HERMOSO MES DE NOVIEMBRE

[de la mancha]

Cuando ya estamos metidos en el otoño con las tardes cortas, las noches largas y comenzando asomar los primeros fríos, nos llega el mes de Noviembre y con él, el día dedicado a todos los santos.

En este día tan especial para los cristianos, celebramos la festividad de todos aquellos hombres y mujeres que han pasado por el mundo enriqueciéndonos con su vida llena de amor y de santidad, dedicándose a socorrer y ayudar a cuantos precisaran de asistencia e incluso poniendo a veces en riesgo su propia vida y con lo que hemos tropezado sin apenas darnos cuenta, infinidad de veces.

Para mí, son santos desconocidos. Hombres y mujeres que no han subido a los altares ni han sido canonizados pero que pasaron por la vía del silencio y de la humildad.
Una labor que solo Dios conocía y que a la hora de recibirlos en su Reino, estoy convencido, santificará sus almas

Por todo ello y en su recuerdo, deberíamos festejar este día y ofrecerles nuestras oraciones para que intercedan por nosotros y nos llenen de santidad. Y de este modo seguir el camino de amor y entrega a los demás, que interrumpieron cuando Dios los arrancó de este mundo

Del mismo modo, éste día también nos invita a recordar a nuestros difuntos. Millares de almas recorren fervorosamente los senderos de los cementerios, acordándose de los seres queridos que la muerte les ha arrebatado y en silencio rezando a Dios por sus almas”.

Además por otra parte, el día de hoy también debe ser un día para esa esperanza que brota del amor de Dios y de la salvación que Él nos ofrece, porque la muerte podrá llevarse a los seres que amamos, pero más fuerte que la muerte es el amor de Dios que nos habla de vida y de resurrección.

Estoy convencido que hoy es un día triste para muchos, especialmente para aquellos que no creen en la bondad de Dios ni esperan nada más allá de la muerte y por añadidura no olvidan al poeta Machado cuando gritando en silencio comentaba… “que solos se encuentran los muertos”.

Sin embargo para los que vivimos con fe, la esperanza que nos dejó Jesús nos permite mirar más allá de la muerte y esperar vida, salvación y amor, teniendo siempre presente que Dios que nos ha concebido como hijos suyos siempre nos está llamado a la Vida.

Y es precisamente esta vida y esta salvación la que hemos de pedir hoy para nuestros difuntos.
Al fin de cuentas en los cementerios solo quedan los restos de nuestros cuerpos que con el tiempo se irán destruyendo.
Lo importante es pensar que el alma de los fallecidos nos abrirá para nosotros de par en par las puertas de la Vida Eterna.