Por más que le doy vueltas a este foro de la moral católica, solo veo alusiones al pecado y a un sentimiento profundo de culpabilidad. Me gustaría que entendieran algunas cosas para tranquilidad de sus almas. Si me permiten mi humilde opinión.
Cuando era joven, cada vez que me masturbaba, en seguida venía un sentimiento de culpabilidad, de perdición, infierno y todas estas cosas. Cuanto más luchaba contra ello, peor me sentía. El tema es que un día comprendí que hay cosas más que naturales en nuestros cuerpos. Este tiene sus necesidades. Si no existieran tales cosas, la humanidad se hubiera extinguido.
Pero el problema no radica ahí. El problema es un tema mental, de pensamiento. Es decir, están nuestras emociones y nuestra razón o conocimiento. Nuestro cuerpo nos envía señales y ante ellas, aplicamos nuestro conocimiento sobre el tema y reaccionamos en contra. Así pues, surge una división en nuestro pensamiento: lo que soy y lo que me gustaría ser. ¿Ven la división? Está aquello que soy (mis celos, mis deseos, mis envidias, mis egoísmos...) y lo que me gustaría o aspiro a ser, es decir, todo lo contrario a lo anterior. No somos santos, no podemos practicar el celibato porque va contra nuestra naturaleza y pocos son los que verdaderamente entienden lo que es el celibato en estado puro. Una cosa es comprender en toda su profundidad lo que es el loco deseo, la naturaleza humana, nuestro pensamiento... y otra muy distinta es intentar ser algo que uno no es, es decir, controlar, esforzarse, luchar... La pregunta es: ¿contra quién estamos luchando? Contra nosotros mismos. ¿Y cual es el resultado? El sufrimiento, la lujuria, el desorden, la fornicación, la locura... ¿No se dan cuenta que cuanto más luchan contra eso, más fuerza le están dando?¿Se han preguntado el por qué? Y si lo han hecho, ¿han sido sinceros consigo mismo o se han limitado a responder palabras vacías que están en su mente?
En los momentos más difíciles siempre he recurrido a la oración y esto me ha ayudado mucho. Pero creo que debemos hacer alguna cosita por nuestra parte. En vez de estar continuamente lamentándonos de nuestros pecados, deberíamos mirar un poco hacia nuestros pensamientos y ver que está pasando realmente. Hay personas, según he leído, que dudan de su Fe porque se sienten mal. Y creo que en su lucha por controlar, combatir ese pecado, se están perdiendo por el camino. Y no les culpo, pues también he pasado por ahí. Desde el momento que mi sentimiento de culpabilidad quedó desterrado, mi Fe se reforzó al máximo. Les aseguro que ese mismo sentimiento de culpabilidad, que esa lucha que tienen montada consigo mismos, ese intento de controlarse, les está llevando directos al pecado y a la perdición misma de su Fe.
Cuanto más empeño pongan en controlar su deseo, más fuerza le darán. Muchos me dirán: entonces que hacemos, ¿nos dejamos llevar por nuestros viles deseos? ¿Nos dedicamos a la fornicación, la masturbación, Sodoma y Gomorra? Pues no. Pero algunos ya están llegando a eso. ¿Se han preguntado el por qué? Cuanto más lucho, más ganas tengo. Y eso es debido a la fuerza que le doy a ese deseo. Negarlo, es afirmarlo.
Lo que primero pienso que se debería hacer es dejar de juzgarnos continuamente por algo que la misma Naturaleza nos ha dado. El deseo que sentimos por la persona amada, es algo más que natural. Darse placer, es lo mismo. Todo aquello que intentemos controlar, lo haremos patológico. Les aseguro que al final, si uno se deja un poco llevar por sus emociones, todo termina cuando tiene que terminarse, deja de llamarnos la atención. Las mujeres árabes se tapan los cabellos con velo, que solo enseñan a sus maridos en privado; la excitación que esto provoca en el hombre es mayor que verla totalmente desnuda. Aquello que intentamos ocultar, nos llama más la atención, a veces hasta lo enfermizo. Lo que ya vemos, dejamos de verlo. El autojuicio continuo, solo nos llevará a la perdición.
En cuanto lo segundo, es observar todas estas cosas, como nuestro pensamiento, nuestras emociones nos llevan a un conflicto continuo, una división patológica. Observen como luchan sus creencias y sus sentimientos. Hay pecados y pecados. Dejen de martirizarse. Se van a hacer daño ó terminarán volviéndose locos ó acabarán perdiendo la Fe. Déjense llevar un poco por estas emociones, tarde o temprano, si no sienten culpabilidad, aquellas terminarán por irse. Observen sus emociones, sin juzgarlas, son eso, no se sientan mal por ello: sus celos, envidias, deseos, egoísmos... solo hay que darse cuenta de ellas, en cuanto somos conscientes, se van. Dijo Jesús: "Ama a tu prójimo como a ti mismo", si no te amas a ti mismo, si no empiezas a aceptar lo que eres, ¿como vas a comprender y amar a tú prójimo? ¿Mediante el esfuerzo, la hipocresía, la mentira? Este proceso de observación, cuesta al principio, recomiendo hacer un diario de emociones, de aquellas cosas que nos van afectando a lo largo del día. Como me he sentido frente a ciertas situaciones. El tema es ir acostumbrándonos a observar todas esas cosas. Al final se hace automático.
Y en tercer lugar: rezar. Pero debe ser un rezo que nazca de lo más profundo de nuestro corazón. Debemos pedirle al Señor que nos guíe y nos enseñe el camino que debemos seguir para salir de la oscuridad más absoluta a la luz.
En fin, espero que les sirva para algo. Vayan en Paz o mejor dicho, busquen la Paz de sus corazones.