por eduarod » Sab Jul 23, 2016 3:31 pm
Estimado en Cristo jjansen:
Se trata en realidad de una falsa dicotomía, porque una Verdadera Moral DEBE estar fundada en el Misericordioso Amor de Dios. Y, por consiguiente, ese Misericordioso Amor no nos lleva a un comportamiento distinto sino hacia el que constituye esa Verdadera Moral.
El problema comienza precisamente cuando hacemos este tipo de separaciones entre una cosa y otra y las oponemos artificialmente según nuestros propios criterios. Es decir, por ejemplo, cuando transformamos la Auténtica Moral que viene del Amor Misericordioso de Dios, en un simple y vulgar código de normas de conducta basado en lo que alcanza a comprender de la bondad la sabiduría humana.
Y esto lo podemos hacer indistintamente porque las exigencias del Amor Auténtico nos parecen "excesivas" y, según nuestro propio criterio, decretamos o determinamos que "el amor es compasivo y no tan exigente" y entonces creamos una moral laxa, bonachona y "comprensiva" que en realidad NO busca el bien de la persona, sino meramente justificar y auto-justificar la pereza en el ejercicio de las exigencias del Verdadero Amor, creando así una falsa moral típicamente fundada en un egoísmo comodino.
Pero también lo podemos hacer porque las exigencias morales nos parecen muy importantes, y entonces, según nuestro propio criterio, y NO bajo el criterio del Verdadero Amor, privilegiamos el cumplimiento de un código de normas frío y tremendamente estricto en vez de buscar y entender el sentido profundo de los principios que realmente dan vida a esas normas para entender en qué casos SI aplican y en que otros casos NO aplican. Y es ahí donde, por ejemplo, equivocadamente y aplicando muy ciegamente una mal entendida norma moral de "No robarás", podemos condenar a un pobre hambriento que legítimamente, bajo una recta aplicación del principio del Destino Universal de los bienes, toma para su subsistencia más elemental un pedazo de pan que no era suyo, tal como si fuese igualmente culpable que un asaltante que roba y hasta asesina con premeditación, alevosía y ventaja para obtener ilegítimamente beneficios cuantiosos que no le corresponden.
La Verdadera Misericordia y la Verdadera Moral están de acuerdo en que lo primero es legítimo y lo segundo no, y entonces NO es necesario escoger ni privilegiar una sobre la otra.
La cuestión es que, en nuestras propias limitaciones e imperfecciones, difícilmente logramos tenener una comprensión perfecta de la Moral y una vivencia perfecta de la Misericordia, que haga que en nuestra vida cotidiana veamos con claridad el sentido de la acción que debemos tomar en el que ambas tengan pleno cumplimiento.
Por el contrario, casi necesariamente hay en nosotros al menos un poco de esa falsa laxitud o de esa falsa rigidez, y es eso lo que nos pone en duda sobre qué hacer en una situación concreta.
Pero entonces lo que debemos hacer NO ES ciegamente privilegiar la Moral sobre la Misericordia o viceversa, sino entender que la oposición que percibimos es un signo seguro de que estamos siendo víctimas de nuestra comprensión limitada e imperfecta de las cosas, y de que es entonces necesario ir más allá y entender mejor las cosas. Para ello podemos hacer uso de nuestra comprensión y conocimiento de la moral y de la misericordia para tratar de que mutuamente se iluminen y nos lleven a un mejor entendimiento de la realidad.
Por ejemplo, si una norma moral nos parece claramente estricta, despiadada y contraria a la misericordia según la entendemos, pues es probable que, en efecto, estemos queriendo hacer una aplicación equivocada de la norma moral, por lo que es preciso profundizar en sus fundamentos y ver si de verdad aplican o no. Pero, si, por ejemplo, hemos llegado al punto de asegurarnos completamente de que la norma moral es aplicable al caso concreto (por tener la Instrucción de la Iglesia que así nos lo Enseña, por ejemplo, y en donde nos hemos asegurado de que hemos entendido bien tal Instrucción de la Iglesia y la estamos aplicando bien); y, pese a lo anterior, la norma nos sigue pareciendo demasiado estricta o demandante, entonces debemos entender más bien que lo que no hemos logrado comprender del todo es el beneficio que las personas obtendrán de ella, de tal suerte que la Misericordia es la que REALMENTE está DEMANDANDO esa exigencia, en vez de oponerse a ella.
Que Dios te bendiga.