por Eugenia26 » Mar Dic 22, 2015 5:26 pm
1) ¿Por qué es tan importante el silencio para encontrarnos con Dios?
El silencio es esa capacidad interior de saber estar reposado, calmado, controlando y encauzando los sentidos internos y externos. Es esa capacidad de callar, de escuchar, de recogerse. Es esa capacidad de cerrar la boca en momentos oportunos, de calmar las olas interiores, de sentirse dueño de sí mismo y no dominado o esclavo de sus alborotos. La vida crece silenciosamente en el oscuro seno de la tierra y en el seno silencioso de la madre. Dios fue silencioso durante muchos siglos, y en ese silencio se gestaba la comunicación más entrañable: el diálogo entre Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Es muy útil para reponer fuerzas, energías espirituales, calmarse, para encontrarnos con nosotros mismos, para conocernos mejor, más profundamente. Como todo artista, científico, escritor y pensador necesita silencio para crear y producir sus obras siendo el silencio imprescindible para ser creativos. Es condición indispensable para escuchar y encontrarnos con Dios. Jamás le escucharemos si estamos sumergidos en el oleaje de la palabrería, dispersión, agitación. El encuentro con Dios se da en el silencio del alma porque está escondido en el alma y allí se debe de buscarlo.
Las grandes decisiones en la vida nacieron de momentos de silencio. La mucha distracción produce desintegración y ésta acaba por engendrar desasosiego, tristeza, angustia.
Hay diversas clases de silencio: 1) El silencio exterior, que es más fácil de conseguir: silencio de la lengua, de puertas, de cosas y de personas. Es fácil. Basta subirse a un cerro, internarse en un bosque, entrar en una capilla solitaria, y con eso se consigue silencio exterior; 2) El silencio interior: silencio de la mente, recuerdos, fantasías, imaginaciones, memoria, preocupaciones, inquietudes, sentimientos, corazón, afectos. Este silencio interior es más difícil, pero imprescindible para oír a Dios e intimar con Él. Los enemigos del silencio son la dispersión, el desorden, la distracción, la diversión, la palabrería, la excesiva juerga, risotadas, la velocidad, el frenesí, el ruido.
El mayor milagro se realiza en el silencio de la eucaristía. Las decisiones más importantes se han tomado al pie del silencio, junto a Cristo eucaristía. María ofrece, da, recibe y lleva a su Hijo en silencio.
La amistad es crear lazos de unión con alguien y fortalecerla con el trato. En la amistad encontramos refugio y apoyo, la amistad enriquece, fortalece y ensancha el corazón del hombre y le hace invencible ante la adversidad; la amistad dignifica, alegra nuestra existencia y se apoya sobre estos cimientos de sinceridad, generosidad, afecto mutuo.
Cristo en la eucaristía es nuestro mejor amigo y como todo amigo hay que visitarlo, estando ratos cortos y largos con Él, contándole nuestras vidas con sus luces y sombras, abriéndole nuestro corazón, escuchando sus palabras en el silencio de la intimidad ya sea en las iglesias y en las noches de oración.
2) ¿Cómo debemos manejar el sufrimiento de cara a la Eucaristía?
Con paciencia y en silencio, cuando las rodillas se doblan, el corazón se inclina, la mente se calla ante enigmas que nos sobrepasan definitivamente, entonces las rebeldías se las lleva el viento, las angustias se evaporan y la paz llena todos los espacios de nuestra alma.
3) ¿Por qué podemos llamar a María "Nuestra señora del Santísimo Sacramento?
Porque María experimentó algo que ninguna madre padeció como ella con la soledad física al perder a su Hijo en el templo y la soledad psicológica en la pasión y muerte de su Hijo después en la Cruz. Se daba cuenta de que la mayoría no había captado como Ella la necesidad de la muerte de Jesús. ¿Dónde están los curados? ¿Dónde están los frutos de la predicación de mi Hijo? ¡Ni siquiera los Apóstoles captaron el sentido de la misión de su Hijo! Dicha soledad está llena de Dios, si la unimos a la soledad de Cristo con amor y confianza. Dios es nuestra compañía segura; con serenidad, reflexión y oración.
4) ¿Por qué la Eucaristía da fuerzas para el martirio?
Porque en la eucaristía recibimos el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que murió mártir, y que nos llena de bravura, de fuerza para afrontar cualquier situación adversa. Quien comulga con frecuencia tendrá en sus venas la misma Sangre de Cristo, siempre dispuesta a entregarla y derramarla cuando sea necesario por la salvación del mundo.