por sandrop » Sab Jul 13, 2013 1:40 pm
Saludos hermanos en Cristo el Señor, luz y Vida
La vida cotidiana del ser humano se fundamenta en la fe a fin de cuentas, el padre de familia tiene fe en que los hijos cumplirán con sus obligaciones, los profesores de que sus alumnos harán sus tareas, las autoridades de que sus ciudadanos las leyes, etc, etc.
Es decir la fe es sustancial en la existencia humana, como especie humana, pensar entonces, en la trascendencia, pensar en la fe para contar con la asistencia divina, que es la luz para cada paso es lo propio, intrínseco a cada persona. La fe que nos permite caminar en la luz, luz que nos permite ser y vivir.
Debemos reconocer que pase a todas la lucecitas que nos ofrece el mundo, la ciencia, la tecnología y toda la racionalidad moderna, con su multiplicidad de derechos, de humanismos, etc. No responden a la necesidad fundamental del ser humano, su sed de respuestas no ha sido satisfecha, incluso en asuntos básicos, como el sentido de la vida, por poner algo. Estas lucecitas más bien nos han hinchado de soberbia y orgullo, opacando más la luz de Cristo, en quien ya no encontramos en nuestra ceguera las respuestas a nuestra existencia. Pese a que la fe don de Dios, ilumina todas las esferas de la existencia, nuestra ceguera espiritual no puede esbozar su presencia, por tanto el hambre de esta luz se vuelve cada vez más apremiante.
La encíclica mira esta necesidad de esta luz, que es necesidad de Cristo, necesidad de amor y participación de lo divino, para responder nuestra existencia a imagen y semejanza de Dios.
El texto está lleno de frases hermosas algunas que algunos hermanos ya lo han citado. Es impresionante cono ha recogido Benedicto XVI y luego Francisco el hecho de que “quien cree, ve con una luz total”, de cómo “la luz de la fe ilumina todas las tinieblas de la existencia del hombre”.
Pd. Alguna vez escuche a un hermano decir, que la maravillosa sabiduría de Benedicto XVI, sumada a cualquier nuevo Pontífice (antes de ser elegido Francisco), serian de una vitalidad formidable, y que benditos designios de Dios que va multiplicando frutos.