Estimado en Cristo la_madrugá:
Tu maestro está en lo correcto en todo sentido:
1. Si es verdad que la moral católica considera ciertos casos en los que la sociedad no puede defenderse de un agresor sino por medio de la pena de muerte, por lo cual en tales casos la pena de muerte sería admisible.
Catecismo de la Iglesia Católica escribió:2267 La enseñanza tradicional de la Iglesia no excluye, supuesta la plena comprobación de la identidad y de la responsabilidad del culpable, el recurso a la pena de muerte, si esta fuera el único camino posible para defender eficazmente del agresor injusto las vidas humanas.
Pero si los medios incruentos bastan para proteger y defender del agresor la seguridad de las personas, la autoridad se limitará a esos medios, porque ellos corresponden mejor a las condiciones concretas del bien común y son más conformes con la dignidad de la persona humana.
2. También es verdad que el Beato Juan Pablo II -y un servidor junto con él- consideraba que es extremadamente difícil que los supuestos que hacían admisible la pena de muerte se puedan cumplir hoy en día, de modo que promovía una oposición práctica a la misma:
En este horizonte se sitúa también el problema de la pena de muerte, respecto a la cual hay, tanto en la Iglesia como en la sociedad civil, una tendencia progresiva a pedir una aplicación muy limitada e, incluso, su total abolición. El problema se enmarca en la óptica de una justicia penal que sea cada vez más conforme con la dignidad del hombre y por tanto, en último término, con el designio de Dios sobre el hombre y la sociedad. En efecto, la pena que la sociedad impone « tiene como primer efecto el de compensar el desorden introducido por la falta ».46 La autoridad pública debe reparar la violación de los derechos personales y sociales mediante la imposición al reo de una adecuada expiación del crimen, como condición para ser readmitido al ejercicio de la propia libertad. De este modo la autoridad alcanza también el objetivo de preservar el orden público y la seguridad de las personas, no sin ofrecer al mismo reo un estímulo y una ayuda para corregirse y enmendarse. 47
Es evidente que, precisamente para conseguir todas estas finalidades, la medida y la calidad de la pena deben ser valoradas y decididas atentamente, sin que se deba llegar a la medida extrema de la eliminación del reo salvo en casos de absoluta necesidad, es decir, cuando la defensa de la sociedad no sea posible de otro modo. Hoy, sin embargo, gracias a la organización cada vez más adecuada de la institución penal, estos casos son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes.
Evangelium vitae
Ioannes Paulus PP. II
Después del Ángelus
Esta noche, en el Coliseo, se realizará una manifestación que forma parte de la campaña mundial
en favor de una moratoria de la pena de muerte. El gran jubileo es una ocasión privilegiada para promover en el mundo formas cada vez más maduras de respeto a la vida y a la dignidad de toda persona. Por tanto, renuevo mi llamamiento a todos los responsables, exhortándolos a lograr un consenso internacional para la abolición de la pena de muerte, dado que "los casos de absoluta necesidad de eliminar al reo son ya muy raros, por no decir prácticamente inexistentes" (Catecismo de la Iglesia católica, n. 2267).
JUAN PABLO II
ÁNGELUS
12 de diciembre de 1999
El Santo Padre pide clemencia para un condenado a muerte en los Estados Unidos
Con el espíritu de clemencia, que es propio del Año jubilar, una vez más uno mi voz a la de cuantos piden que no se quite la vida al joven Derek Rocco Barnabei.
Y, más en general, deseo asimismo que se llegue a renunciar al recurso a la pena de muerte, dado que el Estado dispone hoy de otros medios para reprimir eficazmente el crimen, sin quitar definitivamente al reo la posibilidad de redimirse.
JUAN PABLO II
AUDIENCIA
Miércoles 13 de septiembre 2000
Por demás, es preciso advertirte que si conocer esto te desanimó, no has venido precisamente al mejor lugar para animarte, porque, como seguramente pronto lo verás, en este foro existen ferreos defensores de la pena de muerte.
Pero bueno, también habemos otros que estamos de acuerdo con la visión del Beato Juan Pablo II y consideramos que las condiciones existen para abolir del todo ese terrible castigo de nuestro mundo. Sobre todo porque siempre existirá la posibilidad de un error en la identificación del culpable y la aplicación de un castigo extremadamente injusto e irreversible hacia un inocente.
Que Dios te bendiga.