por Alejandra S » Vie Abr 04, 2014 3:24 pm
En este capítulo se trata el tercer tema importante que extrae Juan Pablo II de las palabras de Jesús en la Teología del Cuerpo. El primer elemento tratado fue “el principio”, cómo eran la vida de Adán y Eva antes del pecado, la inocencia originaria, la comunión originaria, etc.
El segundo tema sobre el que reflexiona es acerca del corazón del hombre, de su pureza, de sus miradas puras y la vida según el Espíritu.
En este capítulo, Juan Pablo II nos hace reflexionar en las palabras de Jesús a los saduceos, que eran una secta judía que no creía en la resurrección. Para poner a prueba a Jesús, le proponen un “caso”.
"Maestro, Moisés nos ha prescrito que, si el hermano de uno viniere a morir y dejare la mujer sin hijos, tome el hermano esa mujer y de sucesión a su hermano" (Mc 12, 19). Los saduceos se refieren a la llamada ley del levirato (cf. Dt 25, 5-10), y basándose en la prescripción de esa antigua ley, presentan el siguiente "caso": "Eran siete hermanos. El primero tomó mujer, pero al morir no dejó descendencia. La tomó el segundo, y murió sin dejar sucesión, e igual el tercero, y de los siete ninguno dejó sucesión. Después de todos murió la mujer. Cuando en la resurrección resuciten, ¿de quién será la mujer? Porque los siete la tuvieron por mujer" (Mc 12, 20-23) (3).
Jesús les dice que sus pensamientos van por caminos errados, les hace pensar en la dimensión del poder de Dios y les habla de la Resurección.
En este capítulo entonces Juan Pablo II nos habla de la resurrección de los cuerpos, de la vida en el Reino de los Cielos y de su relación con el matrimonio cristiano.