por asandy » Jue Nov 29, 2012 6:11 am
El Cántico espiritual de J. de la Cruz
Agustín Sanchez Diaz
29-Noviembre-2012
Canción XXVIII- Mi alma se ha empleado
“Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio, / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya solo en amar es mi oficio”.
“Como Dios no se sirve de otra cosa sino de amor será bueno decir…que todas nuestras obras y todos nuestros trabajos…no son nada delante de Dios…y así, si de algo se sirve es de que el alma se engrandezca y la iguala consigo, por eso solo se sirve de que le ame…en la cual igualdad de amistad todas las cosas son de los dos, son comunes a entrambos”
“El alma, es decir, la esposa que se dio toda al esposo sin dejar nada para sí, dice ahora el modo y manera que tiene en cumplirlo”. “Ya está su alma y cuerpo y potencias…al servicio de su esposo, y que por eso ya no anda buscando su propia ganancia, ni se anda tras sus gustos, ni tampoco se ocupa en otras cosas y tratos extraños y ajenos de Dios”, y dice:
“mi alma se ha empleado”
“Se da a entender la entrega que hizo al amado de sí en aquella unión de amor”.
“Y todo mi caudal, en su servicio …empleando el entendimiento, voluntad y memoria, dedicada y mancipada al servicio de él”.
“y en esta parte sensitiva se incluye también el cuerpo con todos sus sentidos y potencias, así interiores como exteriores. Entiéndese también toda la habilidad natural y racional…las cuatro pasiones del alma todas las tiene ceñidas también a Dios, no goza sino en Dios, no tiene esperanza sino en Dios, no teme sino solo a Dios, no se duele sino según Dios…los apetitos naturales y espirituales y el demás caudal del alma…van solo a Dios”. “y como está “este caudal empleado en Dios” ya puede decir:
“Ya no guardo ganado”
“Ya no me ando tras mis gustos y apetitos porque habiéndolos puesto en Dios… ya no los apacienta ni guarda”, y añade además:
“Ni ya tengo otro oficio”
Porque “muchos oficios tiene el alma no provechosos antes que llegue a hacer esta donación y entrega de sí y de su caudal al amado”. “Los cuales hábitos pueden ser oficio que tiene de hablar cosas inútiles, y pensarlas y obrarlas…. ostentaciones, cumplimientos, adulaciones, respetos, procurar parecer bien…y dice que ya no los tiene porque todas sus palabras y sus pensamientos y obras son de Dios.”
“Y así es como si dijera: Ni me ocupo ya, ni entretengo en otros tratos, ni pasatiempos, ni cosas del mundo”.
“Que ya solo el amar es mi ejercicio”
“Cuando el alma llega a este estado, todo el ejercicio de la parte espiritual y de la parte sensitiva ahora sea en hacer, ahora en padecer, de cualquier manera que sea, siempre le causa más amor y regalo en Dios….todo se mueve por amor y en el amor, haciendo todo lo que haga con amor…padeciendo con sabor de amor y hasta el mismo ejercicio de oración y trato con Dios… Ya todo es ejercicio de amor”…. siempre puede decir tal alma: que ya solo en amar es mi ejercicio”.
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Lo primero que nos sorprende ante la figura histórica del enviado por el Padre como Salvador y modelo del hombre, es el amor que prescinde de todo para que quede solo su amor. Jesús nace en un establo teniendo por primeros amigos a los pastores; vive oculto en Nazaret casi toda su vida; elige a unos pescadores como discípulos que abandonan las redes y ven que el Mesías esperado no tiene ni donde reclinar su cabeza; muere como un ajusticiado, desnudo y coronado rey de burla por el pueblo al que decían los Profetas venia a salvar. Porque el Dios de la Biblia, decía Moisés, es el Señor que combatirá por vosotros sin que vosotros os tengáis que molestar (Ex .14-14), y en Is. 35.4, dice: viene él mismo a salvaros.
Pero el Salvador pone él solo los meritos ante el Padre, mas nos dice: El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo. (Lc. 9. 23)
Por lo tanto Jesús, el siervo de Yavé, es el primero que “no anda tras su propia ganancia ni anda tras sus gustos” y así, desde el principio de su vida ya enseña: (Luc. 2. 49) ¿No sabéis que yo debo ocuparme en los asuntos de mi Padre? Tú, vete, vende cuanto tienes, y sígueme. Y en su última Cena decía al Padre en su oración Sacerdotal (Jun.17. 4.) Yo te he glorificado en la tierra llevando a término la obra que me encomendaste.
Cristo es salvación, pero aunque su reino no es de este mundo se forja en este mundo.
Tú eres amor Señor, pero exiges el gran y dulce misterio de la fe por amor. Es tu camino Señor, eres mi Camino, Señor.
La Magdalena a los pies de Jesús es la imagen del alma enamorada de Dios, pendiente de su mirada y alimentándose con su palabra.
Nosotros, si tenemos fe, fe plena, sabemos que Jesús, sobre todo en el acto Eucarístico Memorial de su Cena, viene a visitarnos vestido con túnica blanca y un manto de púrpura. Y siempre nos repetirá de una u otra forma sentado a nuestro lado: Marta, Marta, tu te preocupas y te apuras por muchas cosas, y solo es necesaria una. María ha escogido la mejor parte, y nadie se la quitará. (Lc 10. 41-42).
¿Aquí Cristo solo hace referencia a la vida contemplativa desdeñando la activa? Creo que no, porque la gran diferencia no está en qué servicio pongamos cuanto somos o poseemos para alabanza de Dios, sino que la gran diferencia está en el grado de amor, en el grado de entrega de nosotros mismos y en el sentido que pongamos en las cosas que necesariamente debemos usar del mundo para servirle la mesa, y está en saber que ya no guardo ganado de mis gustos y distracciones y que ya no tengo otro oficio aún en la vida activa. Y así su evangelio, su buena nueva es distinta a todas otras noticias del espíritu religioso de cualquier tiempo porque ninguna cifra su piedad en ver a Dios transformado en amor en cada hombre y en cada cosa. Juan de la Cruz ve a Dios, su amado, en las montañas y en los valles.
El alma hecha ya así de amor, ve a su Amor en todo, y por ello exclama; ¡Bendice alma mía al Señor! Señor, Dios mío, que grande eres. Vestido de esplendor y majestad, arropado de luz, como de un manto despliegas los cielos lo mismo que una tienda, construyes sobre las aguas tus moradas, haces tu carro de las nubes y caminas en las alas del viento. ( Sal. 104. 1-3) ¡Qué numerosas son Señor, tus obras, todas las has hecho con sabiduría y la tierra está llena de tus criaturas!(v.24
Y el alma no puede menos de amar plenamente a ese Ser tan sublime que desciende a ella inconcebiblemente pidiéndole amor en los mares y en los cielos, en los valles y las montañas, y, aún más, sabe como dice Pablo (R. 8 16-17) que el mismo Espíritu da testimonio juntamente con nuestro espíritu de que somos hijos de Dios. Y si somos hijos, somos también herederos de Dios, coherederos de Cristo; si es que padecemos con él para ser también glorificados con él.
Niéguese a sí mismo y sígame. Difícil programa. Pero el más bello y rico modo de vivir en paz, usando de sus criaturas no olvidándose nunca que son regalos de Dios, son dones de amor. Esto es contemplación.
Y así el alma que goza de esta sabiduría, ciencia de Dios, contemplación gozosa como ninguna otra, puede decir: “Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio, / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya solo en amar es mi oficio”.
María, que sabía sin lugar a dudas por la Encarnación milagrosa, que su hijo era el Hijo del Altísimo, dialogaría con Jesús en diversos momentos, de su misión, y tal vez fuese más el silencio la comunicación más profundamente sonora entre él y una madre, ambos conscientes de su destino mesiánico, y ella siempre en contemplación del Hijo de Dios. Aquella convivencia hacía de María la sierva de su Dios, pendiente, sí, con toda naturalidad y sencillez, de que no solo le sirviera como las madres hacen, sino con un amor que no todas las que sirven a sus hijos con amor tienen la misma razón de amar y de entrega y de veneración como ella hacia aquel Hijo.
María tan llena estaba de amor, que todo su caudal de facultades humanas y espirituales estaba al servicio de Dios y, que solo amar era su oficio, ya limpiando la casa o contemplando en la cuna su hijo o asistiendo a unas bodas.
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No nos debe pues espantar cuanto dice Juan de la Cruz en esta sublime canción como si fuese algo imposible en la vida espiritual, pues es solo un perfeccionar lo que Jesús enseña para todo el que cree en Él.
Recuerdo aquí la doctrina de la meditación que el P. Juan Ortega, nos trae en Catholic.net sobre el matrimonio, reflejo de la Trinidad, que la podríamos resumir: En realidad esto es lo que llamamos el misterio de la Santísima Trinidad: siendo tres personas son, por el amor, una sola realidad.
El amor busca la unión y Jesús consigue que en él seamos uno con el Padre.
Y así decía yo más arriba: Sí, el Padre, - nosotros los amados- uno en el Hijo, y el Espíritu es todo un misterio de la fe trinitario. Pero eso es lo que pide Jesús al Padre. Que sean uno en nosotros.
El P. Juan Carlos escribe:
Dios te ama a ti, te ha creado
Tú has sido creado para expresar el amor de Dios a los demás.
…Vino a Roma una amiga de la familia. Este beso es de parte de tus padres. Y me han dicho que si necesitas algo me lo digas para comprártelo. El amor no se detiene a causa de las distancias y cuando tiene una oportunidad trata de manifestarlo de algún modo, incluso con emisarios. Mientras contemplaba y escuchaba a mi paisana, entendí perfectamente que mis papás me decían: te queremos mucho y nos preocupamos de ti.
Algo parecido ocurre con Dios y el amor que Él tiene por los hombres. No sé si lo habías pensado alguna vez. Por eso te lo digo: tú y tu vida, es un esfuerzo de amor por parte de Dios. El Señor quiere amar y por eso te ha creado a ti. Pero, ¡atentos! En ti, el amor de Dios se expresa en un doble sentido. Porque Dios te ama a ti, te ha creado. Pero a la vez, porque Dios quiere amar a otros, te ha creado a ti, tal como eres, para que tú les lleves el amor que Él les tiene.
Esto es lo que Juan Pablo II decía: "Movido por el principio de haber sido creado a imagen de Dios, hombre y mujer, el creyente puede reconocer el misterio del rostro trinitario de Dios, que lo crea poniendo en él el sello de su realidad de amor y comunión" (31 de mayo 2001). Vamos a explicar estas palabras del Papa.
¿Cómo es Dios? Dios es "amor y comunión". Para que se pueda amar es necesario que exista algo que sea amado, algo diverso del que ama.
¿Correcto? Pero, a la vez, el amor crea unión entre el amante y el amado. Es decir, para amar se requiere ser diverso de otro y, al mismo tiempo, el amor busca la unión. En realidad esto es lo que llamamos el misterio de la Santísima Trinidad: siendo tres personas son, por el amor, una sola realidad.
La siguiente pregunta que se debe responder es ¿cómo eres tú? Si tú has sido creado para expresar el amor de Dios, y para amar es necesario ser diverso de lo que se ama, resulta que tú has sido creado diverso, diverso de todos. Pero la principal diversidad es ser "hombre y mujer". Es cierto que tú, si eres varón, eres diverso también de cualquier otro hombre, pero sobre todo eres diferente de cualquier mujer. Lo mismo se aplica a la mujer: cada una de ellas, aunque diversas entre sí, son más diferentes respecto de cualquier hombre.
Todavía está en boga una cierta tendencia a la igualdad entre hombres y mujeres. Es cierto que la igualdad es un valor que se debe defender, pero la verdadera riqueza humana consiste en ser diversos.
Si todos fuéramos iguales, ¿qué podría yo dar al otro y que podría recibir de él? En cambio con la riqueza de las diferencias siempre tengo algo que dar y algo que recibir. Por lo mismo es la diversidad lo que ofrece una dignidad y un valor a cada persona: ¿de qué serviría yo si no tengo nada que dar al otro? y ¿qué valor tendrían los demás si no tienen nada que darme? Por ello, nos decía el Papa "cuando se pierde de vista el principio de la creación del hombre como varón y mujer, se ofusca la singular dignidad de la persona humana y se abre el camino a una amenazadora cultura de la muerte": Si el otro no tiene nada que ofrecerme ¿para qué le voy a mantener en vida?
Decíamos que tú eres un esfuerzo de amor por parte de Dios. Por ello te ha creado diverso de los demás, y es en "la experiencia del amor rectamente entendido (entre hombre y mujer) que cada ser humano está llamado a tomar conciencia de los factores constitutivos de la propia humanidad: razón, cariño, libertad". ¿Qué quiere decir el Papa con estas palabras?
Él vuelve a afirmar que sólo en el matrimonio entre un hombre y una mujer se puede realizar la dignidad plena del ser humano. En efecto, la unión matrimonial no es simplemente una unión pasional. Se contrae matrimonio después de un recto conocimiento de las diferencias del uno y del otro. No es la pasión sino la razón quien descubre lo que uno puede dar y puede recibir del otro. No es la pasión lo que mueve a hacer el amor, sino el amor lo que busca el cariño y el afecto tal como el otro lo necesita y a recibirlo tal como el otro sabe darlo. La duración del amor no depende de la pasión y del egoísmo, sino de la libertad que ha optado por la persona amada por encima de cualquier otra persona y circunstancia.
Recuérdalo muy bien: tú eres un esfuerzo de amor por parte de Dios. Y donde primero lo tienes que vivir es en tu vida personal, matrimonial, familiar. Ama a los demás como Dios los ama.
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Lo que nos indica que el amor de Dios puede tener su plenitud en cualquier circunstancia de la vida y que ha llegado la hora de adorar al Padre no en este monte o en aquel sino en todos los montes, valles, ríos, florestas, mares, vientos… y no solo en las soledades de las rocas. : Pero el que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo. (Lc.9,23)
Negarse a sí, es no buscar ni ver otra cosa que a Dios en todo cuanto debemos hacer como nuestro Salvador del que María es nuestro más perfecto modelo en la más natural sencillez.
Por toda la hermosura / nunca yo me perderé, / sino por un no se qué / que se alcanza por ventura. Sabor de bien que es finito, / lo más que puede llegar, / es cansar el apetito / y estragar el paladar; / y así por toda dulzura / nunca yo me perderé, / sino por un no se qué / que se halla por ventura. (J. de la Cruz)
Y esto sirve tanto para el monje como para un administrativo. Dios elige el matrimonio como el modelo de su amor. Cantar de los Cantares y aquí Juan de la Cruz con su desposorio espiritual: El Esposo enamorado de nuestra alma la esposa, y a través de esa unión llegaremos a la unión Trinitaria. Y aquí Jesús sí advierte que la vida contemplativa es la mejor opción, pero no el exclusivo camino para llegar a la santidad como nos demuestra la historia y así muchas en el mundo, aún con el martirio, pueden decir:
“Mi alma se ha empleado, / y todo mi caudal, en su servicio, / ya no guardo ganado, / ni ya tengo otro oficio, / que ya solo en amar es mi oficio”.