por lindoro50 » Dom Jul 06, 2014 1:00 pm
1. ¿Cuál es la peor esclavitud a la que puede verse sujeto un hombre?
La esclavitud espiritual que tiene su origen en la caída y el pecado del hombre, pues la verdadera libertad se halla sólo en la esfera de la voluntad de Dios y afecta a todas las esferas de la vida.
¿Por qué?
Porque la esclavitud es una servidumbre, sometimiento, sujeción, opresión, cautiverio de alguien que carece de voluntad por estar sometida a otra persona o cosa.
2. ¿Cómo puedo salir de ella?
Debemos odiar el pecado, desterrarlo de nuestra vida, luchar contra todo tipo de mal que tengamos en nuestro corazón. Debemos renunciar al pecado, denunciarlo con energía y respeto, y anunciar la Buena Nueva de la gracia.
No debemos alejarnos de la casa de Dios Padre. En su casa encontramos la luz, el calor, la seguridad, alegría y el amor...Fuera de ella encontramos oscuridad, frialdad, inseguridad, indiferencia de los demás, tristeza. Y si no, preguntémosle a ese hijo pródigo del evangelio (cf. Lc 15, 11ss). Y cuando tengamos la desgracia de alejarnos, aún hay posibilidad de volver, arrepentirse y abrazar a Dios, que desde siempre ha dejado la puerta de su corazón abierta a todos.
La conversión y la justificación permiten al hombre la posibilidad de no pecar más (cf. 1 Jn 3,6.9), o sea, de no estar más sometido a la tiranía de las pasiones egoístas. El Espíritu restablece así la ‘semejanza’ del hombre con Dios.
3. ¿En qué consiste la libertad?
Es un hábito que ha de adquirirse; porque gracias a ella el hombre puede autoconstruirse, prolongarse, completarse y terminarse, obteniendo por sí mismo un fin sublime.
Se es verdadera y genuinamente libre, por el conocimiento de la voluntad de Dios, por la fuerza de la gracia de Dios, y por el regalo inmerecido de la salvación. Por eso San Pablo identifica el cristianismo con la libertad. En Cristo encontramos la realización completa de la humanidad, el paradigma y el modelo de lo que significa ser plenamente hombre. En Él experimentamos la verdad de nuestra existencia y de nuestro destino y, sobre todo, recibimos la fuerza para vivir de acuerdo con esa verdad.
4. ¿A quién pertenece todo cuanto ha sido creado?, ¿y nosotros? ¿Qué cita lo dice?
A Dios; nosotros particularmente, pertenecemos también a Dios. Hay diversas citas en la Sagrada Escritura que así lo indican: Sal. 51,12; Sab. 11,20; Apoc. 4,1; Jn 1,1-3; Gn 1, etc.
5. El egoísmo es la peor forma de esclavitud. ¿Por qué?
Porque es la fuente del empobrecimiento de la persona. El egoísta vive en una permanente búsqueda de su propia satisfacción, que acaba por ser angustiosa, porque el egoísta a cada paso se sorprende con que ha vuelto a perder el rastro y no consigue disfrutar su vida con casi nada. Son afanes oscuros y confusos que hacen desgraciadas a las personas.
6. ¿En qué se encuentra la plena libertad?
Cristo es para nosotros el supremo modelo de libertad, de corresponsabilidad y de inventiva, pero realizadas dentro de la obediencia a la voluntad del Padre. "Jesús está ante Dios como el obediente y libre a la vez. Como obediente cumple la voluntad del Padre, siguiendo ciegamente la ley que le ha sido impuesta. En cuanto libre, acepta la voluntad con el conocimiento más auténtico, con los ojos bien abiertos y un corazón gozoso; podemos decir que esa voluntad vuelve a renovarse por obra suya. Obediencia sin libertad es esclavitud, libertad sin obediencia es arbitrariedad. La obediencia vincula la criatura del creador, la libertad sitúa a la criatura en su perspectiva de imagen de Dios frente al creador. La obediencia enseña al hombre que debe dejar que le digan lo que es bueno y lo que Dios exige de él (Miq 6,8), la libertad permite al hombre crear el bien por sí mismo. La obediencia sabe lo que es bueno y lo hace, la libertad se atreve a actuar y deja al criterio de Dios el juicio sobre el bien y el mal. La obediencia sigue ciegamente, la libertad tiene los ojos abiertos. La obediencia actúa sin preguntar, la libertad pregunta por el sentido. La obediencia tiene las manos atadas, la libertad es creadora. Asumir a Cristo como modelo de libertad y de obediencia a la vez, tal es el sentido último de la aventura de la libertad cristiana.
7. Menciona algunas citas que nos dan testimonio de lo anterior.
Gál. 5, 1; Juan 8, 32, 36; Rom. 8, 15; 2 Cor. 3, 17; Gál. 5, 13.
8. Haz una lista de las cosas o personas que tú consideras más importantes en tu vida (Los valores que tienes en tu vida).
• Mi fe
• Mis hijos
• Mi familia
• Mi dignidad
• Mi educación
9. ¿Por qué se entristeció Jesús con el joven rico?
Le entristece pensar que el joven hubiese escogido permanecer inmóvil, conforme con su vida y apegado a sus bienes; que sus recursos no los compartiera con otros, que no se deshiciera de cuanto le impidiera seguirlo; que no entendiera que su renuncia implicará una ganancia infinitamente mayor.
Jesús no le pide que pierda sólo por perder, sino para ganar...También a nosotros, cuando nos pide que renunciemos a algo es porque nos ofrece algo mejor.
10. ¿Es bueno el conformismo? ¿Por qué?
No. Porque el Señor nos invita a hacer nuestro mejor esfuerzo y poner voluntad en las tareas diarias pues Él nos respalda y si tenemos fe, solo tenemos que dar el paso decisivo. El Señor nos dice que estemos contentos con lo que tenemos, no dice confórmate con lo que has logrado.
11. ¿Cómo definirías la ENVIDIA?
Es aquel sentimiento o estado mental en el cual existe dolor o desdicha por no poseer uno mismo lo que tiene el otro, sea en bienes, cualidades superiores u otra clase de cosas.
Entre las consecuencias adversas de la envidia se encuentran las siguientes:
Emociones negativas: tristeza porque otro consigue lo que yo no soy capaz (o no me he planteado), la ira hacia las personas que son exitosas.
Quejas: cuando las personas envidian lo que otros tienen o lo que otros son, algunas veces se instalan en una actitud de queja continua, en un rol de víctima, en el que esa persona adquiere la actitud de ‘pobre de mí’. Suele ocurrir que los seres queridos, con la mejor de las intenciones, al ver esa actitud intentan consolarle. Cuando alguien está frecuentemente envidiando a los demás y repitiendo su conducta de queja, lo que acaba ocurriendo es que ese consuelo, en lugar de ayudar, se convierte en algo cómodo, en una forma poco saludable de conseguir cariño.
Obsesiones: una de las consecuencias más terribles de la envidia son los pensamientos repetitivos acerca del objeto deseado o bien acerca de la persona a la que envidiamos. Entonces dejamos de centrarnos en nuestra vida, en lo que nos interesa, en lo que nos nutre, y nos instalamos en el afuera, haciendo un seguimiento de la vida del otro, e incluso, llevado al exceso, intentando hacer daño a quien envidiamos: hacer correr rumores, humillarlos, intentar que no consigan lo que se proponen.
12. Revisa qué tanta pureza de corazón tienes actualmente.
La sexta bienaventuranza proclama: "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Mt 5,8). Se entiende por ‘corazones limpios’ a los que han ajustado su inteligencia y su voluntad a las exigencias de la santidad de Dios, principalmente en tres dominios: la caridad (cf 1 Tm 4, 3-9; 2 Tm 2 ,22), la castidad o rectitud sexual (cf 1 Ts 4, 7; Col 3, 5; Ef 4, 19), el amor de la verdad y de la ortodoxia de la fe (cf Tt 1, 15; 1 Tm 3-4; 2 Tm 2, 23-26). Existe un vínculo entre la pureza del corazón, la del cuerpo y la de la fe.
Aclarado lo anterior, puedo decir que no tengo aún la pureza que quisiera o necesito.