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Refiriéndonos a la doctrina contenida en la Encíclica «Humanæ vitæ», trataremos de delinear ulteriormente la vida espiritual de los esposos.

1. Refiriéndonos a la doctrina contenida en la Encíclica “Humanæ vitæ”, trataremos de delinear ulteriormente la vida espiritual de los esposos.
Estas son las grandes palabras de la Encíclica: “La Iglesia, al mismo tiempo que enseña las exigencias imprescriptibles de la ley divina, anuncia la salvación y abre con los sacramentos los caminos de la gracia, la cual hace del hombre una nueva criatura, capaz de corresponder en el amor y en la verdadera libertad al designio de su Creador y Salvador y de encontrar suave el yugo de Cristo.

“Los esposos cristianos, pues, dóciles a su voz, deben recordar que su vocación cristiana, iniciada en el bautismo, se ha especificado y fortalecido ulteriormente con el sacramento del matrimonio. Por lo mismo, los cónyuges son corroborados y como consagrados para cumplir fielmente los propios deberes, para realizar su vocación hasta la perfección y par dar testimonio propio de ellos delante del mundo. A ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible ante los hombres la santidad y la suavidad de la ley que une el amor mutuo de los esposos con su cooperación al amor de Dios, autor de la vida humana” (Humanæ vitæ, 25).

2. Al mostrar el mal moral del acto anticonceptivo, y delineando, al mismo tiempo, un cuadro posiblemente integral de la práctica “honesta” de la regulación de la fertilidad, o sea, de la paternidad y maternidad responsables, la Encíclica “Humanæ vitæ” crea las premisas que permiten trazar las grandes líneas de la espiritualidad cristiana, de la vocación y de la vida conyugal e, igualmente, de la de los padres y de la familia.

Más aún, puede decirse que la Encíclica presupone toda la tradición de esta espiritualidad, que hunde sus raíces en las fuentes bíblicas, ya analizadas anteriormente, brindando la ocasión de reflexionar de nuevo sobre ellas y hacer una síntesis adecuada.
Conviene recordar aquí lo que se ha dicho sobre la relación orgánica entre la teología del cuerpo y la pedagogía del cuerpo. Esta “teología-pedagogía”, en efecto, constituye ya de por sí el núcleo esencial de la espiritualidad conyugal. Y esto lo indican también las frases de la Encíclica que hemos citado.

3. Ciertamente, reelería e interpretaría de forma errónea la Encíclica ”Humanæ vitæ” el que viese en ella tan sólo la reducción de la “paternidad y maternidad responsables” a los solos “ritmos biológicos de fecundidad”. El autor de la Encíclica desaprueba enérgicamente y contradice toda forma de interpretación reductiva (y en este sentido “parcial”), y vuelve a proponer con insistencia la comprensión integral. La paternidad-maternidad responsable, entendida integralmente, no es más que un importante elemento de toda la espiritualidad conyugal y familiar, es decir, de esa vocación de la que habla el texto citado de la “Humanæ vitæ”, cuando afirma que los cónyuges deben realizar “su vocación hasta la perfección” (Humanæ vitæ, 25). El sacramento del matrimonio los corrobora y como consagra para conseguirla (cf. Humanæ vitæ, 25).

A la luz de la doctrina, expresada en la Encíclica, conviene que nos demos mayor cuenta de esa “fuerza corroborante” que está unida a la “consagración sui generis” del sacramento del matrimonio.

Puesto que el análisis de la problemática ética del documento de Pablo VI estaba centrado sobre todo en la exactitud de la respectiva norma, el esbozo de la espiritualidad conyugal que allí se encuentra, intenta poner de relieve precisamente estas “fuerzas” que hacen posible el auténtico testimonio cristiano de la vida conyugal.

4. “No es nuestra intención ocultar las dificultades, a veces graves, inherentes a la vida de los cónyuges cristianos: para ellos, como para todos, la puerta es estrecha y angosta la senda que lleva a la vida (cf. Mt 7, 14). Pero la esperanza de esta vida debe iluminar su camino mientras se esfuerzan animosamente por vivir con prudencia, justicia y piedad en el tiempo presente, conscientes de que la forma de este mundo es pasajera” (Humanæ vitæ, 25).

En la Encíclica, la visión de la vida conyugal está, en cada pasaje, marcada por realismo cristiano, y esto es precisamente lo que más ayuda a conseguir esas “fuerzas” que permiten formar la espiritualidad de los cónyuges y de los padres en el espíritu de una auténtica pedagogía del corazón y del cuerpo.
La misma conciencia “de la vida futura” abre, por decirlo así, un amplio horizonte de esas fuerzas que deben guiarlos por la senda angosta (cf. Humanæ vitæ, 25) y conducirlos por la puerta estrecha (cf. Humanæ vitæ, 25) de la vocación evangélica.

La Encíclica dice: “Afronten, pues, los esposos los necesarios esfuerzos, apoyados por la fe y por la esperanza, que no engaña, porque el amor de Dios ha sido difundido en nuestros corazones junto con el Espíritu Santo, que nos ha sido dado” (Humanæ vitæ, 25).

5. He aquí la fuerza” esencial y fundamental: el amor injertado en el corazón (”difundido en los corazones”) por el Espíritu Santo. Luego la Encíclica indica cómo los cónyuges deben implorar esta “fuerza” esencial y toda otra “ayuda divina” con la oración; cómo deben obtener la gracia y el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristía; cómo deben superar “con humilde perseverancia” las propias faltas y los propios pecados en el sacramento de la penitencia.
Estos son los medios -infalibles e indispensables- para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. Con ellos esa esencial y espiritualmente creativa “fuerza” de amor llega a los corazones humanos y, al mismo tiempo, a los cuerpos humanos en su subjetiva masculinidad y feminidad. Efectivamente, este amor permite construir toda la convivencia de los esposos según “la verdad del signo”, por medio de la cual se construye el matrimonio en su dignidad sacramental, como pone de relieve el punto central de la Encíclica (cf. Humanæ vitæ, 21).

Pregunta: ¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

A través del dominio del instinto, mediante la razón y la voluntad libre, las manifestaciones afectivas de la vida conyugal están en conformidad con el orden recto y particularmente observando la continencia periódica. Esta disciplina, propia de la pureza de los esposos, lejos de perjudicar el amor conyugal, le confiere un valor humano más sublime. Exige un esfuerzo continuo y permite a los cónyuges desarrollar íntegramente su personalidad, enriqueciéndose de valores espirituales:

• Aportando a la vida familiar frutos de serenidad y de paz y facilitando la solución de otros problemas;
• Favoreciendo la atención hacia el otro cónyuge;
• Ayudando a superar el egoísmo, enemigo del verdadero amor, y
• Enraizando más su sentido de responsabilidad.

Los padres adquieren así la capacidad para educar mas eficazmente a los hijos; los niños y los jóvenes crecen en la justa estima de los valores humanos y en el desarrollo sereno y armónico de sus facultades espirituales y sensibles.

¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

Para responder la pregunta, no es la intención ocultar las dificultades, a veces graves, inherentes a la vida de los cónyuges cristianos: para ellos, como para todos, la puerta es estrecha y angosta la senda que lleva a la vida. Pero la esperanza de esta vida debe iluminar su camino mientras se esfuerzan animosamente por vivir con prudencia, justicia y piedad en el tiempo presente, conscientes de que la forma de este mundo es pasajera” (Humanæ vitæ, 25).
En la Encíclica, la visión de la vida conyugal está, en cada pasaje, marcada por realismo cristiano, y esto es precisamente lo que más nos ayuda a conseguir esas “fuerzas” que permiten formar la espiritualidad de los cónyuges y de los padres en el espíritu de una auténtica pedagogía del corazón y del cuerpo.
La misma conciencia “de la vida futura” abre, por decirlo así, un amplio horizonte de esas fuerzas que deben guiarlos por la senda angosta y conducirlos por la puerta estrecha de la vocación evangélica.
La Encíclica dice: “Afronten, pues, los esposos los necesarios esfuerzos, apoyados por la fe y por la esperanza, que no engaña, porque el amor de Dios ha sido difundido en nuestros corazones junto con el Espíritu Santo, que nos ha sido dado”.
He aquí la fuerza” esencial y fundamental: el amor injertado en el corazón por el Espíritu Santo. Luego la Encíclica indica cómo los cónyuges deben implorar esta “fuerza” esencial y toda otra “ayuda divina” con la oración; cómo deben obtener la gracia y el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristía; cómo deben superar “con humilde perseverancia” las propias faltas y los propios pecados en el sacramento de la penitencia.
Estos son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. Con ellos esa esencial y espiritualmente creativa “fuerza” de amor llega a los corazones humanos y, al mismo tiempo, a los cuerpos humanos en su subjetiva masculinidad y feminidad. Efectivamente, este amor permite construir toda la convivencia de los esposos según “la verdad del signo”, por medio de la cual se construye el matrimonio en su dignidad sacramental, como pone de relieve el punto central de la Encíclica (cf. Humanæ vitæ, 21).

Pregunta: ¿Cuáles son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?
Estos son los medios -infalibles e indispensables- para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. Con ellos esa esencial y espiritualmente creativa "fuerza" de amor llega a los corazones humanos y, al mismo tiempo, a los cuerpos humanos en su subjetiva masculinidad y feminidad. Efectivamente, este amor permite construir toda la convivencia de los esposos según "la verdad del signo", por medio de la cual se construye el matrimonio en su dignidad sacramental, como pone de relieve el punto central de la Encíclica (cf. Humanæ vitæ, 21).
He aquí la fuerza" esencial y fundamental: el amor injertado en el corazón ("difundido en los corazones") por el Espíritu Santo. Luego la Encíclica indica cómo los cónyuges deben implorar esta "fuerza" esencial y toda otra "ayuda divina" con la oración; cómo deben obtener la gracia y el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristía; cómo deben superar "con humilde perseverancia" las propias faltas y los propios pecados en el sacramento de la penitencia.

¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?
Es la vision de la vida conyugal, un amor injertado en el corazon. Considero que uno de los medios indispensables es centrar la vida conyugal y failiar en la Palabra de Dios

Pregunta: ¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

“Los esposos cristianos, pues, dóciles a su voz, deben recordar que su vocación cristiana, iniciada en el bautismo, se ha especificado y fortalecido ulteriormente con el sacramento del matrimonio... A ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible ante los hombres la santidad y la suavidad de la ley que une el amor mutuo de los esposos con su cooperación al amor de Dios, autor de la vida humana”

“No es nuestra intención ocultar las dificultades, a veces graves, inherentes a la vida de los cónyuges cristianos: para ellos, como para todos, la puerta es estrecha y angosta la senda que lleva a la vida (cf. Mt 7, 14). Pero la esperanza de esta vida debe iluminar su camino mientras se esfuerzan animosamente por vivir con prudencia, justicia y piedad en el tiempo presente, conscientes de que la forma de este mundo es pasajera”

He aquí la fuerza” esencial y fundamental: el amor injertado en el corazón (”difundido en los corazones”) por el Espíritu Santo. Los cónyuges deben implorar esta “fuerza” esencial y toda otra “ayuda divina” con la oración; cómo deben obtener la gracia y el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristía; cómo deben superar “con humilde perseverancia” las propias faltas y los propios pecados en el sacramento de la penitencia.
Estos son los medios -infalibles e indispensables- para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. Este amor permite construir toda la convivencia de los esposos según “la verdad del signo”, por medio de la cual se construye el matrimonio en su dignidad sacramental, como pone de relieve el punto central de la Encíclica.

¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

Estas son las grandes palabras de la Encíclica: "La Iglesia, al mismo tiempo que enseña las exigencias imprescriptibles de la ley divina, anuncia la salvación y abre con los sacramentos los caminos de la gracia, la cual hace del hombre una nueva criatura, capaz de corresponder en el amor y en la verdadera libertad al designio de su Creador y Salvador y de encontrar suave el yugo de Cristo.

Los esposos cristianos, pues, dóciles a su voz, deben recordar que su vocación cristiana, iniciada en el bautismo, se ha especificado y fortalecido ulteriormente con el sacramento del matrimonio. Por lo mismo, los cónyuges son corroborados y como consagrados para cumplir fielmente los propios deberes, para realizar su vocación hasta la perfección y par dar testimonio propio de ellos delante del mundo. A ellos ha confiado el Señor la misión de hacer visible ante los hombres la santidad y la suavidad de la ley que une el amor mutuo de los esposos con su cooperación al amor de Dios, autor de la vida humana" (Humanæ vitæ, 25).

Ciertamente, releería e interpretaría de forma errónea la Encíclica "Humanæ vitæ" el que viese en ella tan sólo la reducción de la "paternidad y maternidad responsables" a los solos "ritmos biológicos de fecundidad". El autor de la Encíclica desaprueba enérgicamente y contradice toda forma de interpretación reductiva (y en este sentido "parcial"), y vuelve a proponer con insistencia la comprensión integral. La paternidad-maternidad responsable, entendida integralmente, no es más que un importante elemento de toda la espiritualidad conyugal y familiar, es decir, de esa vocación de la que habla el texto citado de la "Humanæ vitæ", cuando afirma que los cónyuges deben realizar "su vocación hasta la perfección" (Humanæ vitæ, 25). El sacramento del matrimonio los corrobora y como consagra para conseguirla (cf. Humanæ vitæ, 25).

La Encíclica dice: "Afronten, pues, los esposos los necesarios esfuerzos, apoyados por la fe y por la esperanza, que no engaña, porque el amor de Dios ha sido difundido en nuestros corazones junto con el Espíritu Santo, que nos ha sido dado" (Humanæ vitæ, 25).

COMENTARIO: La “fuerza" esencial y fundamental es el amor injertado en el corazón por el Espíritu Santo. Implorando esta "fuerza" esencial y toda otra "ayuda divina" con la oración, la Eucaristía, y la humilde perseverancia en el sacramento de la penitencia. Estos son los medios -infalibles e indispensables- para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. Con ellos esa "fuerza" de amor llega a los corazones humanos y, al mismo tiempo, a los cuerpos humanos en su masculinidad y feminidad. Efectivamente, este amor permite construir toda la convivencia de los esposos constituyendo el matrimonio en su dignidad sacramental.

Un abrazo y hasta pronto.-

El amor, La fuerza, la oración. La gracia. La Eucaristía, la perseverancia y el reconocimiento en el sacramento de la reconciliación.

¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?
Los medios infalibles son:
a) el amor injertado en el corazon del hombre por el Espiritu Santo
b) Por medio de la oracion los conyuges deben implorar esta fuerza del Espiritu y asi obtener la gracia y el amor
c) El sacramento obteniendo en el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristia
d)atravez de estas fuentes logremos superar con humilde perseverancia las propias faltas, pecados, en el
sacramento da la penitencia
Con esta fuerza de amor nos permite construir toda la convivencia de los esposos, segun la verdad del signo. Por medio de la cual se construye el matrimonio en su dignidad sacramental.

¿Cuáles son los medios infalibles e indispensables –para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

El medio principal es el amor porque en toda relación hay problemas y se necesita tener a Dios en el centro de la pareja para poder avanzar por el camino de la convivencia del matrimonio. Los cónyuges deben orar mucho para obtener la gracia de reconocer sus faltas y poder superarlas.

¿Cuáles son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?
Según la Encíclica Humanæ vitæ son 3 medios:
- La oración: para implorar el amor (“fuerza” esencial y fundamental) y otra ayuda divina.
- La Eucaristía: fuente de gracia y amor.
- La penitencia: sacramento para superar "con humilde perseverancia" las propias faltas y los propios pecados.

La vivencia del amor humano reforzado por la prudencia, justicia, piedad y templanza. Recordando constantemente que esta vida es pasajera y que solo de cara a Dios se puede llegar a lograr la esperanza de la vida eterna a través de cumplir con la misión, la profesión y la vocación matrimonial. Saludos

VIRGINIA CASTRO # 122

CUALES SON LOS MEDIOS INFALIBLES E INDISPENSABLES PARA FORMAR LA ESPIRITUALIDAD CRISTIANA DE LA VIDA CONYUGAL Y FAMILIAR?

La oracion- la confesion- y la Eucaristia pero ante esto entender el amor divino que Dios ha dado a la pareja por medio del Espiritu Santo.
Con la oracion crecemos en la espiritualidad, aprendemos a amar y a respetar todo lo creado por Dios, ensenar a amar al prjimo y siempre como padres ser un buen ejemplo para los hijos; todo esto en nuestro Corazon ha sido implantado por el Espiritu Santo y ensenar como obtener la gracia y el amor de la fuente viva en la Eucaristia.

Los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. La fuerza” esencial y fundamental: el amor injertado en el corazón por el Espíritu Santo. Los cónyuges implorando “fuerza” esencial y toda otra “ayuda divina” con la oración; obtener la gracia y el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristía; superando “con humilde perseverancia” las propias faltas y los propios pecados en el sacramento de la penitencia. Con ellos esa esencial y espiritualmente creativa “fuerza” de amor llega a los corazones humanos y, al mismo tiempo, a los cuerpos humanos en su subjetiva masculinidad y feminidad. Efectivamente, este amor permite construir toda la convivencia de los esposos según “la verdad del signo”, por medio de la cual se construye el matrimonio en su dignidad sacramental, como pone de relieve el punto central de la Encíclica (cf. Humanæ vitæ, 21).

Los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana en la vida conyugal y familiar son los mismos que en todas las esferas de la actividad cristiana, a saber: El amor injertado en el corazón por el Espíritu Santo, la oración que da fuerza y es ayuda divina; desde luego, la Eucaristía para obtener la gracia y el amor; y el sacramento de la penitencia para perseverar humildemente en la correción de las propias faltas y pecados. Desde luego cada uno de estos pilares de la espiritualidad debe ser abordado desde la perspectiva matrimonial: es diferente la gracia que se pide y que se recibe en cada estado de la persona. Hay gracias específicas para los esposos, que deben ser pedidas y renovadas cuantas veces sea necesario.

Pregunta: ¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?

R: La vida conyugal y familiar a través del matrimonio recibe al Espiritu Santo quien le confiere a los esposos la fuerza necesaria para que mediante el amor el acto conyugal sea perfecto ante Dios, por sus dos significados, el unitivo, que los convierte en una sola carne y el procreador, colaborando con Él, en la transmisión de la vida, pero además conservando la continencia periódica, valorando y fortaleciendo la espiritualidad conyugal.
La Encíclica Humanæ vitæ destaca como infalible e indispensable la oración, la Eucaristía y la humildad puesta a prueba en la penitencia La fuerza de cada una impregna el corazón y el cuerpo de los esposos al facilitar la convivencia, haciéndolos crecer en valores espirituales.

¿Cuales son los medios infalibles e indispensables para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar?
La oración , los sacramentos, la espiritualidad conyugal y familiar cristiana.
“He aquí la fuerza" esencial y fundamental: el amor injertado en el corazón ("difundido en los corazones") por el Espíritu Santo (…) la Encíclica indica cómo los cónyuges deben implorar esta "fuerza" esencial y toda otra "ayuda divina" con la oración; cómo deben obtener la gracia y el amor de la fuente siempre viva de la Eucaristía; cómo deben superar "con humilde perseverancia" las propias faltas y los propios pecados en el sacramento de la penitencia.
Estos son los medios -infalibles e indispensables- para formar la espiritualidad cristiana de la vida conyugal y familiar. Con ellos esa esencial y espiritualmente creativa "fuerza" de amor llega a los corazones humanos y, al mismo tiempo, a los cuerpos humanos en su subjetiva masculinidad y feminidad”.