- No te acerques, pues, con las palmas de las manos extendidas ni con los dedos separados,sino que, poniendo la mano izquierda bajo la derecha a modo de trono que ha de recibir al Rey,recibe en la concavidad de la mano el cuerpo de Cristo diciendo: «Amén». Súmelo acontinuación con ojos de santidad cuidando de que nada se te pierda de él. Pues todo lo que se tecaiga considéralo como quitado a tus propios miembros. Pues, dime, si alguien te hubiese dadolimaduras de oro, ¿no las cogerías con sumo cuidado y diligencia, con cuidado de que nada se te perdiese y resultases perjudicado? ¿No procurarás con mucho más cuidado y vigilancia que no sete caiga ni siquiera una miga, que es mucho más valiosa que el oro y que las piedras preciosas? Y después de la comunión del cuerpo de Cristo, acércate también al cáliz de la sangre: sinextender las manos, sino inclinándote hacia adelante, expresando así adoración y veneración,mientras dices «Amén», serás santificado al tomar también de la sangre de Cristo. Y cuandotodavía tienes húmedos los labios, tocándolos con las manos, santifica tus ojos y tu frente y los demás sentidos. Por último, en oración expectante, da gracias a Dios, que te ha concedidohacerte partícipe de tan grandes misterios. (SAN CIRILO DE JERUSALÉN, Catequesis Mystagogicas, V, 21ss)
Ando indagando en el tema. ¿Alguien me echa una mano?