El discurso de la montana y en especial el pasaje: "Todo el que mira a una mujer deseandola ya adulteró con ella en el corazón" forma parte del nuevo ethos, del ethos del evangelio y este ethos está profundamente unido con la conciencia del "principio"; por lo tanto con el misterio de la creación en su originaria sencillez y riqueza. El ethos, que Cristo proclama en el discurso de la montana, está enderezado de modo realista al "hombre histórico", transformado en el hombre de la concupiscencia. La triple concupiscencia es herencia de toda la humanidad y el "corazon" humano realmente participa en Ella. La imagen del hombre de la concupiscencia afecta ante todo a su interior y ese interior es la fuerza que decide sobre el comportamiento humano exterior. El ethos del hombre histórico es un ethos infuluenciado por la concupiscencia, despues del pecado original del hombre.
Cuando Cristo habla, se dirige al hombre de su tiempo que El conoce, porque El es parte de esa sociedad.
Sin Embargo, las palabras del Sermon de la montana tambien aplican al hombre de nuestro tiempo, porque Cristo apela al todo el "Corazón " humano.