Pienso en este momento en el intento de profanación de la Catedral de Neuquén, por parte de una multitud de feministas. Fueron frenadas por jóvenes católicos, que simplemente nos las dejaron pasar. Ni respondían a sus insultos y escupitajos...
Eso sí, si en plena Misa se viene entrando una multitud tirando una imagen de la Virgen María y pretendiendo hacer la profanación del siglo, lo correcto es impedírselo. No con golpes ni insultos, pero si quitandoles las armas que puedan llevar (o garrotes, picas, tablas) y empujándolos fuera. Es como si alguno viene y se me tira encima a golpearme y yo simplemente me lo quito de encima con un empujón porque mi integridad física peligra. Así mismo se debe defender la sacralidad de un templo que peligra en ser profanado.
Ahora, sólo me es lícito usar violencia, si agotados los otros medios, es la única forma posible de salvaguardar mi integridad física y moral (que se afecta con la profanación del templo ¡Casa de Dios!)