Estimado en Cristo enriman:
Hay dos maneras de entender la Elección de Dios (para cualquier fin, no solo para el que mencionas):
1. Como un privilegio que Dios nos ha dado para hacernos grandiosos y admirables. Esto, que es incorrecto, suele llevar a las personas a posturas soberbias semejantes a las del fariseo aquel que daba gracias a Dios por que no era pecador y porque cumplía escrupulosamente sus obligaciones, de quien Cristo Mismo dijo que no había sido justificado. El caso más extremo de ello es la idea de la predestinación calvinista (la que tiene una versión católica en aquellos que creen que su pertenencia a la Iglesia les da cierta superioridad, puede que acepten que es una superioridad inmerecida, pero la consideran superioridad de cualquier manera)
2. Como una misión que Dios nos da para que podamos servir a los demás a través de ella. Si, puede pensarse que ser elegido por Dios es un bien y un privilegio, pero es un privilegio que conlleva ante todo una responsabilidad de SERVICIO. Por eso Cristo Mismo dice a Sus Apóstoles:
Jesús los llamó y les dijo: «Ustedes saben que aquellos a quienes se considera gobernantes, dominan a las naciones como si fueran sus dueños, y los poderosos les hacen sentir su autoridad.
Entre ustedes no debe suceder así. Al contrario, el que quiera ser grande, que se haga servidor de ustedes; y el que quiera ser el primero, que se haga servidor de todos.
San Marcos 10, 42-44
Joseph Ratzinger, como teólogo, desarrolló mucho la teología de los pocos vs. los muchos. Donde los pocos son elegidos para el bien de los muchos. El caso extremo, por supuesto, es el de Nuestro Señor Jesucristo, Quien Fue Elegido Él Solo para bien de TODOS los demás:
Uno de ellos, llamado Caifás, que era Sumo Sacerdote ese año, les dijo: «Ustedes no comprenden nada.
¿No les parece preferible que un solo hombre muera por el pueblo y no que perezca la nación entera?».
No dijo eso por sí mismo, sino que profetizó como Sumo Sacerdote que Jesús iba a morir por la nación, y no solamente por la nación, sino también para congregar en la unidad a los hijos de Dios que estaban dispersos.
San Juan 11, 49-52
Y así, junto con Cristo, sus seguidores, los miembros de la Iglesia, hemos sido Elegidos para bien de TODOS los demás.
En una analogía sencilla, suelo compararlo con una maestra que llama a uno de sus alumnos para que reparta una bolsa de chocolates entre toda la clase. Él recibe todos los chocolates, pero no son para él nada más, sino son para todos, y mal haría este alumno en sentirse mejor o superior que los demás porque tiene los chocolates, peor aún en no repartirlos sino retenerlos para sí. No, solo si el alumno entiende que los chocolates los recibió para darlos a todos, y así lo hace con diligencia, es entonces que se hace digno del privilegio que le fue concedido en la confianza que se le dio para cumplir esa misión, y entonces tal vez la maestra le de un chocolate adicional al que le toca por el trabajo y empeño que puso en servir a sus compañeros.
Pongamso un ejemplo concreto que no sabemos si es del todo correcto o no, pero supongamos que si para fines de esta discusión. El caso concreto es el de Gandhi. Lo que no sabemos es si su bondad fue suficiente para salvarse, eso solo Dios lo Juzga y lo Sabe, pero lo que supondremos es que si lo fue. Lo que sabemos también es que Gandhi decía que le convencía el cristianismo pero no los cristianos; y es un hecho que muchas de sus buenas obras se basaron en las enseñanzas cristianas que de uno u otro modo recibió. Y, sin embargo, en su convencimiento había una gran contradicción, pues ¿cómo habría podido conocer la bondad del cristianismo si no hubiese sido porque de un modo u otro le fue transmitida por los buenos cristianos? Entonces, si Gandhi logró hacer buenas obras basado en las Enseñanzas de Cristo y, en ese sentido, en algún grado de unión con Él, eso solo fue posible por los Elegidos en la Iglesia, los buenos cristianos que le transmitieron la Enseñanza de Cristo e hicieron eso posible. Es así que, sin los Elegidos que realmente trabajan en la Iglesia, los demás simplemente NO PODRÍAN acceder a la Salvación de Cristo. Y esto vale no solo por el ejemplo o las enseñanzas que los buenos cristianos logran transmitir a otros, sino también por la oración y la ofrenda GRATA AL PADRE que esos mismos buenos cristianos hacen en la Eucaristía de las obras de sus hermanos que no conocen a Cristo.
Que Dios te bendiga.