Estimado en Cristo jose alberto z:
Como recientemente lo acabo de explicar en un tema en el sub-foro de Apologética, las Definiciones Dogmáticas de la Iglesia Católica NO se apoyan primaria y principalmente en ningún análisis histórico, teológico, ni en un análisis exegético o hermenéutico de las Escrituras, de los Padres o de cualquier otra cosa; sino se apoyan en la Autoridad del Espíritu Santo, Quien participa DIRECTAMENTE en la Definición en cuestión a través de una modalidad muy especial de asistencia al Magisterio Solemne y Extraordinario de la Iglesia. Es por ello que las Definiciones Solemnes de la Iglesia son Infalibles e Irreformables en sí mismas, y no por el sustento que las acompañe y/o que haya históricamente servido de apoyo para llegar al punto de la Definición en cuestión.
Esto viene al caso, porque la consecuencia más directa e inmediata que esto tiene, es que la Verdad Dogmática dice justa, precisa y exactamente lo que dice, ni una palabra menos, ni una palabra más. El Dogma de Fé es lo que dice en su Definición y punto.
Pero, por otra parte, más allá de los sustentos y fundamentos, lo que dice una Verdad Dogmática puede implicar ciertos presupuestos sin los que no parecería posible que la Verdad Dogmática pudiese existir; o ciertas consecuencias que parecen deducirse ineludiblemente de la Enseñanza Infalible.
Cuando tales puntos de verdad existen, cuando en realidad una afirmación está íntimamente ligada a una Verdad de Fé que, sin estar contenida en la Definición Dogmática propiamente dicha, negar tal afirmación implicaría una auténtica contradicción con la Verdad Dogmática; entonces se dice que esa afirmación es una Verdad Próxima a la Fé, y, por su conexión intrínseca a la Verdad Dogmática, se considera igualmente infalible.
Sin embargo, esto se presta a un error muy común (del que ciertos moderadores y participantes que frecuentaban hace algún tiempo estos foros padecían fuertemente), que es el de que las personas SUPONGAN que los que ellos mismos entienden que está indefectiblemente ligado a la Verdad de Fé, porque a ellos mismos les parece lógico o correcto de esa manera, e inexplicable o insostenible de otra, es por eso mismo una Verdad Próxima a la Fé.
Simplemente así no funcionan las cosas.
Por ejemplo, un error que solía estar muy difundido entre los católicos antes de que la Iglesia planteara las cosas de manera más clara es la afirmación de que es necesario pertenecer formalmente a la Iglesia Visible para poder salvarse. Cosa que muchos deducían sin poder sinceramente concebir otra posibilidad a partir de la Conocida Verdad Dogmática: "extra Ecclesiam nulla salus" (fuera de al Iglesia no hay salvación). Incluso hoy en día hay quienes se aferran al error y prefieren renegar de la Iglesia "contemporánea" (y en ello reniegan en realidad de la Iglesia Universal de todos los tiempos) antes que reconocer que la afirmación tiene un sentido muchísimo más profundo del que muchos le atribuían y que NO tiene la consecuencia que ellos percibían como ineludible. Otros no reniegan de la Iglesia en forma, pero creen que la Iglesia SI cometió un error y está pendiente una "corrección del rumbo" (lo que justifican pensando que lo cometió en enseñanza no-infalible, por lo que no habría problema en rectificar, pero así tampoco funcionan las cosas).
La realidad se puede comprender con mucha facilidad cuando se entiende claramente que la Iglesia es la Comunidad de los Creyentes unidos a Cristo. La Iglesia, por tanto, es el Cuerpo Místico de Cristo. Y cuando se entiende que la Salvación es vivir unidos a Cristo por la Eternidad. Aquí la Verdad Dogmática relumbra por su auténtica obviedad ineludible: ¿cómo podría alguien estar unido eternamente a Cristo sin llegar a estar unido a Él? Más claro no puede ser: fuera de la Comunidad de los Creyentes en Cristo no puede haber Salvación. Pero, insisto, NO es esa evidente lógica la que sostiene la Verdad Dogmática, sino es la Autoridad del Espíritu Santo que nos la ha confirmado. Y, sin embargo, entender su recto sentido nos hace ver con claridad el erroneo sentido en que muchos entendieron esas palabras y el porqué entonces lo que a ellos les parecía una consecuencia lógica insalvable, en realidad era una consecuencia lógica del error y, por tanto, un error también. Y nos hace ver entonces porqué no podemos confiar en nuestro juicio y lógica particular para pretender "definir" "verdades próximas a la fé" con nuestro muy humano y falible parecer.
De hecho, las nuevas formulaciones que suele usar la Iglesia para dejar en claro que la Verdad Dogmática NO imposibilita la Salvación de aquellos que no lleguen a ser considerados como miembros formales de la Iglesia Católica, formulaciones tales como la del Catecismo: "Esta afirmación no se refiere a los que, sin culpa suya, no conocen a Cristo y a su Iglesia:" ha llevado a algunos a formular otras comprensiones erradas, y otros errores formales en consecuencia.
Uno de esos errores es la creencia de que la Verdad Dogmática "evoluciona" y "cambia" "adaptándose" a las "necesidades de los tiempos". Lo que es tanto como afirmar que Dios cambia con el tiempo, es decir, que el Eterno no es en realidad eterno, sino cambiante, lo que es manifiestamente falso e inadmisible.
Otro de esos errores es la creencia de que la Verdad Dogmática solo aplica a unos y a otros no, lo que implicaría afirmar que la Palabra de Dios NO ES Universal, sino de aplicación discrecional. Y, para colmo, eso implicaría también AGREGAR palabras o conceptos NO incluidos en la Definición Dogmática, lo que desde el principio vimos que no tiene sentido, porque la Verdad Dogmática es tal cual como es y no como alguien quisiera que fuera con agregados u omisiones a conveniencia. En realidad la Iglesia NO usa estas nuevas formulaciones como para dar cabida a la interpretación de que las Verdades Dogmáticas pueden ser de aplicación parcial, sino lo hace para subrayar un aspecto fuertemente conectado con las razones históricas que motivaron la Definición de esa Verdad, y que es que el rechazo intencional y culpable de la Iglesia (que, según lo que hemos visto, no es sino el rechazo intencional y culpable de la unión con Cristo) imposibilita la Salvación (es decir, que el rechazo intencional y culpable de la unión con Cristo imposibilita unirse a Él, lo que es otra verdad cuya evidencia, así enunciada, cae por su propio peso). Por eso la Iglesia enfatiza el sentido de que no puede aspirar a la Salvación quien rechaza culpablemente a la Iglesia de Cristo, y "pone en otro costal" a los que no son culpables de tal rechazo a causa de su ignorancia. Pero NO porque la Iglesia pretenda crear una realidad "extra-Dogmática" para los no-creyentes, lo que sería un sin sentido imposible de sostener.
Algunos más ven las incongruencias de estos errores y entonces han desarrollado otra visión mucho más elaborada que, a primera vista, parece resolver bien el problema, pero que, vista con detenimiento, es igualmente erronea.
Dicho error es la creencia en una Iglesia "invisible" que sería la "auténtica" y que sería, de algún modo o hasta cierto grado "independiente" de la Iglesia "visible"; de tal suerte que la Iglesia a la que se referiría la Verdad Dogmática sería la invisible, cuyos miembros se salvarían todos, perteneciendo o no a la Iglesia visible; y, por otro lado los miembros de la Iglesia visible no tendrían por esa pertenencia en modo alguno garantizada su Salvación, sino tan solo aquellos que pertenecieran a la invisible también.
Si, ciertamente ese "modelo" responde a un par de afirmaciones ciertas: la de que hay personas que pueden salvarse sin llegar a ser admitidos formalmente como miembros de la Iglesia Católica; y la de que puede haber personas que pertenezcan formalmente a la Iglesia Católica y no lleguen a salvarse. Y si dejamos las cosas hasta ahí el problema parecería resuelto. Pero el problema de esta visión es que trivializa a la Iglesia visible, haciéndola no solo no indispensable, no solo no importante, no solo irrelevante, sino que, hasta en cierto sentido, engañosa.
Pero la realidad del error se puede fácilmente ver, una vez más, acudiendo a la realidad del Cuerpo Místico de Cristo ¿es que acaso hay un Cristo visible que es independiente e irrelevante respecto a otro "verdadero" "Cristo invisible"? ¿puede acaso Cristo estar dividido de esta manera? ¿o puede el verdadero Cristo estar completamente ausente de la Comunidad de Creyentes unidos a Él? Nuevamente las contradicciones saltan grotescamente a la luz.
Y lo que nos deja ver todo esto es que la realidad es que toda Salvación viene de Cristo, y entonces se salvan todos los que se han querido unir a Él en el grado y modo en que su situación les ha permitido, grado y modo en que están verdaderamente unidos entonces a la Iglesia, y no a una hipotética "Iglesia invisible independiente", sino grado y modo en que están verdaderamente unidos a la Verdadera Iglesia de Cristo, que es la Iglesia Católica en TODA su realidad, realidad de la que la Comunidad de Creyentes visiblemente unidos a Cristo es fundamental.
Finalmente eso es lo que transluce de la clarísima y sencilla formulación con la que el Catecismo en realidad comienza a abordar este tema:
"Fuera de la Iglesia no hay salvación"
846 ¿Cómo entender esta afirmación tantas veces repetida por los Padres de la Iglesia? Formulada de modo positivo significa que toda salvación viene de Cristo-Cabeza por la Iglesia que es su Cuerpo:
He querido detenerme a considerar todos estos errores conceptuales y explicaciones respecto a este tema paralelo al que nos ocupa para ilustrar cómo verdaderamente es tan común que las personas pongan sus propios intereses, convicciones, pensamientos y expectativas en la interpretación que hacen de los Dogmas de la Iglesia. Y cómo llegan a la "sólida" convicción de que las cosas tan solo pueden ser así y no de otra manera, por lo que creen que su lógica es irrefutable y tienen en su mano entonces una "auténtica" "verdad próxima a la fé".
Pero cómo en realidad ese proceso les condujo a miserables errores que alcanzaron incluso a cegar a la persona al punto de renegar de la misma Iglesia antes que tener la humildad de abandonar el propio error.
Si estas personas hubiesen tenido la humildad de dejar la Verdad Dogmática en su formulación textual, en vez de querer rellenarla con los contenidos producidos por su interpretación y la lógica de ella derivada, habrían evitado estos errores lamentables.
Pero ¿significa eso que no es posible profundizar? ¿que todo se tiene que quedar en la formulación textual aunque uno no la entienda del todo bien?
No, por supuesto. Si fuesen así las cosas, las Verdades Próximas a la Fé (las auténticas, no las imaginadas) NO existirían. Pero si existen.
Lo que tiene que suceder en realidad es que NO debe hacer uno estos intentos de profundizar de manera particular con su propia lógica y parecer; sino lo debe hacer uno de la mano de la Iglesia. Y la Iglesia será la que se encargue de conducirle a uno a una comprensión mucho más profunda y auténtica de la Verdad, que es Dios mismo; es decir, será precisamente la Iglesia la que nos ayude a unirnos más perfectamente a Cristo.
En realidad las Verdades Próximas a la Fé NO las deducen los fieles, sino las declara también la Iglesia de manera expresa y específica. Es decir, es la Iglesia, única intérprete auténtica y autorizada de la Escritura y la Tradición, la que nos puede señalar si un presupuesto o conclusión está en verdad íntimamente ligado a una Verdad de Fé tal y como parece... o no.
Por consiguiente, tan oslo se puede hablar de una Verdad Próxima a la Fé si el Magisterio de la Iglesia expresamente lo ha declarado así. Y NO si un fiel cualquiera, por su propia lógica y parecer, piensa que las cosas son así.
Y esto nos permite retornar a nuestro tema, porque lo que tú viviste en su momento fue precisamente este fenómeno de personas imponiendo su lógica y parecer como pretendidas "verdades próximas a la fé" completamente a espaldas del Magisterio que poco se ha querido pronunciar respecto a estos asuntos, como lo has podido comprobar.
En realidad, y considerando toda la exposición anterior, esto nos debe llevar no solo ni primariamente a resaltar un actuar injusto de parte de esas personas, sino, sobre todo, nos debe llevar a nosotros mismos a ser EXTREMADAMENTE CAUTOS en admitir como ciertas las hipótesis que las personas elaboran alrededor de una Verdad Dogmática tan misteriosa como es la Virginidad Perpetua de Nuestra Señora antes, durante y después del parto.
¿Contra qué se puede comparar eso? ¿qué criterio de referencia podrá usar el hombre en sus razonamientos en ausencia de la opinión autorizada de la Iglesia asistida por el Espíritu Santo?
Podría uno intentar lanzar un argumento aparentemente fulminante citand el Apocalipsis en un pasaje que suele relacionarse estrechamente con la Santísima Virgen María (en la Fiesta de la Santísima Virgen de Guadalupe, el 12 de Diciembre, se lee este texto como referido a esa aparición de Nuestra Santísima Madre):
Y apareció en el cielo un gran signo: una Mujer revestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas en su cabeza.
Estaba embarazada y gritaba de dolor porque iba a dar a luz.
...
La Mujer tuvo un hijo varón que debía regir a todas las naciones con un cetro de hierro. Pero el hijo fue elevado hasta Dios y hasta su trono,
Apocalipsis 12, 1-2; 5
¿Algo más? Aparentemente la Escritura afirmando de manera inequívoca que la Santísima Virgen gritaba de dolor al dar a luz a Nuestro Señor Jesucristo.
Y, sin embargo, si atendemos al Magisterio hablando sobre el tema, nos podemos encontrar esto:
Como testimonio bíblico en favor de la Inmaculada Concepción de María, se suele citar también el capítulo 12 del Apocalipsis, en el que se habla de la "mujer vestida de sol" (Ap 12, 1). La exégesis actual concuerda en ver en esa mujer a la comunidad del pueblo de Dios, que da a luz con dolor al Mesías resucitado. Pero, además de la interpretación colectiva, el texto sugiere también una individual, cuando afirma: "La mujer dio a luz un hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro" (Ap 12, 5). Así, haciendo referencia al parto, se admite cierta identificación de la mujer vestida de sol con María, la mujer que dio a luz al Mesías. La mujer-comunidad está descrita con los rasgos de la mujer-Madre de Jesús.
Caracterizada por su maternidad, la mujer "está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz" (Ap 12, 2). Esta observación remite a la Madre de Jesús al pie de la cruz (cf. Jn 19, 25), donde participa, con el alma traspasada por la espada (cf. Lc 2, 35), en los dolores del parto de la comunidad de los discípulos. A pesar de sus sufrimientos, está vestida de sol, es decir, lleva el reflejo del esplendor divino, y aparece como signo grandioso de la relación esponsal de Dios con su pueblo.
JUAN PABLO II
AUDIENCIA GENERAL
Miércoles 29 de mayo de 1996
Donde la referencia a los dolores del parto de la Santísima Virgen ya no parecen tan claras. Por un lado el texto es referido a la Comunidad del Pueblo de Dios naciendo con dolor en la Cruz; pero, por el otro, donde se reconoce expresamente la referencia individual indudablemente relacionada a Nuestra Señora, NO se relacionan los dolores del parto con el parto de su Divino Hijo, sino con los dolores al pie de la Cruz.
Y asi, de esa manera tan sencilla es como vemos que al tomarnos de la mano de la Iglesia, nuestra Madre y Maestra, se desvanece y se esfuma el que parecía un contundente e incontestable argumento.
Para ilustrar también cómo nuestros propios conceptos y limitadas experiencias nos pueden inducir fácilmente al error, consideremos ahora este argumento "a favor" del hermano gerardorocha:
Otro buen argumento, ya de orden práctico, es el que menciona en el punto tercero: "María Dio a luz a Su Hijo Primogénito, Le envolvió en pañales y Le acostó en un pesebre" (Lc 2,7). Estos actos normalmente ocurren inmediatamente después del nacimiento y es difícil que María pudiese hacerlo si hubiese sufrido los dolores y la debilidad normales de un parto" (común).
En realidad el argumento es malísimo. Nos remite a una sociedad de servicios de salud avanzados donde el niño se va en manos del pediatra a una evaluación y limpieza profunda y, de ahí o se va o se va a la incubadora durante 6 horas después de nacer para asegurar su estabilización. Pero las cosas no siempre han sido así, ni en todos lados son así aún hoy en día. El problema de los dolores en un parto normal es antes y durante el parto, ¡NO después! Las mujeres se pueden recuperar de un parto normal (o sea NO cesarea, ni con complicaciones como sangrado excesivo) muy rápidamente; no es extraño en una sociedad poco avanzada que a una mujer le venga la hora del parto estando sola en medio del campo ¿y que va a hacer? ¿quedarse ahí tirada con el niño? No, las mujeres en esos casos saben separar el cordón umbilical, envolver al niño en alguna manta, colgarlo a la espalda y continuar su camino. La gruta de Belén distaba mucho de ser una sala de partos con un equipo médico profesionalizado.
Vemos aquí claramente como queremos revestir al Dogma de nuestras suposiciones y presupuestos, de lo que "nosotros creemos" aunque no tenga en realidad mucho fundamento.
Lo mismo, ya que descartamos un argumento pretendidamente fundado en las Escrituras a favor de que Nuestra Señora padeció los dolores del parto, veamos ahora otro argumento, el que nos da el hermano Damian para tratar de sostener que el seno de Nuestra Señora permaneció cerrado y nunca se abrió, demandando por fuerza un parto completamente milagroso:
Ezequiel 44.1-3
El hombre me hizo volver en dirección a la puerta exterior del Santuario, la que miraba hacia el oriente, y esa puerta estaba cerrada. Entonces el Señor me dijo: "Esta puerta permanecerá cerrada. No será abierta, y nadie entrará por ella, porque el Señor, el Dios de Israel, ha entrado por ella. Por eso permanecerá cerrada. Solamente el príncipe en ejercicio se sentará allí para comer en la presencia del Señor. Él entrará por el camino del vestíbulo de la puerta y saldrá por ese mismo camino".
El argumento también es muy débil:
1. El mismo texto que se quiere usar como soporte NO indica que la puerta en cuestión nunca se hubiese abierto, pues ciertamente estaba abierta cuando el Señor pasó por ella. LUEGO estuvo cerrada y se dió la instrucción de que así permaneciera... EXCEPTO
2. Para el príncipe en ejercicio, que entraría y saldría por el vestíbulo de la puerta (lo que implica pasar por ella). Entonces, no sólo Dios pasó por ella, sino sus sacerdotes también pasarían por ahí.
En fin, no es que se tenga uno que quedar en la literalidad del texto referido a la construcción y funcionamiento del Santuario; sabemos que muchos de estos textos pueden ser referidos de manera distinta a la literal, ya sea al Señor, a Nuestra Señora, a la Iglesia, etc. Pero esto, más allá de una piadosa lectura personal, NO se puede hacer arbitrariamente y como uno quiera para justificar lo que uno quiere encontrar. Tales referencias, para tener un sustento serio y objetivo que pudiera servir como prueba de algo, tienen que tener un sustento en el Magisterio de la Iglesia. Sustento del que esta pretendida "prueba" carece completamente, y no extraña, no solo por lo poco que el Magisterio se ha querido pronunciar sobre el tema como hemos visto, sino por lo poco apropiada que en realidad resulta la cita para demostrar lo que se busca, aún aceptando el sentido alegórico que se le quiere dar al texto.
En todo esto, desde luego, NO pretendo descalificar a los hermanos, sino ilustrar, una vez más, cómo fácilmente caemos en la tentación de rellenar las Verdades Dogmáticas de los sentidos e interpretaciones personales que queremos darles.
De este modo, vuelvo a mi punto central ¿contra qué podrá el hombre comparar un evento tan singular como el Nacimiento del Salvador para poder saber realmente cómo fue o cómo no fue sin la guía segura del Magisterio?
No está mal seguir en ello a los Padres y Doctores de la Iglesia, como Santo Tomás, pues ciertamente podemos pensar que su opinión es mucho mejor que nuestro propio parecer. Pero tampoco está mal seguir a teólogos serios que tengan otra visión.
Y, sin embargo, mi posición y opinión personal es que uno debería doblar la rodilla, o, mejor aún, postrarse en tierra ante tan elevados Misterios, y reconocer la propia insuficiencia y la falta objetiva de criterios firmes para realizar afirmaciones en cualquier sentido en temas en donde Dios mismo no ha decidido Iluminar nuestro entendimiento por medio de la guía de los pastores que Él mismo puso para nuestro cuidado.
Si, algunos pareciera que dejan volar la imaginación y suponen y afirman las más fantásticas teorías a la hora de tratar de "aterrizar" sus conceptos, los cuales, lejos de aterrizar, quedan volando por allá de la estratósfera.
Y esto causa la reacción de los que gustan de ver las cosas "más naturales", "más científicas", radicalizándolos hasta el punto de prácticamente negar la posibilidad del auténtico milagro.
De este modo, con todo el respeto debido a tan gran misterio, pero precisamente en lo que a un servidor le parece, más que una exhaltación una cierta falta de respeto, por un lado tenemos a los que prácticamente colocan el teletransportador de Viaje a las Estrellas entre el seno de Nuestra Señora y el pesebre.
Y, por el otro, tenemos a los que, temerosos de ser vistos como "poco científicos" se resisten a creer en cualquier situación verdaderamente extraordinaria, dejando todo lo extraordinario en la actitud de las personas ante la aparentemente inamovible realidad de las leyes de la física y la biología. Leyes que se podrían "ignorar" tan solo tras concluir la vida mortal de Jesús, conceptualizando estos el Cuerpo Resucitado del Señor como una entidad espiritual y no ya material en ningún sentido. Pero se les olvida a estos que:
1. El Cuerpo Resucitado del Señor NO se percibía como una "manifestación espiritual", sino como una realidad material tangible que comía, que se podía tocar, con carne y hueso y en la que se podían introducir los dedos para comprobar las cicatrices de llagas y clavos.
2. Tenemos certeza de que Jesús NO tenía que esperar a la Resurrección para realizar eventos extraordinarios con su Cuerpo Humano natural y convencional; pues sabemos que en el monte Tabor se Transfiguró en presencia de sus discípulos. Si ahí se pudo Transfigurar y adquirir una Gloria y Esplendor sobrenaturales ¿qué impediría que algo similar hubiese ocurrido antes, durante su Nacimiento para llevar a cabo el parto milagroso?
¿Cómo podría ocurrir eso? No tengo idea como no tengo idea de cómo ocurrió la Transfiguración. Pero ciertamente no parece razonable pensar que mediante el teletransportador de Viaje a las Estrellas.
¿Y soy yo quien puede juzgar si tamaño milagro realmente convenía o no en ese momento?
No, no soy quien.
Por tanto, mantengo mi postura de postrarme en tierra ante lo que está muy por encima de mi experiencia y capacidad de comprensión.
¿Qué significa entonces para mi la expresión "Virgen en el parto"? Pues en tanto el Magisterio de la Santa Iglesia no alumbre más mi entendimiento, significa estricta y puramente eso: "Virgen en el parto", es decir, que nada ni nadie vulneró en ningún sentido la pureza de Nuestra Señora durante el parto. Y, concretamente ¿qué significa eso en hechos específicos?
Simplemente no lo sé. Y por eso me mantengo rostro en tierra agradeciendo a mi Señor con alegría las Luces que Él ha querido darme, y guardando en el corazón y contemplando con humildad aquello que no sé ni entiendo porque Él no ha Juzgado oportuno detallarme.
Y sinceramente creo que de esa manera me muestro como un mucho más digno hijo de Nuestra Santísima Madre; que pretendiendo saber y afirmar lo que me supera y que Dios no me ha dado medios para conocer con seguridad.
Que Dios te bendiga.