Gabriela ha hecho una excelente reflexión en torno a la materia de este curso y yo quiero sumarme a ésta. Efectivamente, la teología del cuerpo tiene el poder de cambiar corazones y vidas: somos muchas personas que podemos dar testimonio de ello. Esto se debe a que no es simplemente una "teoría" más, sino que es la pedagogía de Dios inscrita en lo más íntimo de nuestro ser y responde a nuestros anhelos y experiencias más profundas. Por eso, tenemos que acercarnos a ella como Moisés se acercó a la zarza ardiente, "descalzos", es decir, reconociendo que estamos entrando en un lugar sagrado porque Dios está presente.
Siguiendo con la reflexión de Gabriela, el mismo Juan Pablo II no desarrolló la teología del cuerpo como fruto una curiosidad intelectual, sino que estaba interesado especialmente en las experiencias y necesidades de las parejas y de los novios. Si bien Juan Pablo II fue dotado por Dios con una gran inteligencia, él estaba muy lejos de ser el estereotipo de "intelectual teórico". Sí tenía una sólida formación, pero lo que alimentaba su pensamiento era el deseo de encontrar al otro en sus experiencias personales. Es en este sentido, que ahora quisiera ofrecerles este extracto sobre las etapas de maduración de su pensamiento.
Espero les ayude,
Effy De Lille.
[LA SEXUALIDAD SEGÚN JUAN PABLO II. YVES SEMEN] 1
Desarrollo del pensamiento de Wojtyla1
El reverendo Wojytla se preocupó, ya desde los comienzos de su ministerio, por la pastoral de las parejas y de los novios. Tras ser ordenado sacerdote el 1 de noviembre de 1946, fue enviado por su arzobispo, el cardenal Sapieha, a completar su formación filosófica en el Angelicum de Roma. Después, en 1948, fue nombrado vicario en el pueblo de NIegowic, en los contrafuertes de los Cárpatos. Durante los ocho meses que pasó en la parroquia de la Asunción de Niegowic preparó a trece parejas para el matrimonio y celebró casi cincuenta bautizos. Sin embargo, su verdadera experiencia pastoral comienza con su nombramiento para la parroquia de San Florián de Cracovia en marzo de 1949. En 1950 lanza en San Florián un programa de preparación para el matrimonio. Fue el primer programa de este tipo en toda la historia de la archidiócesis de Cracovia. Su carisma para hablar del amor cristiano con sencillez y sin apuros ni falsos pudores, incluso en sus dimensiones más concretas, no tarda en dar frutos: a lo largo de los veintiocho meses durante los que fue vicario de San Florián no celebró menos de 160 bodas, con una media de más de una por semana. Juan Pablo II confiará más adelante que fue allí donde “aprendió a amar el amor humano”.
He aquí un fragmento de las palabras del reverendo Wojtyla en una sesión de preparación para el matrimonio para novios de su parroquia de San Florián: “el apetito sexual es un don de Dios. El hombre puede ofrecer ese apetito a Dios exclusivamente a través de un voto de virginidad. Puede ofrecerlo a otro ser humano siempre que sepa que se lo ofrece a una persona. No puede tratarse de un acto al azar. Al otro lado se halla también un ser humano que no desea que le hagan daño, alguien a quien uno debe amar. Sólo una persona puede amar a otra. Amar significa desear el bienestar del otro, ofrecerse por el bien del otro. Cuando, como resultado de darse a uno mismo por el bien de otro, comienza a existir una nueva vida, debe tratarse de una entrega que surge del amor. En este terreno no debe separarse el amor del deseo. Si respetamos que el deseo forma parte del amor, no violaremos el amor...”2.
Más de cuarenta años más tare, en Cruzando el umbral de la esperanza, Juan Pablo II dirá a propósito de estos años de ministerio de preparación al matrimonio: “Esta vocación al amor es, de modo natural, el elemento más íntimamente unido a los jóvenes. Como sacerdote, me di cuenta muy pronto de esto. Sentía una llamada interior en esa dirección. Hay que preparar a los jóvenes para el matrimonio, hay que enseñarles el amor. El amor no es cosa que se aprenda ¡y sin embargo no hay nada que sea más necesario enseñar! Siendo aún un joven sacerdote aprendí a amar el amor humano. Éste es uno de los temas fundamentales sobre el que centré mi sacerdocio, mi ministerio desde el púlpito, en el confesionario, y también a través de la palabra escrita. Si se ama el amor humano, nace también la viva necesidad de dedicar todas las fuerzas a la búsqueda de un ‘amor hermoso’”3.
1 La sexualidad según Juan Pablo II, 4a edición. Yves Semen. Desclée De Brouwer, p. 33.
2 Citado por George Weigel, Biografía de Juan Pablo II, testigo de Esperanza, Plaza &Janés, Barcelona 2000, p. 144.
3 Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza, Plaza & Janés, Barcelona 1994, pp. 132.