por betedom123 » Mié Nov 04, 2015 4:38 pm
RESPUESTA 1:Basílica: la basílicas mayores son siete y están en Roma; las menores, por todo el mundo, y ha sido el papa quien ha querido honrarlas con ese título.
Catedral: donde tiene la sede o cátedra el obispo.
Iglesia abacial: donde tiene su sede un abad mitrado.
Iglesias parroquiales: para atender espiritualmente a un grupo de fieles y a cargo del párroco y sus colaboradores sacerdotes, en una localidad o territorio delimitado.
Iglesia conventual: que pertenece a comunidades religiosas.
Capillas, oratorios públicos, semipúblicos o privados.
RESPUESTA 2:a) La luz
De todas las obras de la creación, la luz parece ser la más excelente. Con ella empezó Dios a adornar el mundo. Es la más hermosa de las creaturas naturales y de ella beben la belleza todas las demás. Con la luz honraron los israelitas a la divinidad, por ejemplo, llevándola al Tabernáculo de Moisés y luego al templo de salvación y fabricando para su uso lámparas de gran precio y suntuosos candelabros. Los mismos paganos, para los templos de sus dioses y en sus fiestas. En la Vigilia Pascual se nos da la clave. La Iglesia bendice la luz sacándola del nuevo fuego y la introduce a la iglesia con el cirio pascual. La luz, por tanto, representa y rinde tributo a Jesucristo, “Luz del mundo”. La luz es figura de los ángeles, aparecidos con frecuencia envueltos en celestiales resplandores, y también de las almas justas por su pureza y fe radiantes.
b) El fuego
Es de los elementos más misteriosos y terribles, al mismo tiempo. Sin él, apenas se podría vivir. Es fuerza que quema y alumbra, mata y vivifica, destruye y purifica. Sobrecogidos de espanto las tribus salvajes lo adoraban como a una divinidad. La Iglesia utiliza constantemente el fuego para sus ritos:
Con el fuego anuncia la resurrección de Cristo, el Sábado Santo en la noche de la Vigilia Pascual.
En el incensario, fuego e incienso simbolizan el fervor de la oración y la entrega de nuestra vida, que se va consumiendo poco a poco como suave perfume en honor a Dios.
c) Agua
Es uno de los elementos más indispensables para la vida, y henchido de simbolismo. Al principio del mundo, el Espíritu de Dios la acarició con su soplo como elemento de fecundidad; eran aguas repletas de vida vegetal y animal. Y Jesús la santificó con su contacto en las corrientes del río Jordán. El agua con el crisma forma parte de la materia del Bautismo. En los ritos judíos se usa para las abluciones y lustraciones. La Biblia está llena de fuentes, de pozos; y con el agua del diluvio quiso Dios limpiar la maldad de la tierra. Y Jesús de su costado abierto hizo brotar “sangre y agua”. Y su agua calma siempre la sed .
d)Saliva
Jesús la usó para curar a un sordomudo y al ciego de nacimiento. Los santos Padres la consideraban como símbolo de la sabiduría; la liturgia la ha usado tan sólo en el Bautismo, mojando en ella la nariz y oídos del bautizado, diciendo: “Epheta”, “Abríos”. Así reproducía el gesto de Jesús al curar. De esta manera, esos órganos están ya habilitados para oír con gusto la Palabra de Dios y aspirar el perfume de la santidad. Dada la sensibilidad de los tiempos modernos, el nuevo ritual del bautismo suprimió el uso de la saliva.
e) Aire
El soplo del Creador infundió vida al hombre. Y el de Jesús resucitado comunicó a los apóstoles el Espíritu Santo. Por siglos, ha figurado en el rito bautismal el soplo como signo de expulsión de Satanás, del alma del bautizado.
f) Aceite
Para la vida corporal, es alimento, medicina y condimento. Fortalece, suaviza, agiliza los miembros y, cuando es legítimo aceite de oliva, aromatiza cuanto toca. En la vida espiritual, simboliza también esto: fortaleza espiritual y corporal, valor curativo y conservativo de carácter espiritual, efusión de la gracia, santificación e inhabitación del Espíritu Santo y testimonio cristiano, comunicación del poder divino y consagración de objetos sagrados. Y por eso se usa como materia en algunos sacramentos:
En el bautismo, el óleo de los catecúmenos se coloca en el pecho. Simboliza la fortaleza y la agilidad espiritual.
El crisma se compone de aceite y bálsamo. Se usa en el bautismo, confirmación y consagración de sacerdotes, obispos, cálices, altares, patenas, Iglesias. Todo cristiano tiene que exhalar el suave olor de la santidad, el suave olor de Cristo, como dice san Pablo. En la ordenación sacerdotal se ungen las manos; en la episcopal, la cabeza. “Este gesto nos habla de la transmisión del Espíritu Santo, el cual se adentra en el interior del ungido, toma posesión de él y lo convierte en instrumento suyo. La unción de la cabeza significa la llamada a nuevas responsabilidades: el obispo tendrá en la Iglesia tareas directivas que lo ocuparán a fondo” .
Óleo de los enfermos: vehículo para la gracia divina, y para la salud del cuerpo y del alma.
g) Cera de abejas
Se usa para el alumbrado propiamente litúrgico, es decir, para las Misas y demás sacramentos y sacramentales. La vela encendida sirve para simbolizar a Cristo-Luz del mundo y significar la fe y la oración de los fieles en presencia del Señor.
h) Pan y vino
Son la base del alimento corporal del hombre. Simbolizan, al convertirse en verdadero Cuerpo y Sangre de Cristo, que la Eucaristía es alimento indispensable de todos los cristianos. Son los signos del sacrificio de su cuerpo y sangre como manjar espiritual del alma. El pan, hecho de muchos granos, y el vino, de muchos racimos, son símbolo de la unión íntima entre los cristianos. Simbolizan también la unidad de la Iglesia y de los cristianos con Cristo y entre sí, pues compartir el mismo pan y el mismo vino son signos de fraternidad, amistad y unidad
i) Sal, que sazona y preserva
Se dejó optativo en la fórmula ritual de la bendición del agua lustral como remedio para poner en fuga los demonios y ahuyentar enfermedades. También se usó en el bautismo, colocando unos granitos sobre la boca del bautizando.
j) Ceniza
Es símbolo de la caducidad de la vida y de todo lo material, y, por lo mismo, símbolo del dolor, de la penitencia, del arrepentimiento, de una gran aflicción. En la Biblia la expresión “cubrirse de ceniza y de cilicio” es sinónimo de amarga penitencia y de muy gran duelo. La Iglesia nos la pone el día del miércoles de ceniza “en señal de la humildad cristiana y como prenda del perdón que se espera”.
k) Incienso
Nuestra vida se tiene que quemar en honor a Dios, dando suave aroma. En las solemnidades se inciensa el altar y los santos, la cruz y el Santísimo Sacramento en señal de respeto y veneración. Se inciensa al sacerdote como representante de Dios, y a los fieles para recordarles que, como pueblo santo y sacerdotal, son concelebrantes y no sólo espectadores. Además, purifica el templo y nos eleva a Dios.
l) Flores
Las flores naturales que adornan el altar y los santos significan fiesta, alegría, exultación piadosa. En tiempo de cuaresma, tiempo fuerte de penitencia y austeridad, aunque se pueden poner algunas plantas, no debe haber, sin embargo, flores en las iglesias, exceptuando el tercer domingo de cuaresma, domingo del “Laetare”, y las solemnidades y fiestas que caen en cuaresma.
m) Campanilla
Para la atención piadosa y unión de corazones de la asamblea participante. Se usa en el momento de la consagración en las santas misas, para centrar la atención de los que participan en la celebración eucarística.
RESPUESTA 3 : Es la virtud de la religión, que procede a su vez de la virtud cardinal de la
justicia que nos inclina a dar a Dios el culto debido. Esta virtud de la religión presupone las virtudes teologales y demostramos esta virtud con
actos, ya sea internos, ya sea externos.
Actos internos
Adoración: por ser Dios.
Agradecimiento: por habernos dado todo. Arrepentimiento: por haberle ofendido. Súplica y petición: porque Él es la fuente de todo don.
Actos externos
Son todas las ceremonias expresadas con la boca, lengua, sentidos, gestos, movimientos.
Las Ceremonias
Las ceremonias son como la etiqueta sagrada y el comportamiento tanto de los ministros sagrados como también de los fieles participantes. El
objeto de las ceremonias, la finalidad de las ceremonias es poner nuestro cuerpo al servicio del alma, y ambos al servicio de Dios. Al mismo
tiempo reflejan externamente la fe y piedad de la Iglesia y de los fieles cristianos.
Las ceremonias son signos de lo que pasa en nuestro interior. Por tanto, las ceremonias tienen estas características:
Mueven al alma a la veneración de las cosas sagradas. Elevan la mente a las realidades sobrenaturales. Nutren la piedad. Fomentan la
caridad. Acrecientan la fe, la compunción, la alegría, el recogimiento. Robustecen la devoción. Instruyen a los sencillos y adornan el culto de
Dios. Conservan la religión.
Las ceremonias se llevan a cabo a través de actitudes, posturas y gestos.
a) Actitudes
Las actitudes del cuerpo son reflejo de lo que siente el alma. Estas son las actitudes más importantes en la liturgia:
Estar de pie: es una forma de demostrar nuestra confianza filial, y nuestra disponibilidad para la acción, para el camino. El estar de pie significa
la dignidad de ser hijos de Dios, no esclavos agachados ante el amo. Es la confianza llana del hijo que está ante el padre a quien respeta
muchísimo y a quien al mismo tiempo tiene cariño. Al mismo tiempo, al estar en pie manifestamos la fe en Jesús resucitado que venció a la
muerte, y la fe en que nosotros resucitaremos también; el estar agachado y postrado no es la última postura del cristiano; sino el estar en pie
resucitado.
De rodillas: sólo ante Dios debemos doblar nuestra rodilla. Ante nadie más. Esto nos otorga la dignidad de sentirnos libres ante las criaturas. No
debemos arrodillarnos ante el dinero, ni ante el trabajo, ni ante amos humanos. También el ponernos de rodillas significa que nos reconocemos
pecadores ante Él. El fariseo del Evangelio no quiso arrodillarse. La genuflexión ante el Santísimo es un saludo reverencial de fe, en homenaje
de reconocimiento al Señor Jesús. Debemos hacerlo en forma pausada y recogida.
Sentados: significa la confianza de estar con los amigos, sin demasiado apuro, con paz y tranquilidad, como un cierto “descansar” ante Dios.
Estamos en casa, cuando estamos en el templo. Sentados podemos hablar con intimidad y largamente con el Señor que está ahí presente, tan
presente que invade nuestro propio y más hondo interior. También uno se sienta para escuchar y aprender cuando un maestro habla. En la misa
estamos sentados durante las lecturas y la homilía: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”.
Postrados : se usa en ciertos momentos escasos, en que el alma cristiana se siente más indigna de dirigirse a Dios, cargada de
responsabilidades, o en un luto universal como el del Viernes Santo por la muerte de Jesús, o cuando la pena y desconsuelo son tan inmensos
que no se ve solución. Por ejemplo: el futuro sacerdote, cuando se postra el día de su ordenación sacerdotal; o algunas monjas, el día en que
entran al convento o hacen su profesión religiosa, se postran en el suelo, indicando no tanto el abatimiento, sino la necesidad de protección de
Dios y la impotencia personal. Es signo de humildad y penitencia.
La procesión, más que un gesto litúrgico, es un rito. En las celebraciones habituales, por ejemplo, en la santa misa, los ministros realizan
movimientos que tienen carácter procesional: al principio, antes del evangelio, etc. También los fieles adoptan esta actitud al presentar las
ofrendas y cuando comulgan.
Además, hay procesiones excepcionales unidas al año litúrgico, como la del Domingo de Ramos y la del Corpus Christi, o en circunstancias
particulares de la vida de la Iglesia, por ejemplo, la de una comunidad parroquial el día de las fiestas patronales. La procesión simboliza,
principalmente, el carácter peregrinante de la Iglesia. También, a veces, es un signo muy expresivo de fe y devoción. Deben hacerse con
dignidad y respeto, huyendo tanto de la rigidez como del sentimentalismo.
b) Posturas Manos juntas: Es señal de respeto y de oración. Es un gesto de humildad y vasallaje, y de actitud orante y confiada. Es el gesto más
acomodado a la celebración litúrgica cuando las manos no han de emplearse en otros ritos o no se prescribe que se tengan levantadas. Es la
mejor postura a la hora de ir a comulgar.
Extender las manos y elevar a la vez los brazos son súplicas solemnes: colecta, plegaria de la misa, paternóster, prefacio. Levantar y extender
las manos al rezar expresa los sentimientos del alma que busca y espera el auxilio de lo alto. Hoy es un gesto reservado al ministro que celebra
la santa misa.
Extender y volver a juntar las manos es el deseo del sacerdote de estrechar a la asamblea en un común abrazo de fraternidad, de recoger las
intenciones y deseos de todos para ofrecérselos a Dios, y derramar sobre ellos las misericordias de Dios.
Manos que dan y reciben la paz: Las manos extendidas, abiertas y acogedoras simbolizan la actitud de un corazón pacífico y fraternal, que
quiere comunicar algo personal y está dispuesto a acoger lo que se le ofrece. Cuando unas manos abiertas salen al encuentro de otras enidéntica actitud, se percibe el sentimiento profundo de un hermano que sale al encuentro de otro hermano, para ratificar, comunicar o
restablecer la paz.
Manos que reciben el Cuerpo del Señor : las manos dispuestas para recibir la Santa Comunión han de ser signo de humildad, de pobreza,
de espera, de disponibilidad y de confianza. También son signo de veneración, de respeto y de acogida, pues el Pan eucarístico no se coge
sino que se acoge, se recibe.
c) Gestos litúrgicos
En nuestra vida usamos no sólo palabras y actitudes o posturas, sino también está el lenguaje del gesto para expresarnos: un guiño, el
levantar el puño con el dedo pulgar arriba, el fruncir el ceño, un beso, etc.
También en la liturgia empleamos gestos. Con estos gestos, la liturgia aspira a cautivar a todo hombre y a despertar en la asamblea la
variedad de sentidos nobles, dignos del culto divino.
Veamos, pues, los gestos litúrgicos más sobresalientes, y su hondo significado.
Señal de la cruz: es el gesto más noble y el más frecuente y elocuente. No es un garabato, que termina besándose uno el dedo pulgar ¡Esta
no es la señal de la Santa Cruz! Se produce de dos modos: sobre uno mismo, con los dedos extendidos de la mano derecha; o, cuando un
sacerdote debe bendecir en nombre de Cristo, sobre las personas u objetos con la misma mano levemente encorvada. Una sola vez, al inicio
del oficio divino, se hace sobre los labios con el dedo pulgar para pedirle al Señor que Él mismo “los abra para poder proclamar con la boca
sus alabanzas”. Tengo aquí un texto de Tertuliano, del siglo II, que atestigua cómo la señal de la cruz es práctica cristiana desde los primeros
siglos: “ora caminemos, ora salgamos o entremos, ora nos vistamos, ora nos lavemos, ora vayamos a la mesa o a la cama, ora nos sentemos
o hagamos cualquier cosa, marquemos nuestra frente con el signo de la cruz “. Debe hacerse desde la frente hasta el pecho, y desde el
hombro izquierdo al derecho. ¿Qué significa hacerse la señal de la cruz? Primero venerar la cruz redentora de Cristo. Segundo, sellar con
ella nuestra persona cristiana y así fortalecerla para hacer el bien y evitar el mal. Esa señal comienza en la frente, para que Dios, con su
Santa Cruz, nos quite los malos pensamientos y nos proteja los buenos. Después de la frente va al pecho para que nos quite los malos
deseos del corazón y nos proteja los buenos. Y finalmente, nos envuelve de izquierda a derecha, para proteger del mal todo nuestro ser.
La reverencia: consiste en ligeras inclinaciones de cabeza, ante el altar, ante imágenes, al recibir la Sagrada Comunión, cuando el acólito
inciensa al sacerdote y al pueblo; o al incensar el mismo sacerdote hace reverencia al crucifijo o a la imagen de los santos, a modo de saludo
reverente. Aquí no sólo es señal de cortesía humana, sino que las reverencias están revestidas de culto sagrado. Tienen que ser hechas
despacio, y sólo con la cabeza, no con todo el cuerpo, a no ser que sea en la misa después de ofrecer el pan y el vino y antes del lavado de
las manos, donde se inclina ligeramente también el cuerpo. Aquí ya no es sólo reverencia, sino total inclinación.
Las miradas: unas veces invitan a la admiración y adoración callada, de fe sentida y de recogimiento; por eso, clavamos la mirada en la
Hostia consagrada y en el cáliz al levantarlos el sacerdote en la consagración, en la custodia de la exposición y bendición del Santísimo.
También la mirada del sacerdote a la gente es señal de comunicación fraterna, de saludo cordial. Cuando los ojos están cerrados simbolizan,
no tanto que estamos durmiendo, sino que estamos en profundo silencio y recogimiento para saborear la comunión, o las lecturas leídas. Es
falta de respeto, cuando se da la homilía, no mirar al predicador. Simbolizaría desinterés total, despecho; también sería falta de cordialidad e
interés si el predicador no mirase a los fieles a la hora de predicar. Cuando uno eleva los ojos hacia arriba está indicando petición a Dios o
desagravio por los pecados propios y de la humanidad.
Los ósculos o besos: el sacerdote da un beso al altar al comenzar y al terminar la santa misa; es Cristo quien recibe ese ósculo. Los fieles
se dan el beso en el momento de la paz. Son señales de afecto, de gratitud, de adhesión, de veneración y de reconciliación. Besamos las
reliquias, el crucifijo, la mano del sacerdote que bendice y perdona. Cada uno de estos ósculos imprime un sello religioso especial en las
personas o cosas que los reciben. En muchas partes no es oportuno el beso de la paz, por motivos culturales; entonces se prefiere el apretón
de manos.
Golpes de pecho con la mano. Es una de las señales mas expresivas de dolor y contrición de corazón, en un pecador. Se hace en la
confesión, al momento de decir el acto de contrición. Lo hacemos en el momento del “Yo confieso” de la santa misa. Así, con ese gesto
humilde, aplacamos y agradamos mejor a Dios y expresamos más sentidamente nuestra compunción ante los demás hermanos. Los golpes
deben ser hechos con suavidad, como cuando uno llama a una puerta que no tiene timbre ni aldaba.
La imposición de las manos significa varias cosas: transmisión de poderes superiores a personas o grupos de elección, o de algún carisma
o misión, o absolución de culpas. También es signo de bendición de Dios y de consuelos en la unción de enfermos. En el momento de la
consagración manifiesta el poder maravilloso de los sacerdotes de convertir el pan y el vino en Cuerpo y Sangre de Cristo. También es señal
de expulsión del demonio en los exorcismos.
Caminar hacia el altar: No es un simple gesto, es un rito. Es también símbolo de nuestro peregrinar al cielo. Caminamos con otros, no solos.
Así, en las procesiones, peregrinaciones, vamos con alegría, sin temores, pues sabemos que Cristo es el Camino vivo y verdadero.
Cantar. El que canta ora dos veces, decía san Agustín. El canto es el afecto del corazón hecho música.