por Sor Paola » Mié Oct 13, 2010 6:49 pm
¿Qué significa hablar de las vocaciones y qué debe procurar alcanzar?
Hablar de las vocaciones es hablar del llamado que se nos ha hecho desde el bautismo y que en primer lugar, es el llamado a la santidad; ésta es nuestra primera y última vocación y hacia la que todo cristiano católico debe tender y a la que puede llegar desde cualquier estilo de vida.
La vocación, en el desarrollo de la personalidad y teniendo como único fin la santidad, es la manera como cada persona responde a ese primer llamado; ya sea desde la vida matrimonial, desde la vida consagrada o desde cualquier otro tipo de vida, el cristiano debe responder a este llamado, para ayudar a la construcción del reino de Dios. Esta respuesta debe manifestarse en primer lugar en la vida de quien quiere ser un auténtico cristiano para luego expardirla a todos los que lo rodean.
¿De quién es tarea la promoción vocacional? ¿Sólo de unos pocos?
La tarea de la promoción vocacional está a cargo de todo cristiano que esté verdaderamente comprometido con Cristo y con su Iglesia. Respecto a la vocación religiosa, la tarea de la promoción vocacional está a cargo de cada consagrado, sin importar su rango, su apostolado, su carisma, su espiritualidad, etc, ya que con el sólo hecho de ser un consagrado auténtico y convencido de su compromiso con Dios, con la Iglesia y con su Congregación, podrá a través de su testimonio de vida alegre, fiel, generosa, responsable, ascética e íntegra, motivar a otros para que respondan al llamado que Dios les hace.
¿Por qué es importante buscar vocaciones? ¿Qué pasaría a la Iglesia y a las Congregaciones si no se buscan vocaciones?
Más que buscar vocaciones, es importante animar a los que se sienten llamados, conciéntizándolos de que cuando se deja pasar el momento de la gracia no respondiendo al llamado de Dios, están perdiendo la oportunidad de ser verdadermente felices. Cuando una persona ve a un consagrado fiel y alegre, siente la presencia de Dios en su vida y si se siente llamado a la vida consagrada, se animará a responder con estusiasmo.
Los consagrados debemos mostrar la belleza de nuestra vocación, de nuestra vida de unión a Dios, de nuestra vida de comunidad, del trabajo por la felicidad de los demás; debemos hacer olvidar la idea de que nos hemos hecho religiosos por no haber tenido más oportunidades, debemos demostrar con nuestra vida que somos plenamente felices, y que queremos ayudar a que otros puedan gozar de esta gran felicidad. De esta manera animaremos a otros para respondan con generosidad.
Si no se trabaja por las vocaciones, especialmente con el testimonio, las personas que se sienten llamadas se dejarán distraer por todo lo que ofrece el mundo de consumo, moda, poder, etc.; no alcanzarán la felicidad, y la Iglesia y las Congregaciones irán disminuyendo toda su acción espiritual y pastoral en el mundo entero.