por LIKASEFU49 » Vie Oct 15, 2010 11:52 pm
Dios los bendiga,
¿Por qué no es posible la disolución del vínculo matrimonial?
R/: "Serán una sola carne", Jesucristo ve en esta expresión la indisolubilidad del matrimonio (cf. Mc 10, 9).
De ahí que la unión matrimonial sea, para el escritor sagrado, más sólida que la misma unidad de sangre: “Dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer” (Gn 2, 24). Esta expresión, recordada también por Jesucristo, coloca el amor esponsalicio por encima del amor filial. Si la fuerza del amor conyugal es superior a los lazos de sangre, entonces debemos deducir como consecuencia que ¡también su indisolubilidad debe ser superior! Romper esta unión (lo que no ocurre con la sola “separación” de los cónyuges, que podría ser tolerada en algunos casos, sino con la pretensión de la “disolución vincular”) es tan inconcebible como amputar un miembro sano del cuerpo.
El texto “una sola carne” manifiesta una de las dos finalidades propias del matrimonio: la unidad conyugal. Se refiere, ante todo, a la unión conyugal física, al acto propio y exclusivo de los esposos. Ahora bien, el hecho de que el encuentro sexual sea objeto de permisos y prohibiciones de parte de Dios indica que es visto como algo sagrado y santo.
Antes de la encarnación del Verbo, Dios otorgaba misericordiosamente esta gracia divina con ocasión del matrimonio natural o religioso (judío). Pero después de la encarnación y de la pasión de Cristo, con la institución del matrimonio sacramental, esta gracia es algo intrínseco al matrimonio como sacramento de la Ley Nueva (precisamente uno de sus efectos).
¿Por que no puede darse la unión conyugal fuera del matrimonio? ¿Que sucede cuando hay adulterio y fornicación?
R/:En el acto matrimonial, el hombre y la mujer “se dan a conocer”, “se manifiestan” lo más íntimo. De alguna manera se da algo así como la revelación de un “secreto”, de una intimidad personal que, por medio del acto conyugal, pasa a ser propiedad de los dos; se comparte un secreto interior del alma. Por eso, no puede darse esta realidad fuera de un matrimonio, es decir, de una unión definitiva. Por consiguiente, en toda unión sexual entre personas no casadas (sea fornicación o adulterio) siempre “se pierde algo propio” y “se roba algo ajeno”.
El sentido de “conocer” también nos lleva al plano del lenguaje. Los esposos se conocen en el acto sexual, porque el acto sexual es una palabra, no oral, sino física. Por eso se habla también de “sinceridad” del acto sexual, o por el contrario, de “mentira”, de “medias verdades”. Porque lo que “se conoce” en el acto sexual es la voluntad de entrega total y absoluta, sin reservas, de la persona a la que uno se une. Si esa entrega no es verdaderamente total y sin reserva, uno de los dos o ambos están mintiendo.
Cuando hay adulterio y fornicación se introducen fisuras (con Dios, consigo mismo, con el cónyuge, con los demás hombres, y con la misma naturaleza) que harán cuesta arriba la vida matrimonial así como el cumplimiento de la ley natural en su conjunto. Añadiendo a esta dificultad los pecados personales, los hombres darán origen a la poligamia, al adulterio, a la violencia, al sometimiento de la mujer, al repudio o divorcio judío, etc.
Da ejemplos de la gracia de Dios en el matrimonio.
R/:La presentación paulina del matrimonio muestra, por relación al matrimonio de Cristo y la Iglesia, las condiciones de “sacramento” reunidas en todo matrimonio entre cristianos:
1º Es un signo profético, que indica una cosa sagrada, es decir, apunta, señala, manifiesta un misterio sagrado (como el agua en el bautismo significa la limpieza interior del pecado): en este caso representa el amor de Cristo y la Iglesia. Por eso, los esposos deben amar a sus esposas “como Cristo amó a la Iglesia”.
2º No es sólo un signo de un misterio de Cristo, sino que expresa la “gracia propia” de este misterio de Cristo, realizada ahora en todo matrimonio: así como el agua expresa la “limpieza” del bautismo, aquí el matrimonio manifiesta el amor indisoluble, definitivo, purificador, de Cristo por la Iglesia: “se entregó a Sí mismo, para hacerla pura y santificarla”.
3º No es sólo signo sino que “produce eficazmente” lo que simboliza. Esto se desprende por el mero hecho de pertenecer no ya a la ley natural o antigua sino a la ley nueva(31) . Lo propio de la ley nueva es “re-producir” los misterios de Cristo. Es una ley “eficaz” porque produce lo que expresa. Así como los “sacramentos” de la ley antigua sólo profetizaban la gracia que traería el Mesías, los de la ley nueva actualizan la gracia ya traída. Por tanto, si Jesucristo asumió dentro de la nueva ley la institución del matrimonio (y esto lo vemos, por el hecho de significar el amor de Cristo y la Iglesia), entonces ésta adquirió un carácter “efectivo”, como todas las realidades de la nueva ley.