por adelizon » Mié Mar 28, 2012 2:25 pm
1. ¿Dónde tiene su raíz la prioridad de la Pastoral Vocacional?
La prioridad de la pastoral vocacional tiene su raíz en la urgencia de escuchar al Espíritu de la vida, al Espíritu de Jesús, que nos sigue invitando y dando señales para que seamos testigos vivos de su presencia a través de nuestra misión, de nuestra oración y de nuestra vida comunitaria, y así seamos transparentes mediaciones para otros en su seguimiento.
Nuestra animación vocacional tendría que estar abierta a la colaboración con toda la Iglesia, con los laicos y otras familias religiosas, deseosos todos de provocar en los jóvenes la experiencia de Jesús. En este ambiente dejamos al Espíritu del Señor que oriente los discernimientos de los jóvenes hacia el estado de vida que sea el más indicado para seguirle, vida laical, presbiterado o vida religiosa.
Como ya he citado en otras de mis aportaciones: La Iglesia está llamada cada vez más a ser hoy toda vocacional: dentro de ella “cada evangelizador debe adquirir conciencia de llegar a ser una «lámpara» vocacional, capaz de suscitar una experiencia religiosa que lleve a los niños, a los adolescentes, a los jóvenes y a los adultos a la relación personal con Cristo, en cuyo encuentro se descubren las vocaciones específicas” (Proposiciones conclusivas del Congreso Europeo sobre las vocaciones al sacerdocio y a la Vida Consagrada, 13).
2. ¿Cuáles son los elementos para la construcción vocacional? Defínelos brevemente y ¿cómo los aplicarías a tu comunidad?
La centralidad de Jesucristo, la figura de la Virgen, la experiencia fuerte de Dios, la importancia de la Iglesia, de la vivencia comunitaria de la fe y el aprecio de las diversas vocaciones eclesiales. Los tres primeros tienen más que ver con la experiencia de Dios, mientras que los tres siguientes se refieren más a la experiencia eclesial y al ambiente grupal que genera y facilita dicha experiencia de fe.
a) La centralidad de Jesucristo
Nadie puede dudar de que la vocación nace, crece, se discierne y se consolida en el encuentro profundo con Dios. Así pues, una cultura vocacional debe propiciar, por distintos caminos, que el encuentro con Dios sea lo más continuado, afectivo, gustoso, auténtico, radical, transformante, totalizador y profundo posible.
b) La figura de María
Siempre que se habla del tema vocacional, se termina por mencionar la figura de Nuestra Señora, la Virgen María, como uno de los factores clave en el proceso de elección y de discernimiento vocacional. María, como figura de la fe de los creyentes, constituye el modelo de discípulo, el arquetipo por antonomasia del joven con vocación.
c) La experiencia fuerte de Dios
Acompañar, guiar y suscitar el encuentro directo con el Dios transcendente, con el misterio absoluto.
d) Sentido de Iglesia
Aunque la experiencia de fe constituya un factor fundamental en la cultura vocacional, no cabe duda de que la inserción en un cuerpo eclesial que la cultiva, la facilita y la promueve, repercute significativamente en las vocaciones.
Las vocaciones solamente florecerán en aquellos grupos en los que se viva un fuerte sentido eclesial, radicado en la alegría de la pertenencia a la Iglesia, el deseo de servirla y el reconocimiento de su puesto singular en la economía de la salvación querida por Jesucristo.
e) Vivencia comunitaria de la fe
Desde un punto de vista de la cultura vocacional, la vivencia y la expresión comunitaria de la fe es uno de los factores que más ayudan. Son las comunidades vigorosas las que reúnen a su alrededor a aquellos cristianos que quieren hacer de Jesucristo el centro de su vida. De ahí que el elemento comunitario: compartir la fe, rezar juntos, celebrarla juntos, formarse juntos, discernir juntos sea un factor central de la cultura vocacional.
En una vivencia comunitaria de la fe deben estar presentes y bien articuladas las siguientes dimensiones: La liturgia o aspecto celebrativo, orante y sacramental, de encuentro personal y comunitario con el misterio; el aspecto misionero, testimonial, catequético, de anuncio, propagación e instrucción en la fe; la diaconía o dimensión de servicio fraterno en toda la variedad de atención a los pobres, abandonados o despreciados; y la koinonía o vivencia de la fe en armonía eclesial.
f) Aprecio por las vocaciones sacerdotales y consagradas
Difícilmente se va a realizar bien o se va a proponer bien la elección de vida si no se aprecian las diversas vocaciones en el interior de la iglesia. No se trata de una guerra entre las diversas vocaciones. Cada una de ellas refleja la excelencia de la vida cristiana, y en todas ellas se puede vivir la santidad y la perfección, la plenitud de la vida cristiana.
3. ¿Cuáles son las orientaciones operativas en la Pastoral Vocacional?
a) Para toda la provincia o delegación
El problema de las vocaciones pertenece a toda la Provincia, desde el más anciano hasta el último novicio. Todos tienen que preocuparse de la animación vocacional.
b) Para el Superior Provincial o el equipo de gobierno.
Lo que la Provincia está llamada a vivir y a asumir como tarea en la Pastoral vocacional compete muy directamente al equipo de gobierno. El superior provincial es, en cierto modo, el principal animador vocacional.
c) Delegado de vocaciones a tiempo completo
Siendo fundamentales las orientaciones anteriores, de hecho, es necesario que la fase de acompañamiento vocacional sea asumida por personas concretas (el delegado y su equipo), que en nombre de toda la provincia, ejercen este ministerio, que es un verdadero y propio inicio de formación.
d) Proyecto apostólico y de pastoral juvenil
El proyecto apostólico debería ser concebido a partir de nuestra identidad que se expresa en una imagen adecuada de personas que han elegido a Dios y a Jesucristo de modo pleno y definitivo, que se han unido a El y que por El proponen servicios específicos, amantes de la Iglesia y disponibles para ir donde la obediencia los envíe para atender la mayor necesidad del Reino de Dios.
Es particularmente importante el cuidado de la pastoral juvenil y resaltar en ella el objetivo de suscitar el encuentro con Jesucristo. Para ello, el camino de los ejercicios espirituales, retiros… es un medio muy idóneo ya que forman al trabajador para el Reino, presentan de un modo específico la persona de Jesús y tienen como punto central la elección.
e) Cuidar todas las posibles fuentes de vocaciones
f) La familia
Si es necesario atender siempre el contexto, el marco vital y las relaciones familiares del joven, tenemos que procurar con mucha seriedad la relación con los padres de los jóvenes con los que tratamos, como parte integrante de nuestro proyecto pastoral. La pastoral familiar reclama ser llevada a cabo no de manera episódica, sino con dedicación y con método. Trabajar con los padres de los alumnos/as de nuestros colegios, de nuestras parroquias o de los grupos juveniles producirá frutos vocacionales en el futuro.
g) Materiales vocacionales
Aquí la amplitud puede ser grande. Se trata de elaborar según nuestra espiritualidad y carisma, unos materiales que ayuden a conocernos y que guíen en los procesos de discernimiento vocacional.
4. ¿Por qué es tan importante tener un proyecto de renovación en la Pastoral Vocacional en los jóvenes?
Muchos reconocen que nuestro tiempo y nuestra cultura están habitados por un anhelo de experiencia espiritual, aunque a veces esté buscado fuera de la Iglesia. Los grupos religiosos que crecen son aquellos que consiguen articular y ofrecer una experiencia fuerte de Dios, que aciertan a acompañar, guiar y suscitar el encuentro directo con el Dios transcendente, con el misterio absoluto. La imagen de nuestra Iglesia, tristemente, está mucho más marcada por la insistencia en la doctrina y en las prohibiciones, sobre todo, en materia de moral económica, social y sexual. No se percibe a la Iglesia proponiendo un Dios amable, como el que hemos encontrado los creyentes en el Padre de Nuestro Señor Jesucristo; no acertamos a invitar a hacer la experiencia fabulosa de encontrarse con Jesucristo. Una Iglesia así tiene pocas posibilidades de ser fecunda.
No podemos presentar nuestra fe sin alegría. El entusiasmo y el gozo se tienen que convertir en elementos intrínsecos del anuncio misionero de Jesucristo. No podemos presentar nuestra fe sin un convencimiento firme y esperanzado de que llevamos la buena noticia que los jóvenes están anhelando escuchar. Es imposible que nuestra animación vocacional alcance a alguno, si no confiamos en la fuerza de lo que anunciamos, la Palabra de Dios capaz de transformar a los oyentes (1Te 2,13). Por último, la animación vocacional deberá ir acompañada de signos de vida verdadera. Es decir, una evangelización que conjuga palabras y hechos. Aquí resultan significativas las formas de celebrar la fe (“perseveraban en la oración y en la fracción del pan”), de compartir la fe (“todo lo tenían en común”), de articular la vida cotidiana desde la fe y de mejorar la vida de los pobres.
5. Menciona estas líneas de renovación
Cuidar que nuestra imagen transparente la experiencia de Dios, el gozo de servirle y de vivir unidos como hermanos, la atención benévola y desinteresada a las personas, más allá del hecho de mostrar que somos personas muy ocupadas, organizadas y eficaces.
En la pastoral juvenil resaltar el objetivo de suscitar el encuentro con Jesucristo. Para ello, el camino de los ejercicios espirituales, retiros… es un medio muy idóneo ya que forman al trabajador para el Reino, presentan de un modo específico la persona de Jesús y tienen como punto central la elección.
Coordinar bien la Pastoral juvenil y la vocacional. Tejer los procesos pastorales y personales para que haya continuidad, progresión y crecimiento. Muchos de nuestros jóvenes se quedan por el camino después de muchas experiencias puntuales que suenan más a fuegos artificiales que a etapas de un proceso ligado de crecimiento en la fe.