por Hannia » Sab Feb 25, 2012 10:46 pm
¿Vale la pena realmente frecuentar los sacramentos? ¿por qué?
Claro que sí, Los sacramentos son acciones salvadoras y liberadoras de Jesús, muerto y resucitado.
Jesús utiliza los signos sensibles, como lo es el agua, aceite, pan, vino, confesión, imposición de manos.
Dios habla al hombre a través de la creación visible. El mundo material se presenta a la inteligencia del hombre para que vea en él las huellas de su Creador. La Luz y la noche, el viento y el fuego, el agua y la tierra, el árbol y los frutos hablan de Dios, simbolizan a la vez su grandeza y su proximidad.
En cuanto creaturas, estas realidades sensibles pueden llegar a ser lugar de expresión de la acción de Dios que santifica a los hombres, y de la acción de los hombres que rinden su culto a Dios. Lo mismo sucede con los signos y símbolos de la vida social de los hombres: lavar y ungir, partir el pan y compartir la copa pueden expresar la presencia santificante de Dios y la gratitud del hombre hacia su Creador.
La celebración de los sacramentos va marcando los grandes momentos de la vida de una persona: nacer, crecer y morir.
Cada sacramento cumplido, es un paso que se avanza en la maduración de la fe.
Los sacramentos son eficaces, ya que es Jesucristo quien bautiza, y actúa en sus sacramentos con el fin de comunicar la gracia que el sacramento significa.
Desde Pentecostés, el Espíritu Santo realiza la santificación a través de los signos sacramentales de su Iglesia. Los sacramentos de la Iglesia no anulan, sino purifican e integran toda la riqueza de los signos y de los símbolos del cosmos y de la vida social. Aún más, cumplen los tipos y las figuras de la Antigua Alianza, significan y realizan la salvación obrada por Cristo, y prefiguran y anticipan la gloria del cielo.
Catecismo de la Iglesia Católica, no. 1145-1152
¿El ser humano es capaz de querer amar, saber amar y poder amar como Dios ama? ¿Qué necesita para lograrlo?
Nuestro Padre celestial, es perfecto, el ser humano, no lo es ni lo podrá ser, perfecto sólo Dios.
Querer amar, Dios nos ha creado para amar como Él ama, pero como seres humanos que somos débiles e irrespetuosos con nosotros mismos, no permitimos que ese don de darnos como somos, se pueda desarrollar. Muchas veces se permite que la envidia, el egoísmo, la prepotencia, y el egocentrismo, envuelva la vida de la persona y no pueda ver ni escuchar el amor de Dios.
Saber amar, en la vida, nos preparamos para enfrentar las diversas situaciones que encontramos en el camino. Se escoge una determinada profesión, se lucha para salir adelante, y durante ese tiempo, no es preocupante como se debe actuar después de haber terminado los estudios. Cuando se presentan las situaciones, si se tiene tiempo se hace un alto en el camino y reflexiona, de lo contrario, se tendrá tiempo para quererme como persona e hijo(a) de Dios que se es.
El saber amar, es un proceso que se debe llevar de la mano, con el quehacer cotidiano, cada día se descubre algo nuevo.
Poder amar como Dios ama, que reto más grande. La mayoría de las veces, la brecha que se tiene se hace más y más grande porque no se deja que el Señor guía el camino seguro. El amor que nos ofrece nuestro Padre celestial, no necesita de grandes gastos económicos, es gratis y está en todo momento y lugar. Solo se debe abrir el corazón y permitir que realice la obra magistral que solo Él puede hacer.
Nadie en la tierra es capaz de amarme de modo plenamente estable e incondicional, el desarrollo de mi capacidad afectiva depende, en última instancia y de modo decisivo, del descubrimiento del amor de Dios.
Para poder amar a los demás sin egoísmos, esto es, por ellos mismos, debo aprender a amarme a mí mismo tal como soy, sin ningún tipo de engaño fraudulento. Y para poder amarme así a mí mismo, necesito descubrir el Amor misericordioso de mi Padre Dios.