfacción.
Para poder desarrollar sabiduría, necesitamos concentración, y para poder desarrollar la concentración, necesitamos una base ética.
¿De dónde surgen los monjes?
En el famoso discurso del Dharmapada, el Buda comienza con los denominados versos gemelos afirmando que la mente es primaria y lo impregna todo.
Todos los estados encuentran su origen en la mente, incluidas las experiencias de felicidad y sufrimiento.
Y debido a que todos compartimos el deseo de querer felices y dejar de sufrir, el Buda compartió su experiencia e impartió las enseñanzas del Dharma para poder lograr dicho objetivo: ser felices, abandonar las concepciones erróneas y lograr satisfacción duradera.
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La tradición budista surge en un contexto monástico, el mismo Buda fue un monje, y la tradición monástica sigue siendo igual de importante hoy en nuestro mundo moderno que hace 2,600 años, ya que es y ha sido la responsable de mantener y transmitir las enseñanzas del Buda.
Sidhartha Gautama, también conocido como el Buda histórico, tuvo dos tipos de discípulos: Los Bikshus y los Upasakas. A los Bikshus se les conoce como monjes (o monjas, en el caso de las Bikshunis) debido a que su estilo de vida es parecido al de los monjes Cristianos. Renuncian a la vida en pareja y siguen ciertos votos incluyendo la forma de vestirse, de vivir y de comportarse. La palabra Bikshu es sánscrita y quiere decir mendicante, en un sentido más profundo se refiere a un mendicante de virtud, son aquellos individuos (hombres y mujeres) que han entrado a la Sangha monástica y que siguen las reglas de conducta marcadas en el Vinaya.
Por otro lado los Upasakas, son los discípulos laicos (y laicas) que siguen los denominados votos laicos.
Los votos monásticos pertenecen al primer nivel de votos dados por el Buda, los votos Pratimoksha. La palabra Prati se traduce como individual y Moksha quiere decir liberación.
De esta forma, los votos Pratimoksha son los votos que conducen a la liberación individual. Y dentro de este nivel, existen 8 tipos de votos:
Votos por un solo día - Upavasa (en la tradición Tibetana serían los 8 preceptos Mahayana por 1 día)
Votos de un laico - Upasaka
Votos de una laica - Upasika
Votos de novicio- Sramanera
Votos de novicia - Sramanerika
Votos de una monja aspirante – Sikasamana
Votos de monja - Bhikshuni
Votos de monje – Bhikshu
Estos 8 tipos pertenecen a la misma familia de votos, siendo los 3 primeros votos de personas laicas y los 5 restantes de individuos ordenados. El gran Atisha dice en su texto de Una luz en el camino: “De los votos de liberación individual enseñados por el Buda, los del monje puro totalmente ordenado, son los supremos”.
Su Santidad el XIV Dalai Lama del Tibet afirma que: “El florecimiento de las enseñanzas del Buda en un lugar en particular, está determinado por la existencia de monjes y monjas, así como de practicantes laicos y laicas. Por lo tanto la existencia de monjes y monjas, y la práctica del Vinaya, la disciplina monástica budista, es algo de suma importancia”.
También es importante tener muy claro, que dentro de la tradición budista uno toma votos para vivir de una forma disciplinada. Para darle espacio y libertad a la mente, para así estar libre de distracciones y seguir el camino hacia la liberación y la iluminación.
La palabra voto quiere decir promesa. Y se refiere a una promesa o compromiso ante el Buda, los maestros del linaje y la sociedad, pero sobre todo se refiere a un compromiso con uno mismo de seguir una cierta forma de vida.
Tener una motivación o intención clara antes de solicitar la ordenación es algo crucial.
En primera instancia, el deseo de ordenarse surge de la renuncia a las causas del sufrimiento.
Surge de una determinación espiritual de comenzar a conocer nuestra mente, para así poder librarnos de los apegos y tratar de que nuestra mente vea las cosas de forma clara, tal y como son. Lama Zopa Rimpoché dice que el objetivo de la práctica del Dharma es transformar nuestra mente. Así que obtener herramientas y un espacio para la transformación interna es una motivación excelente para pensar en ordenarse. Además de tener una visión más equilibrada de nosotros mismos y de la realidad, y en última instancia, liberarnos del samsara. Esto es lo que se conoce como renuncia, es la determinación de comenzar a dejar de crear las causas del sufrimiento. Una vez logrado esto, con sabiduría, podemos empezar a desarrollar la compasión hacia los demás.
Ven. Tenzin Palmo, afirma actualmente, la sociedad moderna promueve que la felicidad depende de la adquisición y la satisfacción del deseo, y que en nuestros días el sexo y la violencia están a la orden del día. Los recursos empiezan a escasear, la vida es muy atareada, hay guerras y catástrofes. Y que en contraste con todo esto, la Sangha es un grupo de monásticos que basan su vida en la renuncia, pureza, dominio de uno mismo y disciplina, todo esto con la aspiración de reducir las necesidades externas y llevar una vida internamente más sencilla.
“La práctica del Budadharma es un arte. Los monjes y las monjas son los artistas, y los materiales que utilizan como artistas son los cinco agregados de la forma, sentimientos, discriminación, formaciones mentales y consciencia. El arte consiste en brindar paz y armonía a estos cinco agregados para así poder ser capaces de ofrecer paz a los demás. La verdad, la belleza y el bien se encuentran en este arte.
Asi como en las formas cristianas. Hay convergencia de actitud, rectitud y propósito.
Un buen monástico es alguien hermoso, ya que personifica la bondad y la verdad”… así comienza Ven. Tich Nhat Hanh una de sus charlas referentes al monacato en el occidente.
De los 4 votos raíces que toma un monástico, el voto de celibato es uno de ellos.
¿Quién mejor que Su Santidad el Dalai Lama para dar una descripción precisa acerca del voto de celibato?
Quisiera citar literalmente lo que dice el Dalai Lama en su autobiografía “Libertad en el exilio”: -En relación a mi práctica espiritual personal, intento vivir mi vida aspirando al ideal del bodhisatva. Según el budismo, un bodhisatva es alguien que está en el camino hacia la iluminación y que se dedica por completo a ayudar a otros para que así se liberen de sus sufrimientos. La palabra bodhisatva puede explicarse por medio de separar las dos sílabas: bodhi y satva. Bodhi se refiere a la sabiduría o entendimiento de la naturaleza de la realidad. Y satva a alguien que está motivado por una compasión universal.
Así que el ideal del bodhisatva es la aspiración a practicar una compasión y sabiduría infinitas. Y para ayudarme en esta tarea, he escogido ser un monje budista. Existen 253 votos en el sistema monástico tibetano (364 para las monjas), y por medio de seguir estas reglas lo mejor posible, me veo libre de muchas distracciones y preocupaciones que se presentan en la vida.
Algunos de estos votos tienen que ver principalmente con reglas de etiqueta, como la distancia a la que debe caminar un monje detrás del abad del monasterio; otros tienen que ver con el comportamiento.
Pero los cuatro votos principales están relacionados con prohibiciones simples: básicamente un monje no debe matar, no debe robar y no debe mentir acerca de sus logros espirituales. Además de ser estrictamente célibe. Si un monástico rompe alguno de estos cuatro, entonces deja de ser un monje y pierde sus votos.
A veces me preguntan si el voto de celibato es algo que realmente se desea seguir o si en la realidad es posible seguirlo. Esta práctica no se refiere a simplemente a reprimir el deseo sexual. Por el contrario, es necesario aceptar por completo la existencia de dicho deseo sexual y transcenderlo por medio del razonamiento. Cuando se tiene éxito, el resultado puede ser muy beneficioso para la mente.
El problema con el deseo sexual es que es un deseo ciego. Al decir “quiero tener sexo con esa persona” es expresar un deseo que no está relacionado con el intelecto a diferencia del deseo de “querer erradicar la pobreza”, el cual está relacionado con la parte intelectual. Además, la gratificación que produce el deseo sexual solo puede dar satisfacción temporal. Tal y como el gran erudito Indio, Nagaryuna, dice:
“Cuando sientes comezón, te rascas.
pero no tener comezón nunca es mejor a cualquier cantidad de veces que te puedas rascar”
En lo personal, yo no veo distinción alguna entre mi práctica espiritual (religiosa) y mi vida diaria. La práctica espiritual es un trabajo de 24 horas, aunque temprano por la mañana es mi hora preferida para meditar y orar.
Debido a todo esto, podría concluir diciendo que el estudio y la práctica de Dharma es algo que llena de satisfacción y da cierta paz interior que es difícil encontrar de otra forma. Esto no quiere decir que la vida de monje sea fácil, esa paz y satisfacción es algo que hay que ganarse con mucho esfuerzo y dedicación. Pero también tenemos que pensar inteligentemente, ver todo esto de forma práctica y reconocer los beneficios de vivir una vida ética siguiendo los votos monásticos y reflexionando en las desventajas del samsara; realmente pensando esto de manera lógica y profunda.
El Pontificio Instituto de Misiones Extranjeras (PIME), a través de su agencia «AsiaNews.it», ha difundido el testimonio de la conversión de este religioso camilo, que inicialmente estudiaba para ser monje budista.
«El sufrimiento no me ha faltado nunca, pero en cierto momento, sin que yo sepa aún cómo ni por qué, hallé la alegría y la riqueza de la fe y del sacerdocio», admite el padre Ranatunga, de 45 años.
Nació cerca de la capital de Sri Lanka –Colombo–, en Ragama. Su origen es cingalés. Nihal era su nombre antes del bautismo. Quinto de seis hermanos, creció en una familia budista y muy pobre; pronto faltó su padre.
Desde la adolescencia Nihal sintió el deseo de hacerse monje en el ámbito de su credo. «Tras la muerte de mi padre –recuerda– mi familia ya no podía mantenernos a todos y me llevaron al pueblo de Ekala, a una familia católica que me acogió para servicios domésticos».
«En Ekala empecé a buscar al Señor; iba a escondidas a la parroquia local, dedicada a San Maximiliano [Kolbe]; sencillamente tenía curiosidad, sentía bienestar cuando estaba entre aquellos muros y después de algún tiempo me encontré, con estupor, rezando a la Virgen», admite.
El sacerdote reconoce que habla de «estupor» porque, cuando todavía estudiaba para ser monje budista, experimentaba «total aversión al cristianismo».
Poco a poco Nihal empezó a hacer amigos, a ir a misa; pero tenía muchas dudas: «no entendía quién era este Dios de los cristianos, pero seguí yendo a la iglesia sin hacerme demasiadas preguntas».
«No sé decir con exactitud qué me llevó al cristianismo desde el budismo –prosigue–, de alguna manera me siento elegido: instintivamente empecé a orar y la fe, como el amor, nace también sin explicación».
«Del cristianismo me atraía la belleza del perdón, la alegría de servir a los demás. En el budismo debes buscar solo tu salvación y no tienes garantías de obtenerla, mientras que para nosotros, los cristianos, la salvación es Jesús resucitado –puntualiza–. En los momentos de dolor esto te ayuda a tener fuerza».
Después de cinco años volvió a su hogar, a Ragama; tras seis meses de catequesis pidió el bautismo. Desde ese momento el camino al sacerdocio se hizo más bien cuesta arriba. La vocación fue inmediata, pero problemas de salud y encuentros equivocados obstaculizaron el camino del joven cingalés.
Perseverando en su llamada, llegó a Italia en 1992. En San Giovanni Rotondo conoció a las religiosas y sacerdotes de la Orden de San Camilo, «atraído por la cruz roja que llevan, por el símbolo de la completa dedicación a la asistencia de los enfermos».
A los dos años ingresó en el seminario; a continuación, perdió un ojo en un accidente. «En cualquier caso, seguí estudiando ocho años, hasta que fui ordenado sacerdote en julio de 2004, una satisfacción enorme», subraya el padre Maximiliano, nombre que Nihal había tomado en su bautismo, dado que su conversión se había iniciado en una parroquia dedicada al santo mártir de Auschwitz.
Su recuerdo más bello es la celebración de la primera misa en Sri Lanka, en la parroquia de San Judas Tadeo. Acudió toda su familia, incluso su hermano mayor, que había sido el más contrario a su conversión. Igualmente estuvo presente en el rito el monje del templo local en un clima de fiesta y de armonía.
Actualmente el padre Maximiliano N. Ranatunga es uno de los seis capellanes del hospital de San Camilo en Roma (Italia) y atiende pastoralmente también a la comunidad de compatriotas presentes en la Ciudad Eterna. Su sueño: «Que los camilos abran su primera cada en Sri Lanka».
La población de la isla del subcontienete indio es de casi 20 millones de habitantes: el 70% es budista, el 15% hinduista, el 8% cristiano y el 7% musulmán. Está formada por cingaleses –la mayoría budistas- y la minoría tamil –hinduistas–.
Originario de Bucchianico (Chieti, Italia), San Camilo de Lelis (1550-1614) es patrono de enfermos y hospitales. Llegó a servir a los enfermos con el mismo afecto con el que una madre sirve a su único hijo enfermo.
La Orden que fundó –los religiosos camilos– actualmente está presente en 35 países de los cinco continentes; su labor es especialmente significativa en el Tercer Mundo.
Los religiosos camilos son más de 1.100 en 156 comunidades; administran 180 obras asistenciales y formativas: hospitales, residencias, clínicas, centros de rehabilitación psico-física, casas de acogida, universidades y centros de formación profesional, de humanización y de escucha.
La comunidad monástica ofrece así «un marco para el encuentro sobre temas de espiritualidad entre Oriente y Occidente, entre Iglesias ortodoxas, Iglesia católica y también algunas Iglesias como la anglicana o de la reforma», explicó su prior, Enzo Bianchi, a Radio Vaticana
Promovido por el Patriarcado Ecuménico de Constantinopla, el Patriarcado de Moscú y el Monasterio de Bose, el Congreso ecuménico cuenta con el respaldo de la Región de Piamonte, de la provincia de Biella y de la Universidad de Turín.
La iniciativa «es sobre todo una forma de hacer ecumenismo --subraya el monje y escritor Enzo Bianchi--, de encontrarse, de ver cara a cara los problemas que existen entre las Iglesias en un modo que sea lo más fraterno posible, y además permite profundizar en dos grandes temas».
En esta ocasión éstos serán «Los Padres del desierto de Gaza: Barsanufio, Juan y Doroteo» (sesión griega, del 14 al 16 de septiembre) y «El gran Concilio de Moscú 1917-1918» (sesión rusa, del 18 al 20 de septiembre).
Ciertamente, «existen dificultades de diálogo entre católicos, Occidente y Oriente-ortodoxo», reconoce el prior de la Comunidad de Bose, «pero es cierto que frecuentemente existe una dificultad dentro de la propia ortodoxia, entre la ortodoxia mediterránea --greco-bizantina-- y la ortodoxia rusa», advierte.
Por ello las dos reuniones se programan «de forma que puedan encontrarse representantes de las Iglesias, estudiosos, monjes tanto del mundo eslavo-ortodoxo como del mundo bizantino, greco-ortodoxo, más mediterráneo».
En el encuentro participan representantes del Patriarcado ortodoxo de Constantinopla, de la Iglesia ortodoxa rusa, de la Iglesia ortodoxa de Grecia, de la Iglesia ortodoxa serbia, del Patriarcado ortodoxo de Alejandría y de Antioquia, Jerusalén, Rumanía y Bulgaria, así como de la Iglesia apostólica armenia, de la Iglesia de Inglaterra, del Consejo Ecuménico de las Iglesias y de distintos monasterios de Sinaí, de Palestina, de Siria, Grecia, Rusia y Serbia.
El arzobispo Antonio Mennini, nuncio apostólico ante la Federación Rusa, el cardenal Achile Silvestrini --durante largo tiempo prefecto de la Congregación para las Iglesias Orientales--, así como monseñor Eleuterio Fortino --subsecretario del Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos-- se cuentan entre los participantes de la Iglesia católica.
La comunidad de Bose «proporciona un lugar en el que se ora, un lugar que practica la acogida, un lugar que es una comunidad ecuménica y que quiere sobre todo que continúe el trabajo para la unidad de la Iglesia y una verdadera comunión entre todos los cristianos», insiste su prior.
Bose es una comunidad monástica en la que casi un centenar de hombres y mujeres procedentes de Iglesias cristianas diferentes --ortodoxos, católicos y algunos protestantes-- buscan a Dios en la oración, en la pobreza, en el celibato y en la obediencia al Evangelio.
En los últimos años, se ha convertido en uno de los focos más importantes de diálogo entre cristianos, especialmente entre ortodoxos y católicos.
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