He recordado una frase que escuché hace casi cuatro años en el rollo de una de las dirigentes de mi Cursillo y decía que Dios no pasa, ni pesa, ni pisa... Me agradó la frase en su momento y ahora al recordarlo reflexiono:
NO pasa, porque Su Palabra es algo más que letras escritas simplemente para que queden impresas en un libro que más o menos gente algún día pueda leer. No pasa porque es Palabra Viva, que nos han transmitido sus discípulos primero por tradición y luego en las Sagradas Escrituras que la Iglesia ha custodiado y que hoy, al leerla o escucharla en la Eucaristía, nos llega al alma como si la Palabra pronunciada hace casi dos mil años hubiera estado dirigida expresamente para quien la escucha o lee aquí y ahora, para cada uno de nosotros, y en el momento y circunstancia actual de su vida y nos sirve de ejemplo y guía en nuestro camino.
NO pesa, porque quienes tienen verdadera experiencia de Dios, están más allá de las normas, leyes y preceptos de la Iglesia y para ellos no suponen una pesada carga que cumplir, simplemente las cumplen porque eso los acerca al Señor y son tantos los beneficios recibidos, es tanto lo que se alegra nuestra alma con Su cercanía, tanto el alimento que recibimos y que nos ayuda a vigorizar nuestra vida espiritual que se convierte en una dulce necesidad.
Necesitamos esa amistad con Nuestro Señor que nos proporciona paz, ayuda y consuelo y con Su Espíritu, nos vamos llenando de fortaleza.
Al vivir en gracia vamos recibiendo sus dones que hacen que la vida sea mejor, que tenga un verdadero sentido vivirla y que tengamos claro nuestro ideal y sigamos adelante, luchando contra las adversidades haciendo camino hacia la meta que queremos alcanzar para poder experimentar el gozo del amor infinito.
NO pisa, porque nos ama y ansía ser correspondido, nos sueña mejores y más cercanos a Él, pero respeta de forma absoluta nuestra libertad, por eso no avasalla, no impone, no obliga sino que nos da unas pautas, nos sugiere el estilo de vida que podemos llevar para agradar a Dios nuestro Padre, para acercarnos más a Él, para que tengamos la oportunidad de recibir sus dones y de mejorar día a día.
Y así, en el ejercicio de nuestra plena libertad, dirijamos nuestros ojos hacia Él,le alabemos y le demos gracias por tanto como nos ofrece, porque nos regala un sol cada amanecer, una primavera cada año que nos hace salir de nuestro letargo tras un crudo invierno y nos infunde fuerza, esperanza y nos hace sentir todo el calor de Su amor y así contagiado nuestro corazón y lleno de Su paz, estemos receptivos a las bendiciones que Él nos quiera hacer llegar.