por agustin sanchez diaz » Sab Ago 30, 2014 6:30 am
Tralará, Cree que alguien puede olvidar a María, la Santa de Dios, cuando en la misma Eucaristía se hace ella presente porque el cuerpo de Jesús es carne nacida de la siempre Virgen?
1-Septiembre-2014
Continuación “yo creo”
-XII-
El Cosmos, la vida, las leyes universales, la flor y el fruto, son obras propias sólo de una Inteligencia-Vida, como el nido presupone al pájaro hacedor. Es de necios estudiar cada una de las pajas y plumas del nido y negar que lo hiciese un ruiseñor.
La ciencia, cada día está mas cerca de conocer todo lo natural, pero entonces, repitiendo la cita: “si descubrimos una teoría completa (de todo)...todos, filósofos, científicos y la gente normal podremos tomar parte en la discusión de por qué existe el mundo”.
La Sabiduría dice (13,9): “Si tanto llegaron a saber, que acertaron a escudriñar el universo ¿cómo no encontraron más presto al Señor del mismo?”
-XIII-
El mensaje de Dios a través de su creación y revelación, quiere que lo anunciemos oportuna e inoportunamente porque es lo más vital para el hombre. Ni los políticos ni los reyes tienen potestad para impedir a Dios su autoridad. Y los que influyan desde un poder humano o científico en la mente de los hombres, si no conducen al hombre a este mensaje del Absoluto, le están robando estúpidamente su pleno destino humano en lo trascendente, y ante Dios y los engañados serán responsables, aunque los flautistas mágicos consigan que sus seguidores sean miríadas de hombres necios.
Por todo ello, repito, mi razón me aconseja gozar de Dios aquí y allí, creyendo en su Palabra-camino más que en la tentación –serpiente o libre desesperanza de ateos y agnósticos, con sus llamativas y no pocas veces cambiantes teorías filosóficas o científicas según el progreso de la mente.
Y aunque Dios, dándonos la libertad aceptó perder muchas batallas, su triunfo final será absoluto. Será el triunfo de la Vida. Y todo cuanto de ternura puso Dios en el amor de los humanos y, en las llamadas bestias o aves con su impresionante ternura maternal, nos muestra que el amor de madre sea la más bella y dulce imagen de Dios. Sí, nos ama como una madre porque antes que la madre de algo a su hijo, nos regala él el sublime ordenamiento materno.
Y así, todo cuanto es vida, bien, felicidad y alegría, es Dios, y nada de ello será destruido definitivamente porque en la Trinidad tendrá su plenitud, está aún como incompleta por así decirlo, hasta que sea consumada la unidad de “todo lo que es vida y belleza”, en el Padre a través del Hijo.
Toda la hermosura de las cosas está impregnada del amor de Dios a su Hijo, que para nosotros, fueron creadas en Él. Por ello ante una flor, ante la espuma de un acaudalado río que se hace voz en el acantilado, ante el canto de las aves en la alameda y en las moreras, ante el silencio de una noche de plena luna, en la llanura del desierto y del mar, oímos un silencio impregnado de admiración - es el silencio sonoro - de la voz amorosa - en misteriosa quietud - de Dios Padre a nosotros en su Hijo - canción de cuna como de amor materno - que sólo se oye en la calma de los sentidos - porque el Padre hace que acune a su Hijo todo el universo - que es un espacio que es su cielo – incrustado de materia, un carrusel inconmensurable, y todo es un don de la vida en crecimiento.
Yo quiero escuchar esa voz, y unir la mía a ese fantástico y sonoro concierto – porque a toda esa musicalidad,- soy invitado en libertad a participar.
Quisiera como Juan de la Cruz, en mi simple comienzo del camino, verle y cantarle:
Mi amado las montañas
Los valles solitarios nemerosos,
Las ínsulas extrañas,
Los ríos sonorosos,
El silbo de los aires amorosos.
Todo está en Cristo, y en un nuevo orden, Cristo y todo con Él, será la unidad victoriosa. Sólo Dios es Dios, y Dios no cambia su proyecto final ante nuestra rebelión, porque es el más perfecto ordenamiento, el más bello y necesario, para lo que nos ha dotado de vida, en libertad.
Dios no pudo hacer un mundo mejor. Nuestra libertad lo cambió. Su creación es un regalo a su Hijo.
No es que Dios sólo tenga las manos como atadas ante nuestra libre elección, sí, así lo quiso, y en esa independencia responsable, emanada de nuestri libre albedrío, nos dio la mayor grandeza: “Hagamos al hombres a nuestra imagen y semejanza”, que sean uno en nosotros, pero con la posibilidad real de nuestra “libre apetencia” de mantener su amistad o, la de instaurar un reino contra su Reino. Y, ante nuestra torpeza así comenzó nuestro destierro, gimiendo y llorando en este nuestro reino, valle de lágrimas.
“El que quiera que me siga”. Y como Cristo, debemos decir: “Que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Y así, la fe, es para mí racionalmente necesaria, porque ante la creación y ante Cristo visible, “hecho Palabra”, la razón de existencia y mi libre dependencia trascendente en Él, alcanzan la categoría de filosofía y sabiduría trascendente, y sin Él no alcanzaré ni la plenitud de la ciencia.
-XIV-
El estoicismo, como otros pensamientos filosóficos, siempre tienen algo de actualidad y verdad, y en la base de la física estoica, panteísta y materialista, creen que el universo es el único Dios, porque dicen que “no hay materia sin fuerza, su principio activo, siendo de este modo la fuerza la que penetra la materia y llena el espacio, y de aquí se deriva el movimiento y la energía, es el alma del mundo que está sometido a la fatalidad. La experiencia es el origen de todo saber. La virtud consiste en vivir conforme a la naturaleza, es decir conforme a la razón. Es crear en sí la armonía, vivir en armonía con los demás porque los hombres son hermanos, y también con toda la naturaleza”.
El estoico, por lo tanto, no es ateo, cree en su dios que es el universo, donde él es parte del mismo y hermano de los hombres. El principio activo es el alma del mundo que llena el espacio y de aquí nace la idolatrada energía, hoy tan de moda. Algo había que inventarse antes que aceptar a Dios.
Pero el mundo no es Dios, porque es limitada materia, y lo material y sobrenatural espiritual es sólo Vida a semejanza de Dios. ¡Qué grandeza nos ha regalado!
Por lo tanto, cuatro siglos antes de Cristo, sólo con su mente, estos filósofos intuyen y aún descubren algunos conceptos, parte de la verdad revelada después por el Verbo divino. Pero, aquella doctrina, como cualquier otra filosófica, aún actual, sin relación al Absoluto, por su naturaleza independiente de la materia, no se puede tomar como verdad absoluta, porque toda verdad se complementa aceptando un origen que no hay otro sino DIOS, ya que no sólo está en el universo, sino aún antes, después, y más allá de este. En la otra actitud, como dice Sánchez Cámara “se encuentra uno de los síntomas más claros del extravío filosófico de Occidente: el absolutismo imperialista de la ciencia, que ha puesto el materialismo y el relativismo más atroz como meta de la única felicidad y verdad.” ¡Qué error elegimos a veces!
-XV-
No estamos sometidos a la fatalidad, ni el mundo carece de sentido. Todas las cosas en el universo tienen cada una su finalidad y un necesario acoplamiento que, aun considerados en un plano sólo material, nos causan admiración por su continuidad y perfeccionamiento durante miles de millones de años, dando así un sentido a este mundo muy superior aún al conjunto de todas nuestras posibles fantasías. ¡Qué sabio puede ser superior a la Sabiduría creadora y organizadora del Universo?
Y en cuanto a la trascendencia aceptada en los ámbitos creyentes, misterio oculto pero presentido por todos si somos sinceros, esta vida tiene un sentido, no de desgracia cruel y fatal, o pendiente del azar, sino de esperanza en nuestra percepción íntima e innata de inmortalidad,
Dice José A. Sayés, “recurrir al azar es hacer filosofía, y mala filosofía” “Un filósofo o teólogo tiene que respetar la autonomía del método científico; el científico ha precaverse de entrar en el campo de la filosofía y de la teología, que tienen un método diferente y que permiten hacerse las preguntas sobre el mundo y el hombre. De otro modo, el científico ya no hace ciencia, sino ideología”.
Negarse a sí mismo el privilegio de seres conscientes y trascendentes ante el Absoluto, esto sí que es, y será, una atroz desgracia, que inquieta también al que no cree. Porque si no creen en el Absoluto anunciado por la Palabra del Padre en el Hijo, que busquen otro absoluto, y ahí coincidiremos todos, porque sólo Dios, con cualquier nombre, puede ser el Absoluto necesario.
Sin Absoluto no habría relatividad y caducidad, ésta exige un principio y un propósito. Además, como dice González Cardenal, “Dios ya no podrá seguir siendo considerado sin más como el Absoluto, o el Infinito...se nos descubre con un rostro personal...de Jesús Hijo...Dios es sólo el Absoluto y el Infinito sólo en la medida en que, a la vez, es concebido como el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”.
-XVI-
Cuando el mundo, o una cultura guiada por unas mentes profundas pero erróneas en estos conceptos, niegan aquella conciencia inquietante universal y dependiente de un Principio que tuvo que tener su propósito, dando ya tantas veces por muerto y enterrado a Dios, sólo consiguen obnubilar su mente y las de no pocos, y entonces, en nombre de la filosofía o de la ciencia han producido un extravío, cuyo mayor exponente es la anarquía de valores, intentando la destrucción de los mismos en aras de una independencia idolátrica, haciendo del yo el único absoluto, que termina en un desequilibrio y desvarío esquizofrénico al considerarse cada hombre como un dios independiente, creyéndose el único supremo legislador de las normas de sus actos.
El mismo Régis Debray, ateo, ante el fracaso filosófico y sociológico contra Dios, escribe: “Dios un itinerario”, donde afirma que la religión es una fuente de conocimiento indispensable en la condición humana, una fuerza de acción formidable.
San Juan de la Cruz siente así la elevación sublime de su alma:
Entréme donde no supe
y quedéme no sabiendo
toda ciencia transcendiendo.
De paz y de piedad,
era la ciencia perfecta,
en profunda soledad,
entendida vía recta;
era cosa tan secreta,
que me quedé balbuciendo
toda ciencia transcendiendo.
-XVII-
Ludwig Wittgenstein a quien sus seguidores lo presentan como agnóstico, tiene escrito. “¿Qué sé sobre Dios y la finalidad de la vida?” Y en otro de sus escritos responde: “Bueno y malo dependen, de algún modo, del sentido de la vida. Podríamos llamar Dios al sentido de la vida, esto es, al sentido del mundo. Y conectar con ella la comparación de Dios con un padre. Pensar en el sentido de la vida, es orar. Creer en Dios quiere decir ver que con los hechos del mundo no basta. Creer en Dios quiere decir ver que la vida tiene un sentido. Sea como fuere, de alguna manera y en cualquier caso somos dependientes, y aquello de lo que dependemos podemos llamarlo Dios...” “Cuando algo es bueno, también es divino. Extrañamente así se resume mi ética. Sólo lo sobrenatural puede expresar lo Sobrenatural. Lo bueno es lo que Dios manda. Dios Hijo (o la palabra que procede de Dios) es lo ético.”
B. Perales comenta: “se podría afirmar que para W. lo bueno absoluto nos ha sido revelado-mostrado por Dios, y por ello sobran ya todas las teorías; sólo nos queda vivir en concordancia con el Dios-Hijo: realizar el bien que él nos ha mostrado con su vida y con su muerte”.
Por ello Helmut Kohl, ex Canciller alemán, se expresa así: “He descubierto por mi propia experiencia que, en el cumplimiento del deber, se puede encontrar la felicidad. He vivido horas históricas en las que fueron posibles decisiones que antes sólo podía soñar, por lo que estoy agradecido, sobre todo, a Dios”.
Después de Nietzsche, que nos presenta un Dios producto del resentimiento, de Marx que concibe a Dios como el Dios de los explotadores, de Freud que presenta a Dios como un súper - yo, y otros maestros de la sospecha, Dios regresa siempre con la autoridad de no haber dicho la última palabra a pesar de los nuevos Adanes ingeniosos y descubridores de sí mismos como ídolos.
Y es que ante el auge religioso mundial “la mirada hacia adelante, hacia el futuro - que en la época moderna había sustituido gradualmente a la mirada hacia lo alto -, vuelve a elevarse de nuevo, pasando de la historia a la eternidad, de la inmanencia a la trascendencia, de lo relativo a lo absoluto, de lo racional a lo fantástico”. (Verdú)
Francisco Arrabal escribiendo de Benny Lévy, secretario de Paul Sartre, dice “Eran tiempos en que a Dios se le daba por muerto, a los ángeles por desaparecidos y al demonio por regenerado.
Hasta los rinocerontes, contagiosos de padres a hijos, despreciaban, por vulgar, a un Dios, que sólo era Dios.”.... Para nuestra felicidad, Benny Lévy, ha elegido meditar sobre la transcendencia. Las circunstancias políticas sólo resuelven los problemas existenciales de los filósofos de cucharilla y porra. En Jerusalén le dije: “Se ve que Dios le habita...por su sonrisa de felicidad”.
Tiene razón Kúng, además, al hablar del reino de Dios: “Todas esas falsas identificaciones no tienen en cuenta que se trata del futuro reino de Dios, del reino de Dios. El reinado de Dios no ha sido ni la Iglesia masivamente institucionalizada del catolicismo medieval y contrarreformista, ni la teocracia ginebrina de Calvino, ni el reino apocalíptico de algunos fanáticos, como Tomás Múnzer. Tampoco ha sido el reinado presente de la moralidad y la cultura burguesa perfecta, como pensaban el idealismo y el liberalismo teológico y, muchísimo menos el imperio político milenario, asentado en la ideología del pueblo y de la raza, propugnado por el nacional-socialismo. Tampoco es, en fin, el reinado sin clases del hombre nuevo, tal como hasta ahora se ha esforzado en realizarlo el comunismo”.
Fray Luis de León, ya escribía: (Sal. XI)
¡Oh, sálvame, Señor, que no hay ya bueno,
que faltan las verdades,
y no trate con quien tiene dentro el seno
lleno de falsedades!.