Una de las verdades más difíciles de entender para los tiempos actuales en donde todo vale y en donde prima la indulgencia con cualquier tipo de comportamiento mientras sea legal -y a veces sin serlo-, es el tema de la Justicia Divina. El que exista un infierno eterno, con la categoría de dogma de fe, el cual ha sido mencionado por Jesucristo 25 veces a lo largo del Evangelio, y también el que tengamos que sufrir los males que hay en el mundo como respuesta de la Naturaleza a la ruptura de su armonía a través pecado del Hombre, pero que también proviene en última instancia de la misma Justicia Divina. ¿Cómo se concilia la Bondad infinita de Dios con su Justicia infinita? ¿Es correcto hablar de que Dios castiga, como nos decía la antigua formulación del Catecismo "Dios es nuestro padre que está en los cielos, creador y señor de todas las cosas, que premia a los buenos y castiga a los malos"? ¿O la Justicia es más bien que el Hombre se aparta de Dios metiéndose él mismo en el Mal, pero sin intervenir Dios castigando sino sólo la libertad humana? (esta forma de hablar es la que utilizaba Juan Pablo II). He buscado algunas palabras contenidas en el Diario de Santa Faustina Kowalska, supuestamente de revelaciones de Jesucristo, en las que se aborda el tema; también lo que dice el Catecismo al respecto y unas palabras de Juan Pablo II ; pueden ser por lo menos una fuente que ayude a reflexionar sobre la difícil cuestión.
"En el Antiguo Testamento enviaba a los profetas con truenos a Mi pueblo . Hoy te envío a ti a toda la humanidad con Mi misericordia. No quiero castigar a la humanidad doliente, sino que deseo sanarla, abrazarla a Mi Corazón misericordioso. Hago uso de los castigos cuando Me obligan a ello, Mi mano resiste a tomar la espada de la justicia. Antes del día de la justicia envío el Día de la Misericordia" (Diario, 1588).
"A cambio de los beneficios recibo la ingratitud; a cambio del amor obtengo el olvido y la indiferencia. Mi Corazón no puede soportarlo" (Diario, 1537).
"Las almas mueren a pesar de Mi amarga Pasión. Les ofrezco la última tabla de salvación, es decir, la Fiesta de Mi misericordia. Si no adoran Mi misericordia, morirán para siempre. Secretaria de Mi misericordia, escribe, habla a las almas de esta gran misericordia Mía, porque está cercano el día terrible, el día de Mi justicia" (Diario, 965).
"Escribe: Soy Santo, tres veces Santo, y siento aversión por el menor pecado. No puedo amar al alma manchada por un pecado, pero cuando se arrepiente, entonces Mi generosidad para ella no conoce límites. Mi misericordia la abraza y justifica. Persigo a los pecadores con Mi misericordia en todos sus caminos y Mi Corazón se alegra cuando ellos vuelven a Mí. Olvido las amarguras que dieron a beber a Mi Corazón y Me alegro de su retorno. Di a los pecadores que ninguno escapará de Mis manos. Si huyen de Mi Corazón misericordioso, caerán en Mis manos justas. Di a los pecadores que siempre los espero, escucho atentamente el latir de sus corazones (para saber) cuándo latirán para Mí. Escribe que les hablo a través de los remordimientos de conciencia, a través de los fracasos y los sufrimientos, a través de las tormentas y los rayos, hablo con la voz de la Iglesia y si frustran todas Mis gracias, Me molesto con ellos dejándoles a sí mismos y les doy lo que desean" (Diario, 1728).
"Que los más grandes pecadores pongan su confianza en Mi misericordia. Ellos más que nadie tienen derecho a confiar en el abismo de Mi misericordia. Hija Mía, escribe sobre Mi misericordia para las almas afligidas. Me deleitan las almas que recurren a Mi misericordia. A estas almas les concedo gracias por encima de lo que piden. No puedo castigar aún al pecador más grande si él suplica Mi compasión, sino que lo justifico en Mi insondable e impenetrable misericordia. Escribe: Antes de venir como juez justo abro de par en par la puerta de Mi misericordia. Quien no quiere pasar por la puerta de Mi misericordia, tiene que pasar por la puerta de Mi justicia..."
"Oh, cuánto Me hiere la desconfianza del alma. Esta alma reconoce que soy santo y justo, pero no cree que Yo soy la Misericordia, no confía en Mi bondad. También los demonios admiran Mi justicia, pero no creen en Mi bondad." (Diario #300, p.153)
"Vi a Nuestra Señora visitando a las almas del Purgatorio, la llamaban Estrella del Mar. Luego mi ángel guardián me pidió que regresáramos, al salir de esta prisión de sufrimiento, escuché la voz interior del Señor que decía: ‘Mi Misericordia no quiere esto, pero lo pide mi Justicia’".
Fuente: Diario de Santa Faustina.
"Quien acuda a Mi Santa Madre y se refugie en Ella no padecerá, porque Ella es como el Arca de Noé que salvaguardará a quienes se le acerquen y la amen de todo corazón, pues Mi Madre pide incesantemente que Mi brazo castigador se aplaque y la dureza del castigo que merecéis sea más leve, pero hijos, Mi justicia exige satisfacción y si vosotros voluntariamente no Me la queréis dar, no os unís para hacer oración, no formáis horas de vela ante el Santísimo, Yo tengo que emplear la justicia que por ser Dios Me corresponde, pues por ser Dios, no recibo más que ingratitudes, blasfemias, reproches, dudas, así sucesivamente.
Cuando en un jardín las malas hierbas impiden que las flores se luzcan, hay que quitarlas de raíz para que las flores se vean en todo su esplendor y crezcan sin obstáculo alguno. Así haré con los impíos que Me dieron una y otra vez la espalda, que se rieron de Mis leyes, que se mofaron de Mis mandamientos y tomaron la vida como un medio para el goce y los placeres pecaminosos."
Fuente, página sobre otras supuestas revelaciones: http://oracionesydevocionescatolicas.com/portada.htm
"Las guerras no son sino castigos por los pecados del mundo. Nuestra Señora ya no puede retener el brazo castigador de su Hijo sobre el mundo. Es preciso hacer penitencia. Si la gente se enmienda, Nuestro Señor todavía salvará al mundo; mas si no se enmienda, vendrá el castigo."
Fuente: Revelaciones de la Virgen de Fátima a Jacinta.
"Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra El, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: “Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él” (1 Jn 3, 15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de El si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de El para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la
comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra “infierno".
Fuente: Catecismo de la Iglesia Católica p.1033
"La «condenación» no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso él no puede querer sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La «condenación» consiste precisamente en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción. La sentencia de Dios ratifica ese estado".
Fuente: Catequesis de Juan Pablo II sobre el infierno: http://www.aciprensa.com/Docum/cat-infierno.htm