No cabe duda que el Santo Padre sabe muy bien "donde le duele" a nuestra Iglesia. Hoy en la Misa Crismal, en su homilía, aunque dedicada a los Sacerdotes, afirma lo que dice el título de este tema:
"La Obediencia al Magisterio trae los cambios,no la rebeldía"
Aunque la expresión trae un contexto particular, aludiendo a una cierta arenga que algunos sacerdotes han hecho para desobedecer el Magisterio de la Iglesia, y que el mismo Santo Padre refiere en la homilía, creo que toca TODO el accionar de la Iglesia. Y yo, humildemente y sin pretensión alguna quiero referirlo a la situación de la Música Sagrada.
¿Cuántas veces no asumimos acciones que sentimos, pensamos, consideramos, opinamos deben realizarse porque operan en favor de la Iglesia conforme la realidad que palpamos, pero (y aquí el gran pero) que trastocan, malinterpretan o de plano riñen con el Magisterio de la Iglesia?
El resultado es el caos en el que nos encontramos. Cada quien atomizado, buscando sus propias soluciones, pero atentando y dispersando, más que integrandose al Misterio que se nos da como un don.
La homilía no tiene desperdicio. Les pongo aquí un fragmento, pero vale la pena leerla completa. Aquí les pongo el link:
http://www.aciprensa.com/noticia.php?n=36610
...Se pide que nosotros, que yo, no reclame mi vida para mí mismo, sino que la ponga a disposición de otro, de Cristo. Que no me pregunte: ¿Qué gano yo?, sino más bien: ¿Qué puedo dar yo por él y también por los demás? O, todavía más concretamente: ¿Cómo debe llevarse a cabo esta configuración con Cristo, que no domina, sino que sirve; que no recibe, sino que da?; ¿cómo debe realizarse en la situación a menudo dramática de la Iglesia de hoy? Recientemente, un grupo de sacerdotes ha publicado en un país europeo una llamada a la desobediencia, aportando al mismo tiempo ejemplos concretos de cómo se puede expresar esta desobediencia, que debería ignorar incluso decisiones definitivas del Magisterio; por ejemplo, en la cuestión sobre la ordenación de las mujeres, sobre la que el beato Papa Juan Pablo II ha declarado de manera irrevocable que la Iglesia no ha recibido del Señor ninguna autoridad sobre esto. Pero la desobediencia, ¿es un camino para renovar la Iglesia? Queremos creer a los autores de esta llamada cuando afirman que les mueve la solicitud por la Iglesia; su convencimiento de que se deba afrontar la lentitud de las instituciones con medios drásticos para abrir caminos nuevos, para volver a poner a la Iglesia a la altura de los tiempos. Pero la desobediencia, ¿es verdaderamente un camino? ¿Se puede ver en esto algo de la configuración con Cristo, que es el presupuesto de toda renovación, o no es más bien sólo un afán desesperado de hacer algo, de transformar la Iglesia según nuestros deseos y nuestras ideas?...