¿Cómo se vincula la soledad originaria del hombre con el conocimiento del cuerpo?
El cuerpo humano es el medio para conocer y relacionarnos con el mundo físico. A través de él, nos damos cuenta de lo que sucede a nuestro alrededor. Son los órganos de los sentidos los que nos permiten recibir los estímulos y obtener la información necesaria para que elaboremos una respuesta a lo que se nos presenta.
Al sabernos parte de la creación y en un nivel de superioridad sobre las demás creaturas, pues Dios decidió crearnos a su imagen y semejanza, los seres humanos tenemos la capacidad de lograr el autoconocimiento y la autodeterminación de nuestra existencia. Esto, unido a la libertad de elección con que hemos sido dotados, es lo que nos permite recrear nuestra relación con Dios y con nuestros semejantes.
Es el cuerpo, a través de los sentidos y de la mente o inteligencia, el que nos permite considerar la necesidad de establecer vínculos adecuados con la naturaleza y con la humanidad. Sin embargo, en tanto que esto no se haga de manera consciente y de acuerdo con la voluntad de Dios, será difícil que la soledad originaria del hombre que lo ubica como ser único y e irrepetible dentro de la creación, se plasme como una experiencia de amor incondicional y de respeto a todo lo que le rodea, y que le permite realizarse en este mundo terrenal, dispuesto por Dios para que disfrute de sus bendiciones a través del cuerpo con que ha sido dotado.
De ahí que este vínculo sea tan sagrado, pues nuestro cuerpo es el templo donde se manifiesta Dios y su gracia, para que a través de él lo adoremos y lo glorifiquemos, a fin de que nuestra soledad originaria nos lleve a dominar el mundo que nos puso a nuestros pies, pero de acuerdo con su plan divino y considerando todas sus enseñanzas y mandatos.
¡Gloria a Dios!