por Servilio Maza Lopez » Jue Jun 19, 2014 10:41 pm
La Palabra de Dios, fuente de la catequesis.
«La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Sagrada Tradición y la Sagrada Escritura constituyen el único depósito sagrado de la Palabra de Dios confiado a la Iglesia».
Siendo la catequesis y la enseñanza religiosa un momento o un aspecto de la evangelización, su contenido no puede ser otro que el de toda la evangelización. El mismo mensaje – Buena nueva de salvación – oído una y mil veces y acepta- do de corazón, se profundiza incesantemente en la catequesis mediante la reflexión y el estudio sistemático, mediante una toma de conciencia, que cada vez compromete más; de sus repercusiones en la vida personal de cada uno, median- te su inserción en el conjunto orgánico y armonioso que es la existencia cristiana en la sociedad y en el mundo.
La catequesis extraerá siempre su contenido de la fuente viva de la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura y confiado a la Iglesia . 33
A propósito del contenido de la catequesis, es necesario poner de relieve tres puntos importantes:
- Integridad del contenido. Recibir la palabra de la fe no mutilada, falsificada o disminuida, sino completa e integral, en todo su rigor y vigor.
- Respetar la integridad, cuidar el equilibrio y el carácter orgánico y jerarquizado, gracias a los cuales se dará a las ver- dades que se enseñan, a las normas que se transmiten y a los caminos de vida cristiana que se indican, la importancia respectiva que les corresponden.
- Elegir el lenguaje apropiado para transmitir el contenido a determinado grupo de personas, cuidando que éste no dependa de teorías o prejuicios más o menos subjetivos y marcados por una cierta ideología, sino que esté inspirada por sus decisiones éticas la fidelidad a la fe profesada y celebrada. Los fieles, en efecto, están llamados por el Señor Jesús a realizar las obras que se corresponden con su dignidad de hijos del Padre en la caridad del Espíritu Santo.
4. La oración cristiana: ofrece una síntesis de la vida de oración. A ejemplo de Jesús, modelo perfecto de orante, tam- bién el cristiano está llamado al diálogo con Dios en la oración, de la que es expresión privilegiada el padrenuestro, la oración que nos enseñó el mismo Jesús .37
FUENTE Y FUENTES DE LA REVELACIÓN
Unas palabras de Juan Pablo II centran el objeto de la primera cuestión que nos proponemos analizar, que es la fuente o fuentes del mensaje cristiano: “Siendo la catequesis un momento o un aspecto de la evangelización, su contenido no puede ser otro que el de toda la evangelización: el mismo mensaje –Buena Nueva de la Salvación- oído una y mil veces y aceptado de corazón, se profundiza incesantemente en la catequesis mediante la reflexión y el estudio sistemático; mediante una toma de conciencia, que cada vez compromete más sus repercusiones en la vida personal de cada uno; mediante su inserción en el conjunto orgánico y armonioso que es la existencia cristiana en la sociedad y en el mundo”
Y el mismo Papa señala como única fuente de la Revelación “la Palabra de Dios, transmitida mediante la Tradición y la Escritura, dado que la Tradición y la Escritura constituyen el depósito sagrado de la Palabra de Dios, confiado a la Iglesia”.
Cuando en la transmisión de la Revelación se habla de las fuentes del mensaje cristiano, se quieren indicar los lugares y las formas en donde esta Palabra de Dios se revela y donde la Iglesia acude para recibir su contenido.
Son, por tanto, fuentes principales de la Revelación la Escritura, la Tradición y el Magisterio de la Iglesia; y son consideradas como fuentes subsidiarias la liturgia, la historia y la vida de la Iglesia, sobre todo el testimonio de los cristianos y particularmente de los santos.
Estas fuentes, sean principales o subsidiarias, no deben ser tomadas de ninguna manera en un sentido unívoco ni independiente, pues la Escritura que es la fuente principal no puede separarse de la Tradición.
Las distintas fuentes de la Revelación, que lo son también de la catequesis, tienen cada una su propio lenguaje, que ha quedado plasmado en lo que se llaman los documentos de la fe: perícopas bíblicas, textos litúrgicos, escritos de los Padres de la Iglesia, formulaciones del Magisterio, símbolos de la fe, testimonios de los santos, reflexiones teológicas, etc.
De entre todos ellos, el símbolo o los símbolos de la fe son expresión plena y autorizada de la Tradición y, por consiguiente, una fuente privilegiada para la tarea y misión de la transmisión de la fe. Como dice Juan Pablo II, “una expresión privilegiada de la herencia viva que los Pastores han recibido en custodia se encuentra en el Credo o, más concretamente, en los Símbolos que, en momentos cruciales, recogieron en síntesis felices la fe de la Iglesia”.