por Carlos64 » Sab Ene 04, 2014 5:24 pm
Pregunta: "¿Qué relación se establece con la bienaventuranza: “bienaventurados los limpios de Corazón”…y todo lo visto en esta segunda parte?"
La pregunta es sumamente amplia. Intentaré dar una respuesta lo más sintética posible.
La bienaventuranza en sí es el eje esencial de la apelación de Cristo al corazón humano cuando se sitúa de cara a la realidad de la concupiscencia. Cristo señala que la concupiscencia había en el corazón del hombre como consecuencia del pecado y desde allí produce el adulterio, deformando el significado esponsalicio del cuerpo en una dinámica de cosificación e impidiendo el libre don de sí por el cual el cuerpo serviría a la comunión íntegra entre el varón y la mujer. Pero al mismo tiempo, y en virtud de su ministerio redentor, Cristo apela al hombre interior, que es a la vez el hombre en su concreta historicidad (dimensión antropológica del Ethos de Cristo), para que redescubra dentro de sí la realidad del designio original del Creador para con su cuerpo y, en extensión, para con el encuentro con el otro (la mujer), designio orientado a la comunión abierta a la vida (dimensión teológica). En este redescubrimiento, el hombre interior se purifica controlando, adquiriendo dominio, sobre el cuerpo y sus impulsos, logrando gradualmente un estado de pureza que no es sino la vivencia de la humanidad, con todo y su corporeidad, en estado de gracia, esto es, la perfecta, inocente y pura unidad cuerpo-espíritu en la cual el cuerpo es signo del espíritu y al espíritu sirve desde su propia realidad erótica (el eros y el Ethos se concilian tal como lo quiso el Padre en el Principio; "...y vio Dios que era bueno"). Y esta conciliación entre el eros y el Ethos, este estado de gracia que hemos perdido pero que Cristo nos llama a recuperar a través de la vida, esta es la pureza de corazón que Él proclama en las bienaventuranzas, la que nos permitirá ver a Dios en el sentido de tener cercanía a Dios como alguna vez, antes del pecado, la tuvo la humanidad, creada a imagen y semejanza del Eterno. La Redención de Cristo se asienta en el Principio según Dios. Su sentido teológico, antropológico y ético trasciende inmensamente la noción levítica de pureza ritual como análoga a (o subrogada a) la pureza fisiológica o exterior, guardando más bien concordancia con la concepción de pureza de corazón del salmista y de los Profetas.
He restringido esta respuesta al ámbito de la teología del cuerpo, pero el significado de la pureza es, según lo explica el texto que Usted nos facilita, más amplio porque se refiere a toda la dimensión moral de la vida humana.
Bendiciones, Doctora Pilar.
Discípulo de Cristo por amor del Padre y unción del Espíritu. Miembro de la Iglesia por gracia divina. Amar a Jesús es mi mayor alegría.
Dios te salve, María, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra.