por Ana Arguelles » Jue Mar 21, 2013 11:17 pm
1. ¿Por qué es tan importante inculcar en los alumnos una adhesión al Sumo Pontífice?
(C IC 882) <El Sumo Pontífice, obispo de Roma y sucesor de san Pedro, "es el principio y fundamento perpetuo y visible de unidad, tanto de los obispos como de la muchedumbre de los fieles "(LG 23). "El Pontífice Romano, en efecto, tiene en la Iglesia, en virtud de su función de Vicario de Cristo y Pastor de toda la Iglesia, la potestad plena, suprema y universal, que puede ejercer siempre con entera libertad" >(LG 22; cf. CD 2. 9).
La adhesión de mente, corazón y voluntad al Sumo Pontífice, pastor supremo de la Iglesia, debe tener un lugar destacado. Esta adhesión brota de la fe en las palabras con las que Cristo anunció a san Pedro su función de principio y fundamento visible y perpetuo de la unidad de la Iglesia, «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16, 18), confiándoles las llaves del Reino para disponer lo que más convenga a la vida y misión de la misma. Debemos promover entre los jóvenes la oración por el Vicario de Cristo, atención e interés por sus enseñanzas, la sumisión filial y reverente a sus disposiciones, el apoyo entusiasta y operante a sus iniciativas y el respeto y estima hacia su persona. Estas mismas actitudes han de tener hacia los demás Obispos, como sucesores de los apóstoles y testigos de la verdad divina y católica.31
2. Menciona 5 puntos en los que la Iglesia es responsable de la educación de la fe
1. LA IGLESIA, COMUNIÓN Y MISIÓN
Ella vive la comunión con su Salvador y congrega a la humanidad para que entre en comunión con el Dios Salvador; ante todo con la vida y el testimonio, anuncia la vida nueva que se recibe en la comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo; ella congrega en torno a Jesucristo para que se viva en "comunidades", con un solo corazón y una sola alma; la Iglesia da impulso a la evangelización se da a través de la vivencia concreta de "comunidades eclesiales vivas, dinámicas y misioneras" (RM 26; Santo Domingo 54). Ella ha recibido la misión de ir a evangelizar y, así, está puesta para colaborar a Jesucristo en este servicio salvador al mundo entero; en el envío a los Apóstoles, fuimos enviados todos a evangelizar; la misión de la Iglesia es universal: hacia todas las gentes, en todos los tiempos, hasta las raíces, para todos y con todo el poder de Dios.
2. RESPONSABILIDAD DE LA COMUNIDAD CRISTIANA
Ya se ha señalado que la educación en la fe es responsabilidad de toda la comunidad cristiana. La iniciación cristiana, en efecto, no deben procurarla solamente los catequistas, los padres, los sacerdotes o los movimientos, sino toda la comunidad de los fieles. La misma educación permanente de la fe es un asunto que atañe a toda la comunidad. Es una acción educativa de toda la Iglesia, realizada a partir de la responsabilidad peculiar de cada miembro de la comunidad, en un contexto o clima comunitario rico en relaciones, para que de los cristianos se incorporen activamente a la vida de dicha comunidad
3. EL OBISPO, PRIMER RESPONSABLE
“Los Obispos, son los primeros responsables de la catequesis, los catequistas por excelencia”. (DG.222)
Cada obispo, en su Iglesia particular, ejercita inmediatamente, en virtud del derecho divino, el deber de enseñar. Por tanto, él es en la diócesis la primera autoridad responsable de la catequesis y de la formación religiosa. Como señala el Código de Derecho Canónico, "siguiendo las prescripciones de la Sede Apostólica, corresponde al obispo diocesano dictar normas sobre la catequesis y procurar que se disponga de instrumentos adecuados para la misma, incluso editando un catecismo, si parece oportuno; así como fomentar y coordinar las iniciativas catequísticas".
4. LOS PRESBÍTEROS Y LA EDUCACIÓN EN LA FE
El presbítero, en cuanto colaborador del Obispo y por mandato del mismo, tiene la responsabilidad de animar, coordinar y dirigir la actividad catequética de la comunidad, que le ha sido encomendada. Es importante que sepa integrar esta labor dentro de un proyecto orgánico de evangelización, asegurando por encima de todo, la comunión de la catequesis en la propia comunidad con la persona del Obispo, con la Iglesia particular y con la Iglesia universal. (Congregación para el Clero 141)
Las posibilidades de su ministerio abarcan desde el primer anuncio del Evangelio hasta la formación teológica de los laicos, impartida -por ejemplo- a los profesores de Religión o a los padres de los alumnos, incluyendo la homilía y actividades complementarias de catequesis para jóvenes y pastoral juvenil.
La presencia del sacerdote en la catequesis es necesaria y esencial. Como ministro de la Palabra le corresponde anunciar a los hombres el Evangelio, y la catequesis es una de sus principales acciones. Por su parte, la catequesis necesita de la presencia del sacerdote para garantizar su vinculación a la Iglesia, que es, en definitiva, el sujeto de la catequesis.
El sacerdote debe ser catequista de catequistas. Corresponde al sacerdote ofrecer a los catequistas los medios necesarios para que alcancen una adecuada formación teológica, pedagógica y espiritual. Formar catequistas es atenderles y acompañarles para que maduren en su vida cristiana y sean verdaderos testigos de la fe.
5. LOS LAICOS
El Código de Derecho Canónico señala que "en virtud del bautismo y de la confirmación, los fieles laicos son testigos del anuncio evangélico de su palabra y el ejemplo de su vida cristiana; también pueden ser llamados a cooperar con el obispo y con los presbíteros en el ejercicio del ministerio de la Palabra".
La acción de los laicos -padres, profesores y catequistas- tiene, por consiguiente, un carácter propio, el que corresponde a su situación personal, inscrita en unas condiciones concretas del mundo. Participando de los mismos problemas -familiares, laborales, sociales...- no sólo transmite el mensaje cristiano con su palabra, sino que además tiene su mayor eficacia para la educación en la fe, porque es ejemplo vivo de espíritu cristiano en las situaciones comunes o especiales de la vida diaria.
Todos los laicos, por razón del bautismo, están llamados a transmitir el Evangelio ya preocuparse por la fe de sus hermanos: deben profesar la fe, vivirla, testimoniarla y celebrarla.