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El hombre, varón y hembra, experimenta de manera natural una permanente atracción entre uno y otra. Pero, si nos dejamos dominar por esa atracción natural, casi podríamos decir, instintiva, estaríamos degradándonos de persona a animal. No se trata de coartar la espontaneidad en la demostración de afectos, sino de educarla, formarla. Es fácil?. No, pero puede hacerse, permitiendo experimentar esa plenitud del "eros", que es el impulso del espíritu humano hacia lo que es verdadero, bueno y bello, por lo que también lo que es "erótico" se convierte en verdadero, bueno y bello. Este discernir, entre complacencia y deseo, o entre excitación o emoción, es la jerarquización adecuada que permite alcanzar, y puede sonar un poco extraño, una verdadera espontaneidad, profunda y madura, donde el corazón, dueño de los instintos, redescubre la belleza del cuerpo en su masculinidad y feminidad. Podemos ver aquí, el papel crucial que juegan las potencias del alma, inteligencia y voluntad, para lograr la belleza de los actos interiores a que hace referencia Jesús en el Sermón de la Montaña.

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?

El Papa en su texto dice que el hombre aprende a discernir entre lo que, por una parte, compone la multiforme riqueza de la masculinidad y feminidad en los signos que provienen de su perenne llamada y atracción creadora, y lo que, por otra parte, lleva sólo el signo de la concupiscencia. Y aunque estas variantes y matices de los movimientos internos del "corazón", dentro de un cierto, límite, se confundan entre si, sin embargo, se dice que el hombre interior ha sido llamado por Cristo a adquirir una valoración madura y perfecta, que lo lleve a discernir y juzgar los varios motivos de su mismo corazón. Y es necesario añadir que esta tarea se puede realizar y es verdaderamente digna del hombre.
Efectivamente, el discernimiento del que estamos hablando está en una relación esencial con la espontaneidad. La estructura subjetiva del hombre demuestra, en este campo, una riqueza específica y una diferenciación clara. Por consiguiente, una cosa es, por ejemplo, una complacencia noble, y otra, en cambio, el deseo sexual; cuando el deseo sexual se une con una complacencia noble, es diverso de un mero y simple deseo. Análogamente, por lo que se refiere a la esfera de las reacciones inmediatas del "corazón" la excitación sensual es bien distinta de la emoción profunda, con que no sólo la sensibilidad interior, sino la misma sexualidad reacciona en la expresión integral de la feminidad y de la masculinidad.

¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?

Es necesario encontrar continuamente en lo que es "erótico" el significado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don. Esta es la tarea del espíritu humano, tarea de naturaleza ética. Si no se asume esta tarea, la misma atracción de los sentidos y la pasión del cuerpo pueden quedarse en la mera concupiscencia carente de valor ético, y el hombre, varón y mujer, no experimenta esa plenitud del "eros", que significa el impulso del espíritu humano hacia lo que es verdadero, bueno y bello, por lo que también lo que es "erótico" se convierte en verdadero, bueno y bello. Es indispensable, pues, que el ethos venga a ser la forma constitutiva del eros. Quien acepta el ethos del enunciado de Mateo 5, 27-28, debe saber que también está llamado a la plena y madura espontaneidad de las relaciones, que nacen de la perenne atracción de la masculinidad y de la feminidad.

Las palabras de Cristo en Mt 5;27-28 son rigurosas. Exigen al hombre en sus relaciones con el otro sexo que tenga conciencia de sus propios actos y sobre todo actos interiores y calificarlos con madurez. Cristo exige al hombre que sepa ser verdaderamente hombre interior sepa obedecer a la recta conciencia. Si el hombre quiere responder a la llamada de Cristo en Mt.5;27-28 debe aprender lo que es el significado del cuerpo no solo como abstracción objetivizante sino y sobré todo como relaciones interiores del propio cuerpo. El hombre aprende a discernir la riqueza de la masculinidad y feminidad. El hombre interior a sido llamado por Cristo a una valoración madura y perfecta para juzgar los varios motivos de su corazón. Las palabras de Cristo en el Sermón de la montaña sobre la concupiscencia señalan el camino hacia una espontaneidad madura del corazón humano.

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?
El Papa se refiere a que:
• El hombre debe saber discernir del “eros” que tiende a lo bueno, bello y verdadero y al que sólo se queda en la mera concupiscencia carente de valor ético.
• El hombre debe ser capaz de discernir la riqueza de la masculinidad y feminidad en los signos que provienen de su sexualidad y cuando en la relación sólo está presente la concupiscencia.
• El hombre debe aprender con perseverancia y coherencia lo que es el significado del cuerpo, el significado de la feminidad y de la masculinidad.
• El hombre debe tener plena y profunda conciencia de los propios actos y, sobre todo, de los actos interiores.
• El fruto gradual de ese discernimiento de los impulsos del propio corazón será la espontaneidad y madurez en las relaciones.

¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?
Las verdaderas dimensiones del “eros” es tender hacia lo que es bueno, verdadero y bello. Para eso, es indispensable que el “ethos” venga a ser la forma constitutiva del “eros”.

Pregunta: "¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?"

Doctora Pilar, usted inicia el capítulo con unas palabras que vienen a resumir el qué, el por qué y el para qué del discernimiento objeto de la pregunta. Textualmente dice:

"Es necesario encontrar en lo que es "erótico" el significado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don. Esta es la tarea del espíritu humano, tarea de naturaleza ética."

Y concluye usted la idea señalando que el Ethos ha de ser la forma constitutiva del eros, y además advierte que si esta tarea de discernimiento no se lleva a cabo el resultado es la prevalencia de la concupiscencia de la carne.

El Papa nos recuerda en qué consiste esencialmente la llamada ética que nos hace Cristo. Se nos llama de ser sobretodo hombre interiores, tomando conciencia gradual de nuestros impulsos carnales, individuándolos, discerniéndolos, de modo que seamos capaces de diferenciar aquellos que provienen del designio divino (que nos constituyó en ambos géneros, llamados a sentirse atraídos y a unirse a través del don de si) de aquellos otros que provienen de la concupiscencia y deben ser controlados, dominados, renunciados y rechazados de forma consciente, madura y libre. En este sentido se puede citar:

"Las palabras de Cristo son rigurosas. Exigen al hombre que, en el ámbito en que se forman las relaciones con las personas del otro sexo, tenga plena y profunda conciencia de los propios actos y, sobretodo, de los actos interiores; que tenga conciencia de los impulsos internos de su "corazón" de manera que sea capaz de individuarlos y calificarlos con madurez."

Así pues, el discernimiento del que nos habla el Papa, y al que nos llama Jesucristo en el Sermón del Monte, indica que debemos ser cada día más conscientes de nuestros propios impulsos interiores, sobretodo los de naturaleza erótica o sexual, y que debemos asumir esta tarea de progresivo auto-conocimiento como un imperativo ético. Entonces, se trata de un discernimiento para la toma de decisiones morales acerca de lo que somos, lo que valoramos, lo que aceptamos y rechazamos en relación a nuestro cuerpo, a la atracción erótica, a la vida sexual como un todo. La esencia de dicho discernimiento es la necesidad de aprender a diferenciar lo que corresponde al significado esponsalicio del cuerpo, base ontológica del don de si, de lo que proviene de su distorsión por la concupiscencia.

Pregunta: "¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?"

Según el Ethos del Evangelio, las verdaderas dimensiones del eros humano radican en la complacencia noble, en la emoción profunda que acompaña a esta complacencia, y, en última instancia, en la pureza de corazón a que refieren las bienaventuranzas.

En la medida en que el hombre interior discierne y controla los impulsos eróticos, éstos se ven trascendidos por la complacencia ante la dimensión erótica querida por Dios (que es el significado esponsalicio del cuerpo, la libertad para el don de sí, la experiencia de la masculinidad y de la feminidad como dimensiones humanas que se atraen de forma creadora y co-creadora), a la que se contempla con nobleza por provenir de la voluntad misma del Padre al crearnos varón y mujer. El ser humano aprende a mirar con complacencia pura su propia naturaleza erótica (contrapuesta a la morbosidad o lascivia con que esta naturaleza es vista --deformada-- desde la concupiscencia), y la mera excitación sexual se ve trascendida por la contemplación del sentido espiritual del cuerpo (y de lo erótico) como signo. Esto conlleva una emoción profunda que es muy superior a la falsa, por superficial, satisfacción del hombre carnal.

La pureza de corazón, ideal espiritual de la ética de Cristo, se produce posteriormente, en la medida en que la complacencia noble descrita se torne convicción en la conciencia y orientación para la voluntad. Pero esta transformación apunta a un nivel muy superior de bienaventuranza y su explicación requeriría un tratamiento aparte.

Dios la bendiga, Dra. Pilar.

El Papa habla de la necesidad de discernir, de pensar, de distinguir, desde el punto de vista de la bondad o la malicia (o sea ético, moral) acerca de lo que significa “lo que es "erótico" el significado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don”. Porque así es la única forma (con ayuda de Dios) de llevar al eros hacia lo que es verdadero, bueno y bello. Existe una relación entre lo ético y lo erótico. Esto no se opone a una buena espontaneidad. El hombre está llamado a una plena y madura espontaneidad en sus relaciones: “esta espontaneidad es el fruto gradual del discernimiento de los impulsos del propio corazón”, en la que el hombre puede tener señorío de sí. El descubrimiento de un nuevo orden de valores lleva al hombre a las verdaderas dimensiones del eros en bien, verdad y belleza.

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?
Se refiere a que la habilidad de saber diferenciar lo bueno de lo malo es una gran necesidad que deberíamos sentir antes de decidir que actitud vamos a tomar, en este caso sobre nuestro comportamiento sin dejar atrás la experiencia concreta de valores.
Conocer los impulsos de nuestro corazón nos ayudaría mucho para individualizarlos y calificarlos.
¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?
Creo que apegarnos a la verdad y la belleza del corazón.

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?

A discernir entre lo exterior y lo interior, y que lo exterior y lo interior vayan de la mano y sean actos propios de la dignidad. Específicamente que se reflexione en lo que hay en el corazón, y que sea el hombre capaz de identificar aquello que siente y transformarlo en lo bueno, en actos con consciencia y dignidad.


¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?

Es aquello que es erótico se convierte en verdadero bueno y bello, encontrar esto en el significado esponsalicio del cuerpo.

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?

Se refiere a entender la espontaneidad que nace del corazón o sea del amor humano, sin reducirla a lo meramente superficial. Que el hombre tome conciencia, adquiera madurez y que su voluntad y sus actos se encaminen a la verdad, al bien y a lo bello en ese reconocimiento de don de si del hombre ante la mujer y viceversa. Saber que lo ético va unido a lo erótico es la fuerza interior que valora el estado esponsalicio en su espontaneidad y hace realidad el ethos del Evangelio, no sofocando deseos, sino obrando con plena libertad porque ha entendido en su justo valor el cuerpo y la sexualidad.

¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?

El amor presente en la atracción de los sentidos y la pasión del cuerpo (hombre exterior) con el impulso espiritual hacia la verdad, lo bello con una recta conciencia (el hombre interior) que actúa con total coherencia y de acuerdo al valor y la dignidad de persona humana, el ethos y eros como conceptos equivalentes.

La necesidad de discernimiento de los impulsos del corazón y ser capaz de individuarlos y valorar su madurez porque de esa manera podremos dejar surgir la verdadera espontaneidad del corazón y dejarse guiar por el Espíritu al vivir con plenitud la donación de los cuerpos. Las verdaderas dimensiones del eros es hacia lo que es bello, bueno y verdadero, alcanzando la entrega autentica basada en la pureza del corazón; en esa búsqueda lo ético y erótico se convierten en recíprocos.

El Papa se refiere a que es necesario encontrar continuamente en lo que es "erótico" el sinificado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don. Esto es importante para no quedarse en la mera concupiscencia que no experimenta la penitud del "Eros". Quien acepta el ethos esta llamado a la plena y madura espontaneidad de las relaciones, que nacen de la perenne atracción de la masculinidad y de la feminidad. Esta espontaniedad es el fruto gradual del discenrnimiento de los impulsos del propio corazón.
Las palabras de Cristo exigen al hombre que tenga plena y profunda conciencia de los propios actos y, sobre todo, de los actos interiores; los impulsos internos de su "corazón" de manera que sea capaz de individuarlos y clarificarlos con madurez, sepa obedecer a la recta conciencia. Debe aprender con perseverancia y coherencia lo que es el significado del cuerpo, el significado de la feminidad y de la masculinidad.
El hombre aprende a descernir entre la riqueza de la masculinidad y feminidad en los signos que provienen de su perenne llamada y atracción creadora, y lo que por otra parte lleva solo el signo de concupiscencia. Y aunque estas variantes se confundan entre si, el hombre interior ha sido llamado por Cristo a adquirir una valoración madura y perfecta que lo lleve a discernir y juzgar los varios motivos de su mismo corazón. Esta tarea se puede realizar y es verdaderamente digna del hombre.
La verdaderas dimension del "eros" es el impulso del espiritu humano hacia lo que es veradero bueno y bello, asi el Eros debe buscar el sinifacado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don, para que el hombre varón y mujer lleguen a la plenitud.

[color=#FF0000]¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo? ¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?[color=#FF0000]
El papa se refiere a:
Las palabras de Cristo son rigurosas. Exigen al hombre que, en el ámbito en que se forman las relaciones con las personas del otro sexo, tenga plena y profunda conciencia de los propios actos y, sobre todo, de los actos interiores; que tenga conciencia de los impulsos internos de su "corazón" de manera que sea capaz de individuarlos y calificarlos con madurez.En el ámbito de este conocimiento, el hombre aprende a discernir entre lo que, por una parte, compone la multiforme riqueza de la masculinidad y feminidad en los signos que provienen de su perenne llamada y atracción creadora, y lo que, por otra parte, lleva sólo el signo de la concupiscencia
¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?
El llamado a la plena y madura espontaneidad en las relaciones que nacen de la atracción entre hombres y mujeres.
Precisamente a precio del dominio sobre los deseos carnales "solamente" el hombre alcanza esa espontaneidad mas profunda y madura, con la que su "corazón", adueñándose de los instintos, descubre de nuevo la belleza espiritual del signo constituido por el cuerpo humano en su masculinidad y feminidad.

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?

El Papa se refiere a que e necesario profundizar en el conocimiento de que los erótico va más allá de los simplemente carnal, es decir que también el lo erótico se puede encontrar una dimensión esponsalicia del cuerpo y la donación de sí mismos, ya que de no hacer esto el hombre y la mujer se quedarían simplemente con una mirada concupiscente que no llegaría a experimentar la plenitud del eros. Por otro lado las mismas palabras de Cristo buscan que el hombre tenga una plena conciencia de sus actos, en especial de aquellos que vienen del corazón, en búsqueda siempre de una recta conciencia. Esto sin duda debe constituirse en una herramienta que le permite al hombre discernir la riqueza del la masculinidad y la feminidad.

¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?

Las verdaderas dimensiones del eros se relacionan con el impulso del espíritu humano hacia lo que es bueno, verdadero y bello, en especial relación con la dignidad del hombre y de la mujer.

Preguntas

¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?
El ser humano debe APRENDER de forma perseverante y coherente lo que es el significado del cuerpo (feminidad y masculinidad). Tanto a través de las abstracciones objetivas como en las reacciones interiores del propio "corazón". El hombre aprende a discernir entre lo que, por una parte, compone la multiforme riqueza de la masculinidad y feminidad en los signos que provienen de su perenne llamada y atracción creadora, y lo que, por otra parte, lleva sólo el signo de la concupiscencia. Por eso, el ser humano esta llamado por Jesucristo a ADQUIRIR una valoración madura y perfecta, que lo lleve a discernir y juzgar los motivos de su corazón. Este discernimiento lo lleva a la espontaneidad mas profunda y madura, de la masculinidad y feminidad con la que su “corazón”, adueñándose de los instintos, descubre de nuevo la belleza espiritual del signo constituido por el cuerpo humano en su masculinidad y feminidad. Esta espontaneidad madura del "corazón" humano, no sofoca los nobles deseos y aspiraciones del ser humano, sino que, al contrario, los libera y, en cierto sentido, los facilita.

¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?
Lo bueno, lo bello y la verdad. Estas son las dimensiones que ve el eros, a las que tiende.

Pregunta:
¿A qué específicamente se refiere el Papa, cuando habla sobre la necesidad de discernimiento en este capítulo?
El hombre aprende a discernir entre lo que, por una parte, compone la multiforme riqueza de la masculinidad y feminidad en los signos que provienen de su perenne llamada y atracción creadora, y lo que, por otra parte, lleva sólo el signo de la concupiscencia. Y aunque estas variantes y matices de los movimientos internos del "corazón", dentro de un cierto, límite, se confundan entre si, sin embargo, se dice que el hombre interior ha sido llamado por Cristo a adquirir una valoración madura y perfecta, que lo lleve a discernir y juzgar los varios motivos de su mismo corazón. Y es necesario añadir que esta tarea se puede realizar y es verdaderamente digna del hombre.

¿Cuáles son las verdaderas dimensiones del eros?
Es necesario encontrar continuamente en lo que es "erótico" el significado esponsalicio del cuerpo y la auténtica dignidad del don. Esta es la tarea del espíritu humano, tarea de naturaleza ética. Si no se asume esta tarea, la misma atracción de los sentidos y la pasión del cuerpo pueden quedarse en la mera concupiscencia carente de valor ético, y el hombre, varón y mujer, no experimenta esa plenitud del "eros", que significa el impulso del espíritu humano hacia lo que es verdadero, bueno y bello, por lo que también lo que es "erótico" se convierte en verdadero, bueno y bello. Es indispensable, pues, que el ethos venga a ser la forma constitutiva del eros.

Saludos a todos.