por yotaleno » Mar Sep 27, 2011 2:24 pm
Una pequeña historia muestra, aunque imperfectamente por supuesto, lo que es el actuar de la Divina Providencia:
En una iglesia de un pueblo cercano a una gran represa, vivía un párroco muy devoto de la Divina Providencia. Un día, la represa se rajó y las autoridades comunicaron a todos los pobladores que debía desalojar el pueblo dado el peligro de que la represa se rompiera y se produjera una inundación de grandes proporciones. Los pobladores, al oír el aviso de las autoridades, lo abandonaron casi todos. Entre los que quedaron estaba, por supuesto, el párroco que decía que a él la Divina Providencia no podría abandonarlo y, por tanto, no le sucedería nada.
Llegó el momento en que la represa efectivamente no aguantó la presión del agua y, después de explotar, la inundación se produjo. Al ver llegar el agua, el párroco se subió al techo de su iglesia y, desde allí, se puso a orar a la Divina Providencia. En eso, pasó un hombre en una lancha que estaba recogiendo a los pocos lugareños que habían quedado aislados por las aguas y que por diferentes motivos no habían podido abandonar sus hogares; el del bote quiso socorrer al párroco quien, nuevamente, confiando en la Divina Providencia, se negó a ser socorrido y, después de discutir con él, prefirió subir hasta la punta de la torre de la iglesia.
Luego, pasó un helicóptero enviado por las autoridades con la instrucción precisa de recoger al párroco y que era el único que todavía permanecía en el lugar de la inundación. Pues resulta que el dichoso párroco nuevamente se negó a subir al helicóptero y, luego de mucho discutir, les dijo a sus rescatistas que él tenía total confianza en la Divina Providencia y, por tanto, estaba seguro que no lo abandonaría.
El helicóptero se fue, la torre se remojó, se desmoronó y el pobre párroco se hundió y murió ahogado.
Cuando llegó al cielo, se presento ante Nuestro Señor y le dijo: mi amado Señor, durante toda mi vida yo te amé y confié totalmente en tu Divina Misericordia para que Tú me salves de cualquier peligro; cómo puede ser que me hayas abandonado y me hayas permitido morir en esas circunstancias?
El Señor le reprochó y le dijo; querido hijo, Yo ya sabía que si tú permanecías en tu iglesia morirías; por eso, en tres oportunidades te mandé ayuda para que te rescataran. Pero, tú no quisiste oír a los que envié para tu rescate.
Pues más o menos así actúa la Divina Providencia con nosotros; quiere que vivamos y lo hagamos eternamente con El; y, por supuesto, ya sabe el uso que le habremos dado a nuestro libre albedrío y el resultado que tendrán en nosotros las muchas gracias y dones que en el camino nos hizo llegar; pero no porque sepa que ya estaremos condenados o salvados nos retacea las gracias y, a veces, hasta milagros que quiere darnos para ayudarnos a llegar a esa meta. Pero, eso no quita que los que tomamos las decisiones somos nosotros.
Que el Señor nos bendiga a todos