por SHESHY » Jue Jun 23, 2016 8:17 am
Quiero agradecer y felicitar al autor de este tema : Raúl Alonso , porque considero que es un tema muy importante y necesario especialmente para nosotros los católicos que con frecuencia somos abordados y o atacados por nuestros hermanos protestantes y necesitamos fortalecer y crecer cada día más en el conocimiento de estas verdades de nuestra Fe , concretamente en este caso, en el tema de la Biblia, “Palabra de Dios”.
Cuando las cosas son buenas , cuando los temas son interesantes nos abren el apetito para seguir buscando y complementando los contenidos que nos presentan. Por eso traté de consultar e investigar un poco más.
Impresiona el cuestionamiento que trae el presente tema : ¿Solo Biblia o Iglesia? O lo que algunos sectarios se atreven a decir: “Se puede ser cristiano sin Iglesia”.
Quiero entonces a continuación, compartir algo de lo que consulté : La Iglesia desde sus inicios dio gran importancia y valor a la Palabra de Dios ¡
La comunidad primitiva considerada como un Don del Resucitado, se afianzaba cada día más como “Comunidad”, como Iglesia.
La Comunidad primitiva había adoptado desde hora muy temprana el nombre de ekklesia (de Dios) Cf.Mc. 16, 18.
Pablo cofiesa haber perseguido a la ekklesia de Dios. (Fil. 3,6 ; Gal. 1, 13.
La Iglesia aparece desde sus comienzos como una verdadera y gran familia orgánica y viva. Así ocurría en el cenáculo donde “los apóstoles vivían y perseveraban en la oración con un mismo espíritu en medio de los hermanos. (Hch. 1,14 y Hch. 1,15)
La comunidad primitiva, la Ekklesia eran una comunidad centrada en la Palabra de Dios. La importancia que le daban a la Palabra de Dios era extraordinaria.
La Iglesia era también el órgano esencial del anuncio evangélico. “No está bien, dicen los doce, que nosotros dejemos la Palabra de Dios para ir a servir a las mesas” (Hch. 6,4) Es entonces cuando deciden nombrar a los diáconos para que se dediquen al servicio a los hermanos y así ellos dedicarse al anuncio de la Palabra de Dios. Esta actitud y comportamiento de la Iglesia primitiva nos conduce a afirmar cómo la Iglesia concede la inmensa dignidad y el valor a la Palabra de Dios y desea llevarla al corazón de los hombres para que la conozcan y se adhieran a ella.
La Iglesia primitiva hizo suyos con toda naturalidad los “escritos sagrados” de Israel. En las asambleas de la comunidad primitiva los escritos Sagrados eran leídos e interpretados en una exégesis actualizadora.
La comunidad primitiva buscó también explicaciones en los escritos proféticos del Antiguo Testamento, especialmente en los salmos.
En Hch. 2, 42 se nos dice que los miembros de esta Iglesia primitiva “eran perseverantes en la enseñanza de los apóstoles, (se refiere al Evangelio) a todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio.
La Iglesia entonces se considera como “matriz” de la Sagrada Escritura. Es verdad que la “Palabra crea la Iglesia”, pero es así mismo evidente que “La Iglesia hace la Escritura”. Así lo declara el Papa Pablo VI, dirigiéndose a los miembros de la Pontificia Comisión Bíblica " :
"Vosotros no ignoráis que la Sagrada Escritura y en especial el Nuevo Testamento, se han formado en el interior del Pueblo de Dios, de la Iglesia reunida en torno a los apóstoles… Por tanto es justo afirmar , que si bien la Palabra de Dios ha convocado y engendrado a la Iglesia, también la Iglesia misma ha sido en cierto modo la matriz de la Sagrada Escritura ; esta Iglesia que ha expresado y reconocido en ella, para todas las generaciones venideras, su Fe, Esperanza y su forma de vida en este mundo.
Los estudios de los últimos decenios han contribuido en medida importante a subrayar la relación íntima que unen indisolublemente la Sagrada Escritura y la Iglesia.”
“En el seno de la Iglesia han crecido los libros inspirados de la Biblia. Esta, como madre, los ha dado a luz y aceptado.
El canon o reconocimiento oficial de unos libros normativos para su fe, que la expresan y alimentan, constituye uno de los hechos más singulares y prodigiosos de la historia de la Iglesia.
La Biblia es con toda certeza, el libro de la Iglesia. De esta afirmación, se deriva una consecuencia fundamental :
Sólo dentro de la Iglesia la Biblia debe ser leída, acogida e interpretada. Es patrimonio de todo el pueblo de Dios. Nadie puede adueñarse de ella, privatizarla o hacerla objeto de su uso y cuánto menos, de abuso particular. Nadie debe erigirse en el intérprete absoluto de la Palabra. Véase G. Rizzi, leggere la Bibbia con la Tradizione, Bolonia 1999.
En este contexto se comprende el valor inapreciable de la Tradición, entendida como la comunión de todos los cristianos, que acogen el don de la Sagrada escritura, la proclaman, asimilan e interpretan, sin agotar nunca el tesoro infinito de sus riquezas.