1. La pastoral de las vocaciones se encuentra ante la exigencia de un cambio radical porque ha llegado a una encrucijada histórica, a un paso decisivo. Existe una historia, con una prehistoria, seguida de fases que se han sucedido lentamente a los largo de estos años, como estaciones naturales, y que ahora deben necesariamente avanzar hacia el estado «adulto» y maduro de la pastoral vocacional. Dos de estos cambios son:
• “Si la pastoral de las vocaciones nació como emergencia debida a una situación de crisis e indigencia vocacional, hoy ya no puede concebirse con la misma precariedad y motivada por una coyuntura negativa; al contrario, aparece como expresión estable y coherente de la maternidad de la Iglesia, abierta al designio inescrutable de Dios, que siempre engendra vida en ella”
• “si en sus comienzos la pastoral vocacional trataba de circunscribir su campo de acción a algunas categorías de personas «< los nuestros », los más próximos a los ambientes de Iglesia, o a aquellos que parecían manifestar inmediatamente un cierto interés, los más buenos y estimados, los que habían hecho ya una opción de fe, etc.), ahora se siente cada vez más la necesidad de extender con valor a todos, al menos en teoría, el anuncio y la propuesta vocacional, en nombre de aquel Dios que no hace acepción de personas, que elige a pecadores en un pueblo de pecadores.
2. Rasgos de los adolescentes de hoy en día:
- Presentismo, como sobrevaloración del momento actual sin referencias al pasado ni mirada al futuro. Estrujar el momento presente y el placer que pueda encerrar.
- Miedo a asumir compromisos duraderos o definitivos, lo cual incapacita para unas relaciones amorosas estables, para contraer matrimonio -o asumir la vida consagrada- de forma definitiva.
- La búsqueda de sentido, según Michael Kuhn, lo expresan la mayor parte en
• El deseo de tener éxito,
• El deseo de tener el mayor número de experiencias posible,
• El deseo de gozar de la vida.
- Secularismo: Negación, como actitud práctica, de cuanto supere lo puramente material; toda la realidad se resuelve en lo que palpamos o disfrutamos. La hipótesis “Dios” carece de sentido planteársela, y con ella todas las realidades de índole espiritual. Debe negarse entidad a cuanto exceda lo puramente experimental. Sólo vale lo que es útil. Únicamente merece la pena lo que puedo experimentar. Es decir, secularismo que, con diversos matices, se convierte en un materialismo.
- Indiferentismo, como actitud práctica ante los valores religiosos e indiferencia ante los valores éticos como expresión de un cómodo individualismo llevado al campo de la religión y de la moral.
- Relativismo, que se extiende a todo, a las formas y al contenido. El gusto -“me lo pide el cuerpo”-; en ocasiones el genérico molestar o no al otro se convierte en criterio de moralidad o de acción.
3. Los pasos del procedimiento para lograr crear la nueva cultura vocacional corresponden a cinco momentos básicos:
1) Orar: De orar por las vocaciones a ser hombres/mujeres orantes... (Cf. JUAN PABLO II, Discurso al Congreso Europeo sobre las vocaciones, 2; Carta a los sacerdotes con ocasión del Jueves Santo 2004, 5; Mensaje 41.ª Jornada Mundial de oración por las vocaciones 2004, passim).
2) Evangelizar: Enseñar (Sda. Escritura, Teología del Vaticano II; Doctrina social de la Iglesia); formar (lenguaje apropiado; evangelio sin glosa); catequizar (“La atención a las vocaciones debe ser una componente fundamental de la catequesis y de la formación en la vida de la fe en cualquier momento de la vida del hombre”).
3) Experimentar: - Oración y culto = Liturgia (celebración de la fe).
- Comunión eclesial = koinonía, comunidad eclesial.
- Servicio y caridad = diakonía.
- Testimonio y anuncio = martyría, kerygma.
4) Acompañar: El acompañante, el guía, el modelo, el testigo.
5) Invitar / Proponer: El discernimiento, la elección y el compromiso.
Estos cinco momentos implican los pasos -acciones-siguientes:
1. Sembrar: “Jesús siembra la buena semilla de la vocación en todo corazón humano”.
2. Acompañar: “Jesús está junto a nosotros, camina con nosotros, nos acompaña a lo largo de nuestro camino de fe como hizo con los discípulos de Emaús”.
3. Educar: “Jesús nos educa haciéndonos conocer la verdad sobre nosotros mismos que todavía no conocíamos”.
4. Formar: “Jesús nos forma e nuestro caminar, nos enseña a reconocerlo cuando reflexionamos sobre nuestra experiencia con Él a lo largo del camino”.
5. Discernir: “A la luz de lo que se nos revela en este discernimiento, Jesús nos llama a una elección explícita y efectiva, y nos encomienda una misión”.
Bendiciones. Padre Manuel Peña