por profehumberto1 » Dom May 13, 2012 12:49 pm
1. ¿Cómo se entiende la resurrección del cuerpo como la realidad del mundo futuro?La resurrección significa una nueva sumisión del cuerpo al espíritu». Será, añade Juan Pablo II, «como el estado del hombre definitivo y perfectamente "integrado", a través de una unión tal del alma con el cuerpo, que califica y asegura definitivamente esta integridad perfecta»[6]. Y prosigue el Papa: «el grado de espiritualización, propia del hombre "escatológico", tendrá su fuente en el grado de su "divinización", incomparablemente superior a la que se puede conseguir en la vida terrena. Es necesario añadir que aquí se trata no sólo de un grado diverso, sino en cierto sentido de otro género de "divinización": La participación en la naturaleza divina, la participación en la vida íntima de Dios mismo, penetración e impregnación de lo que es esencialmente humano por parte de lo que es esencialmente divino, alcanzará entonces su vértice, por lo cual la vida del espíritu humano llegará a una plenitud tal, que antes le era absolutamente inaccesible [...]. La resurrección consistirá en la perfecta participación de todo lo que en el hombre es corporal a lo que en él es espiritual. Al mismo tiempo consistirá en la perfecta realización de lo que en el hombre es personal.»
Juan. Pablo II describe así este nuevo estado de la humanidad:
"Así, pues, esa situación escatológica en la que ´no tomarán mujer ni marido´, tiene su fundamento sólido en el estado futuro del sujeto personal, cuando después de la visión de Dios ´cara a cara´, nacerá en él un amor de tal profundidad y fuerza de concentración en Dios mismos que absorberá completamente toda su subjetividad psicosomática. Esta concentración del conocimiento (´visión´) y del amor en Dios mismo - concentración que no puede ser sino la plena participación en la vida íntima de Dios, esto es, en la misma realidad Trinitaria será, al mismo tiempo, el descubrimiento, en Dios; de-todo el ´mundo´ de las relaciones constitutivas de su orden perenne (´cosmos?, Esta concentración será, sobre todo, del descubrimiento de sí por parte del hombre, no sólo en la profundidad de la propia persona, sino también en la unión que es propia del mundo de las personas en su constitución psicosomática. La concentración del conocimiento y del amor sobre Dios mismo en la comunión trinitaria de las personas puede encontrar una respuesta beatificante en los que llevarán a ser partícipes del ´otro mundo´ únicamente a través de la realización de la comunión recíproca proporcionada a personas creadas. Y por esto profesamos la fe en la ´comunión de los Santos´ (communio sanctorum), y la profesamos en conexión orgánica con la fe en la ´resurrección de los muertos´.
Una vez resucitados, estaremos en situación de realizar no sólo una imagen de la comunión divina, sino que realizaremos totalmente la comunión divina en nosotros y, en consecuencia, plenamente la significación esponsal de nuestro cuerpo.
2. ¿Qué significan las palabras de Cristo (Mt 19, 11-12) sobre la continencia por el Reino de los Cielos? Esto es lo que afirma de modo muy claro el Papa: "Aunque la continencia por el Reino de los cielos se identifica con la renuncia al matrimonio -que da nacimiento a una familia en la vida de un hombre y de una mujer- no se puede ver de ninguna manera en ella una negación del valor esencial del matrimonio; al contrario, la continencia sirve indirectamente para poner de relieve lo que es eterno y más profundamente personal en la vocación conyugal, lo que, en las dimensiones de lo temporal (y al mismo tiempo con la perspectiva del otro mundo), corresponde a la dignidad del don personal, ligada a la significación nupcial del cuerpo en su masculinidad o feminidad".
La continencia, a buen seguro, es una "vocación ´excepcional´, no ´ordinaria" y, en este sentido, se puede admitir que sea considerada superior a la vocación más común y ordinaria que es la del matrimonio, pero eso no puede conducir a depreciar el valor del matrimonio. Juan Pablo II precisa el modo en que se debe entender la "superioridad" de la continencia: "Esa ´superioridad´ de la continencia sobre el matrimonio no significa nunca en la auténtica tradición de la Iglesia, una infravaloración del matrimonio o un menoscabo de su valor -esencial-.
De este modo, dice Juan Pablo II, la continencia por el Reino de los cielos, la elección de la virginidad o del celibato para toda la vida, se han convertido, en la experiencia de los discípulos y de los fieles de Cristo, en el acto de una respuesta particular al amor del Esposo divino y, en virtud de ello, han adquirido la significación de un acto de amor conyugal: es decir, de una entrega conyugal de nosotros mismos, con el fin de responder de manera particular al amor conyugal del Redentor: una entrega de sí entendida como renuncia, pero sobre todo hecha por amor". Tanto en el caso del matrimonio como en el de la continencia, nos encontramos ante una invitación a la entrega de nosotros mismos, entrega mediante la que nos es posible realizar plenamente nuestra vocación de personas: tanto es así que la persona se define por esta capacidad de entregarse ella misma por amor. En cierto modo, aunque puede haber una pluralidad de estados de vida, no hay más que una sola vocación: la de la entrega conyugal de nosotros mismos, bien en el matrimonio, bien en la castidad.
"En definitiva -dice Juan Pablo II-, la naturaleza de uno y otro amor es amor [en la continencia o en el matrimonio] es "esponsaIicia", es decir, expresada a través del don total de sí. Uno y otro amor tienden a expresar el significado esponsalicio del cuerpo, que "desde el principio" está grabado en la misma estructura personal del hombre y de la mujer"[12]. Encontrarnos aquí una intuición muy vigorosa del concilio Vaticano II en su constitución Gaudium et Spes, (n 24.3) en cuya redacción participó de manera activa Juan Pablo II, y que comentará en numerosas ocasiones: "El hombre, única criatura terrestre a la que Dios ha amado por sí mismo, no puede encontrar su propia plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo".
3. ¿Por qué el texto de la carta a los Efesios (5, 21-33) es la coronación de las verdades de la Sagrada Escritura?Porque engloba las verdades espirituales del matrimonio.
4. ¿Cómo descubre el matrimonio el misterio oculto por las edades (Ef 1, 3-4)?[/b]¿Alguien que me ayude con esta respuesta?
[b]5. ¿Cómo se relaciona el “lenguaje del cuerpo” con la realidad del signo en la promesa marital?El matrimonio se concluye por las palabras sacramentales del compromiso mutuo de los esposos, pero se realiza plenamente sólo una vez que se consuma mediante la entrega de los cuerpos.
El sentido de nuestro matrimonio cristiano es identificarnos -lo más posible y cada día más, en un clima de fidelidad a la gracia del sacramento- con los desposorios de Cristo con la Iglesia, en espera de la resurrección, que significará por completo aquello para lo que está hecho nuestro cuerpo. "Dichosos los invitados a las bodas del Cordero": de estas bodas del Cordero hacemos memoria cada Viernes Santo, y es en cada Eucaristía donde, realmente y hasta el fin de los tiempos, se realiza esta palabra.