Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

La Teología es la ciencia de Dios en cuanto Dios, conocida a partir de la revelación. La Teología es y debe seguir siendo la humilde sierva de la Palabra de Dios. Al ser un servicio, la Teología tiene que ejercer su tarea en comunión con el Magisterio. En las materias difíciles entre las que se mueve es compatible que haya cierta diversidad de opiniones, no graves, en el marco de la unidad de la fe y la fidelidad al Magisterio, ya que la historia demuestra que siempre ha habido lugar en la Iglesia para una gran diversidad de teólogos y de teologías. La fe es una, sí, pero ¡qué diferencia existe entre las teologías de Justino, Cipriano, Orígenes, San Agustín o Santo Tomás de Aquino! Esta diversidad también trae ventajas para la Iglesia y ha sido fuente de progreso teológico. Por ello este es un espacio de discusión sobre temas opinables de la teología, pero estrictamente dedicado a lo que se opina en las diversas escuelas para exponer y defender una u otra posición y dar de esta forma una visión de conjunto, recordando que no hay verdadera Teología sin Magisterio y sin fe

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Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Campeador » Dom Ago 28, 2011 5:49 pm

Hay unas catequesis de JPII que tratan sobre el cielo, infierno y purgatorio. Hay unas frases que, de hecho, han causado controversia entre algunos católicos porque parece que no están acordes con la doctrina. En concreto, me refiero a estas (las más significativas):
Sobre el purgatorio:
"...La purificación debe ser completa, y precisamente esto es lo que enseña la doctrina de la Iglesia sobre el purgatorio. Este término no indica un lugar, sino una condición de vida. Quienes después de la muerte viven en un estado de purificación ya están en el amor de Cristo, que los libera de los residuos de la imperfección."
Sobre el infierno:
"El infierno, más que un lugar, indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría. Así resume los datos de, la fe sobre este tema el Catecismo de la Iglesia católica: «Morir en pecado mortal sin estar arrepentidos ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra infierno»"

¿Cómo se interpretan estas catequesis dadas por el papa Juan Pablo II?
¿Son el cielo, infierno y purgatorio "lugares" (obviamente, se entiende que no en sentido físico) y estados del alma, o sólo una de estas dos cosas?

Un saludo en Cristo.
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Balvaram » Dom Ago 28, 2011 10:31 pm

EL INFIERNO
Tomado de Manual de Teología Dogmática
por Ludwig Ott

I. La Realidad del infierno

Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal van al infierno (de fe).

El infierno es un lugar y estado de eterna desdicha en que se hallan las almas de los réprobos. La existencia del infierno fue impugnada por diversas sectas, que suponían la total aniquilación de los impíos después de su muerte o del juicio universal. También la negaron todos los adversarios de la inmortalidad personal (materialismo).

El símbolo Quicumque confiesa: «Y los que (obraron) mal irán al fuego eterno»; Dz 40. El Papa Benedicto XII declaró en su constitución dogmática Benedictus Deus: «Según la común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal, inmediatamente después de la muerte, bajan al infierno, donde son atormentadas con suplicios infernales»; Dz 531 ; cf. Dz 429, 464, 693, 835, 840.

El Antiguo Testamento no habla con claridad sobre el castigo de los impíos, sino en sus libros más recientes. Según Dan 12, 2, los impíos resucitarán para «eterna vergüenza y oprobio». Según Judith 16, 20s, el Señor, el Omnipotente, tomará venganza de los enemigos de Israel y los afligirá en el día del juicio: «El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, para que se abrasen y lo sientan para siempre»; cf. Is 66, 24. Según Sap 4, 19, los impíos «serán entre los muertos en el oprobio sempiterno», «serán sumergidos en el dolor y perecerá su memoria»cf. 3, 10; 6, 5 ss.

Jesús amenaza a los pecadores con el castigo del infierno. Le llama gehenna (Mt 5, 29 s; 10, 28; 23, 15 y 33; Mc 9, 43, 45 y 47), gehenna de fuego (Mt 5, 22; 18, 9), gehenna donde el gusano no muere ni el fuego se extingue (Mc 9, 46 s), fuego eterno (Mt 25, 41), fuego inextinguible (Mt 3, 12; Mc 9, 42), horno de fuego (Mt 13,42 y 50), suplicio eterno (Mt 25, 46). Allí hay tinieblas (Mt 8, 12; 22, 13; 25, 30), aullidos y rechinar de dientes (Mt 13, 42 y 50;24, 51 ; Lc 13, 28).

San Pablo da el siguiente testimonio: «Esos [los que no conocen a Dios ni obedecen el Evangelio] serán castigados a eterna ruina, lejos de la faz del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tes 1, 9; cf. Rom 2, 6-9; Heb 10, 26-31). Según Ap 21, 8, los impíos «tendrán su parte en el estanque que arde con fuego y azufre»; allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (20, 10; cf. 2 Pe 2, 6; 7).
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor julian_consolad » Lun Ago 29, 2011 6:07 am

La pregunta sería en todo caso si las almas están en lugares determinados hasta la resurrección de la carne. Porque después de ésta, es evidente que los cuerpos, tanto los de los bienaventurados como los de los condenados, ocuparán un lugar físico, como lo pide su propia naturaleza. Esos serán los cielos nuevos y la tierra nueva.

Respecto al tiempo existente hasta la resurrección de la carne, es sentencia común en teología que las almas están en lugares concretos, aunque al parecer los datos de fe se salvan también si se dice que no.
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Petrus Paulo » Lun Ago 29, 2011 7:07 am

El Papa de feliz memoria habla sobre la realidad inmediata, ya que al no suceder aún lo que se conoce como Parusía, no ha habido la resurrección, o para la eterna gloría o para el castigo eterno.

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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor albert » Lun Ago 29, 2011 12:26 pm

Hermano Campeador:

Paz y bien!

El P. Jorge Loring da una respuesta concreta sobre esa catequesis del beato Juan Pablo II. Veamos:

El Papa Juan Pablo II en una de sus catequesis de los miércoles dijo que el infierno no es un sitio sino un estado.


Algún periodista, con mala idea, escribió que el Papa había dicho que el infierno no existe, porque no está en ningún sitio.

Y el Papa no dijo “no existe” sino “no es un lugar”, es un “estado”, es un modo es estar, un modo de existir. Lo que no es material no ocupa sitio.

Los espíritus no ocupan sitio, porque no son materiales.
Por ejemplo, una calculadora, como es material, la puedo tener encima de la mesa o en mi bolsillo, pero no así la tabla de multiplicar, porque no es material.

La tabla de multiplicar no la puedo meter en una cajita ni en un cajón; sin embargo es una realidad.

El que algo no ocupe sitio no es que no sea una realidad. No todo lo que es real es material.

Pero hablamos de modo popular para entendernos.

Decimos que nuestra madre está en el cielo para indicar que está con Dios. El mismo Jesucristo nos enseñó a rezar “Padre nuestro que estás en el cielo”.

Y la Biblia dice que Adán y Eva, después de pecar fueron expulsados del paraíso, para indicarnos que perdieron su estado de gracia, pero no fueron expulsados de ningún lugar.

Y es que hablamos de modo popular para entendernos.

JORGE LORING, S.I.


Espero que esta respuesta sea aclaratoria. Dios te bendiga.
Con Amor en Cristo, María y San Francisco,

Albert González Villanueva, OFS

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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Campeador » Lun Ago 29, 2011 1:35 pm

Balvaram escribió:EL INFIERNO
Tomado de Manual de Teología Dogmática
por Ludwig Ott

I. La Realidad del infierno

Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal van al infierno (de fe).

El infierno es un lugar y estado de eterna desdicha en que se hallan las almas de los réprobos. La existencia del infierno fue impugnada por diversas sectas, que suponían la total aniquilación de los impíos después de su muerte o del juicio universal. También la negaron todos los adversarios de la inmortalidad personal (materialismo).

El símbolo Quicumque confiesa: «Y los que (obraron) mal irán al fuego eterno»; Dz 40. El Papa Benedicto XII declaró en su constitución dogmática Benedictus Deus: «Según la común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal, inmediatamente después de la muerte, bajan al infierno, donde son atormentadas con suplicios infernales»; Dz 531 ; cf. Dz 429, 464, 693, 835, 840.

El Antiguo Testamento no habla con claridad sobre el castigo de los impíos, sino en sus libros más recientes. Según Dan 12, 2, los impíos resucitarán para «eterna vergüenza y oprobio». Según Judith 16, 20s, el Señor, el Omnipotente, tomará venganza de los enemigos de Israel y los afligirá en el día del juicio: «El Señor omnipotente los castigará en el día del juicio, dando al fuego y a los gusanos sus carnes, para que se abrasen y lo sientan para siempre»; cf. Is 66, 24. Según Sap 4, 19, los impíos «serán entre los muertos en el oprobio sempiterno», «serán sumergidos en el dolor y perecerá su memoria»cf. 3, 10; 6, 5 ss.

Jesús amenaza a los pecadores con el castigo del infierno. Le llama gehenna (Mt 5, 29 s; 10, 28; 23, 15 y 33; Mc 9, 43, 45 y 47), gehenna de fuego (Mt 5, 22; 18, 9), gehenna donde el gusano no muere ni el fuego se extingue (Mc 9, 46 s), fuego eterno (Mt 25, 41), fuego inextinguible (Mt 3, 12; Mc 9, 42), horno de fuego (Mt 13,42 y 50), suplicio eterno (Mt 25, 46). Allí hay tinieblas (Mt 8, 12; 22, 13; 25, 30), aullidos y rechinar de dientes (Mt 13, 42 y 50;24, 51 ; Lc 13, 28).

San Pablo da el siguiente testimonio: «Esos [los que no conocen a Dios ni obedecen el Evangelio] serán castigados a eterna ruina, lejos de la faz del Señor y de la gloria de su poder» (2 Tes 1, 9; cf. Rom 2, 6-9; Heb 10, 26-31). Según Ap 21, 8, los impíos «tendrán su parte en el estanque que arde con fuego y azufre»; allí serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos» (20, 10; cf. 2 Pe 2, 6; 7).


En parte es por este libro mi duda; ya que buscando sobre los novísimos consulté el libro, al ser un clásico de la dogmática y ha sido muy recomendado por ser muy fiel a la ortodoxia católica. En este libro, como se ve, se dice que el infierno es un lugar y un estado; y es por ello que me surgieron dudas al seguir buscando material sobre los novísimos y encontrar las catequesis de JPII.
Por último, ¿se puede decir que las almas están en algún lugar (obviamente, repito, no físico)? ¿Se puede seguir diciendo que infierno, cielo y purgatorio son "lugares" y "estados del alma"?
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Petrus Paulo » Lun Ago 29, 2011 1:54 pm

El infierno, y el cielo, competen a estados de existencia, ante la visión Beatífica se está en el cielo, pues se vive en la Bienaventuranza. Una existencia verdadera de vida de Gracia en el Amor infinito.
En el caso del infierno, es un estado de gravedad de pecado donde se existe excluido de la visión de Dios y de la participación de él, por tal, se dice que se está en el infierno. Una existencia verdadera de muerte en dolor, sufirmiento, odio y miedo.
Hay una parte que da claridad del asunto, dice Nuestro Señor, quien crea en mí no morirá, y así, aunque separada el alma del cuerpo, no se ha muerto. Y como dije, por ello, señala la Escritura que resucitaran vivos y muertos. Realmente también, ahorita entre los que peregrinamos hay quien está muerto por el pecado.

Cuando suceda la Parusía y todos vuelvan a sus cuerpos, entonces, se podrá decir: que también es un estado físico. La Santísima Virgen por ejemplo, asunta al cielo, está físicamente en el cielo, pero el gozo del cielo es ante la visión clara de Dios.

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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Balvaram » Lun Ago 29, 2011 10:10 pm

Estas creando un falso dilema: "o es un lugar o es un estado", es ambos lugar y estado, el Papa lo que resalto es que es un estado en contra de muchos que ven el infierno como una cueva con fuego.... no te hagas bolas....
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Petrus Paulo » Lun Ago 29, 2011 11:09 pm

Balvaram escribió:Estas creando un falso dilema: "o es un lugar o es un estado", es ambos lugar y estado, el Papa lo que resalto es que es un estado en contra de muchos que ven el infierno como una cueva con fuego.... no te hagas bolas....

Perdona, atenderé con mayor cuidado de expresarme, con ánimo de que entiendas.
Más quieres claridad, el infierno es un lugar, y así como un lugar, es un estado de existencia, no son contrarios, ¿no acaso en ti convergen realidad sensible con insensible?

Su merced, ahí lo tiene adecuado a su inteligencia y su sensibilidad.


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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Balvaram » Lun Ago 29, 2011 11:45 pm

Me disculpas pero a ti no me estoy dirigiendo, Petrus, sino a quien abrio el tema y me contesto a lo que puse.... y bajale a tu condescendencia que ni eres tan erudito y yo tan de pocas letras, pero a mi me gustan las cosas claras y directas.

Como dicen en mi país: sin tanta crema.
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Petrus Paulo » Mar Ago 30, 2011 12:08 am

Balvaram escribió:Me disculpas pero a ti no me estoy dirigiendo, Petrus, sino a quien abrio el tema y me contesto a lo que puse.... y bajale a tu condescendencia que ni eres tan erudito y yo tan de pocas letras, pero a mi me gustan las cosas claras y directas.

Como dicen en mi país: sin tanta crema.
Me disculpo, pero hubieras citado a quien contestas.


La visión del infierno:

Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles y asquerosas de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros.

Esta visión fue durante un momento, y ¡gracias a nuestra Buena Madre del Cielo, que antes nos había prevenido con la promesa de llevarnos al Cielo! (en la primera aparición). De no haber sido así, creo que hubiésemos muerto de susto y pavor.

Inmediatamente levantamos los ojos hacia Nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:

— Visteis el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que os voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejaren de ofender a Dios, en el pontificado de Pío XI comenzará otra peor. Cuando veáis una noche iluminada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes, por medio de la guerra, del hambre y de las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre. Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir; varias naciones serán aniquiladas. Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará. El Santo Padre me consagrará a Rusia, que se convertirá, y será concedido al mundo algún tiempo de paz.



La estructura antropológica de las revelaciones privadas:

Una vez que con las precedentes reflexiones hemos tratado de determinar el lugar teológico de las revelaciones privadas, antes de ocuparnos de una interpretación del mensaje de Fátima, debemos aún intentar aclarar brevemente un poco su carácter antropológico (psicológico). La antropología teológica distingue en este ámbito tres formas de percepción o « visión »: la visión con los sentidos, es decir la percepción externa corpórea, la percepción interior y la visión espiritual (visio sensibilis – imaginativa – intellectualis). Está claro que en las visiones de Lourdes, Fátima, etc. no se trata de la normal percepción externa de los sentidos: las imágenes y las figuras, que se ven, no se hallan exteriormente en el espacio, como se encuentran un árbol o una casa. Esto es absolutamente evidente, por ejemplo, por lo que se refiere a la visión del infierno (descrita en la primera parte del « secreto » de Fátima) o también la visión descrita en la tercera parte del « secreto », pero puede demostrarse con mucha facilidad también en las otras visiones, sobre todo porque no todos los presentes las veían, sino de hecho sólo los « videntes ». Del mismo modo es obvio que no se trata de una « visión » intelectual, sin imágenes, como se da en otros grados de la mística. Aquí se trata de la categoría intermedia, la percepción interior, que ciertamente tiene en el vidente la fuerza de una presencia que, para él, equivale a la manifestación externa sensible.

Ver interiormente no significa que se trate de fantasía, como si fuera sólo una expresión de la imaginación subjetiva. Más bien significa que el alma viene acariciada por algo real, aunque suprasensible, y es capaz de ver lo no sensible, lo no visible por los sentidos, una especie de visión con los « sentidos internos ». Se trata de verdaderos « objetos », que tocan el alma, aunque no pertenezcan a nuestro habitual mundo sensible. Para esto se exige una vigilancia interior del corazón que generalmente no se tiene a causa de la fuerte presión de las realidades externas y de las imágenes y pensamientos que llenan el alma. La persona es transportada más allá de la pura exterioridad y otras dimensiones más profundas de la realidad la tocan, se le hacen visibles. Tal vez por eso se puede comprender por qué los niños son los destinatarios preferidos de tales apariciones: el alma está aún poco alterada y su capacidad interior de percepción está aún poco deteriorada. « De la boca de los niños y de los lactantes has recibido la alabanza », responde Jesús con una frase del Salmo 8 (v.3) a la crítica de los Sumos Sacerdotes y de los ancianos, que encuentran inoportuno el grito de « hosanna » de los niños (Mt 21, 16).

La « visión interior » no es una fantasía, sino una propia y verdadera manera de verificar, como hemos dicho. Pero conlleva también limitaciones. Ya en la visión exterior está siempre involucrado el factor subjetivo; no vemos el objeto puro, sino que llega a nosotros a través del filtro de nuestros sentidos, que deben llevar a cabo un proceso de traducción. Esto es aún más evidente en la visión interior, sobre todo cuando se trata de realidades que sobrepasan en sí mismas nuestro horizonte. El sujeto, el vidente, está involucrado de un modo aún más íntimo. Él ve con sus concretas posibilidades, con las modalidades de representación y de conocimiento que le son accesibles. En la visión interior se trata, de manera más amplia que en la exterior, de un proceso de traducción, de modo que el sujeto es esencialmente copartícipe en la formación como imagen de lo que aparece. La imagen puede llegar solamente según sus medidas y sus posibilidades. Tales visiones nunca son simples « fotografías » del más allá, sino que llevan en sí también las posibilidades y los límites del sujeto perceptor.

Esto se puede comprender en todas las grandes visiones de los santos; naturalmente, vale también para las visiones de los niños de Fátima. Las imágenes que ellos describen no son en absoluto simples expresiones de su fantasía, sino fruto de una real percepción de origen superior e interior, pero no son imaginaciones como si por un momento se quitara el velo del más allá y el cielo apareciese en su esencia pura, tal como nosotros esperamos verlo un día en la definitiva unión con Dios. Más bien las imágenes son, por decirlo así, una síntesis del impulso proveniente de lo Alto y de las posibilidades de que dispone para ello el sujeto que percibe, esto es, los niños. Por este motivo, el lenguaje imaginativo de estas visiones es un lenguaje simbólico. El Cardenal Sodano dice al respecto: « ... no se describen en sentido fotográfico los detalles de los acontecimientos futuros, sino que sintetizan y condensan sobre un mismo fondo, hechos que se extienden en el tiempo según una sucesión y con una duración no precisadas ». Esta concentración de tiempos y espacios en una única imagen es típica de tales visiones que, por lo demás, pueden ser descifradas sólo a posteriori. A este respecto, no todo elemento visivo debe tener un concreto sentido histórico. Lo que cuenta es la visión como conjunto, y a partir del conjunto de imágenes deben ser comprendidos los aspectos particulares. Lo que es central en una imagen se desvela en último término a partir del centro de la « profecía » cristiana en absoluto: el centro está allí donde la visión se convierte en llamada y guía hacia la voluntad de Dios.


Lo que enseña la Iglesia:

IV. El infierno

1033 Salvo que elijamos libremente amarle no podemos estar unidos con Dios. Pero no podemos amar a Dios si pecamos gravemente contra Él, contra nuestro prójimo o contra nosotros mismos: "Quien no ama permanece en la muerte. Todo el que aborrece a su hermano es un asesino; y sabéis que ningún asesino tiene vida eterna permanente en él" (1 Jn 3, 14-15). Nuestro Señor nos advierte que estaremos separados de Él si no omitimos socorrer las necesidades graves de los pobres y de los pequeños que son sus hermanos (cf. Mt 25, 31-46). Morir en pecado mortal sin estar arrepentido ni acoger el amor misericordioso de Dios, significa permanecer separados de Él para siempre por nuestra propia y libre elección. Este estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados es lo que se designa con la palabra "infierno".

1034 Jesús habla con frecuencia de la "gehenna" y del "fuego que nunca se apaga" (cf. Mt 5,22.29; 13,42.50; Mc 9,43-48) reservado a los que, hasta el fin de su vida rehúsan creer y convertirse , y donde se puede perder a la vez el alma y el cuerpo (cf. Mt 10, 28). Jesús anuncia en términos graves que "enviará a sus ángeles [...] que recogerán a todos los autores de iniquidad, y los arrojarán al horno ardiendo" (Mt 13, 41-42), y que pronunciará la condenación:" ¡Alejaos de mí malditos al fuego eterno!" (Mt 25, 41).

1035 La enseñanza de la Iglesia afirma la existencia del infierno y su eternidad. Las almas de los que mueren en estado de pecado mortal descienden a los infiernos inmediatamente después de la muerte y allí sufren las penas del infierno, "el fuego eterno" (cf. DS 76; 409; 411; 801; 858; 1002; 1351; 1575; Credo del Pueblo de Dios, 12). La pena principal del infierno consiste en la separación eterna de Dios en quien únicamente puede tener el hombre la vida y la felicidad para las que ha sido creado y a las que aspira.

1036 Las afirmaciones de la Escritura y las enseñanzas de la Iglesia a propósito del infierno son un llamamiento a la responsabilidad con la que el hombre debe usar de su libertad en relación con su destino eterno. Constituyen al mismo tiempo un llamamiento apremiante a la conversión: "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la puerta y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que la encuentran" (Mt 7, 13-14):

«Como no sabemos ni el día ni la hora, es necesario, según el consejo del Señor, estar continuamente en vela. Para que así, terminada la única carrera que es nuestra vida en la tierra mereceremos entrar con Él en la boda y ser contados entre los santos y no nos manden ir, como siervos malos y perezosos, al fuego eterno, a las tinieblas exteriores, donde "habrá llanto y rechinar de dientes"» (LG 48).

1037 Dios no predestina a nadie a ir al infierno (cf DS 397; 1567); para que eso suceda es necesaria una aversión voluntaria a Dios (un pecado mortal), y persistir en él hasta el final. En la liturgia eucarística y en las plegarias diarias de los fieles, la Iglesia implora la misericordia de Dios, que "quiere que nadie perezca, sino que todos lleguen a la conversión" (2 P 3, 9)


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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Campeador » Mar Ago 30, 2011 8:07 am

Balvaram escribió:Estas creando un falso dilema: "o es un lugar o es un estado", es ambos lugar y estado, el Papa lo que resalto es que es un estado en contra de muchos que ven el infierno como una cueva con fuego.... no te hagas bolas....

Balvaram, no estoy creando un falso dilema, porque no he dado mi opinión sobre el tema. Sólo quisiera que me aclaraseis esas palabras que dijo el Beato Juan Pablo II. Porqué dijo
Campeador escribió:Este término no indica un lugar, sino una condición de vida.
. Yo, personalmente, tenía la opinión de que, sí, el purgatorio era un estado del alma, pero, obviamente, el alma debe de estar en algún lugar (reitero: NO un lugar FÍSICO [porque veo que entre algunas personas, el término lugar parece que les hace pensar en algo físico]).
Petrus Paulo, gracias por esas citas que has puesto; la del Catecismo de la Iglesia ya la conocía.
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Petrus Paulo » Mar Ago 30, 2011 11:46 am

Campeador escribió:
Balvaram escribió:Estas creando un falso dilema: "o es un lugar o es un estado", es ambos lugar y estado, el Papa lo que resalto es que es un estado en contra de muchos que ven el infierno como una cueva con fuego.... no te hagas bolas....

Balvaram, no estoy creando un falso dilema, porque no he dado mi opinión sobre el tema. Sólo quisiera que me aclaraseis esas palabras que dijo el Beato Juan Pablo II. Porqué dijo
Campeador escribió:Este término no indica un lugar, sino una condición de vida.
. Yo, personalmente, tenía la opinión de que, sí, el purgatorio era un estado del alma, pero, obviamente, el alma debe de estar en algún lugar (reitero: NO un lugar FÍSICO [porque veo que entre algunas personas, el término lugar parece que les hace pensar en algo físico]).
Petrus Paulo, gracias por esas citas que has puesto; la del Catecismo de la Iglesia ya la conocía.


Hay una parte de la Escritura, así, como de las citas que coloque, que explican porque es un estado: « Los rebeldes y pecadores serán destrozados juntamente y desaparecerán los que abandonan al Señor. [...] El hombre fuerte se convertirá en estopa y su obra será la chispa: arderán los dos juntos y no habrá quien extinga el fuego.» (Is 1, 31) , así es, cada uno morirá por su propio pecado (cf Dt 24, 16; 2 Cro 25, 4; Ap 20 12-13), la visión del infierno describe: « Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían» Y con ello, también refiere a un lugar, pues dice la Escritura: «Pero si decimos que subió, significa que primero descendió a las regiones inferiores de la tierra.», (Ef 4, 9), (cf Lc 16, 23; 26), en la visión dice: «Nuestra Señora nos mostró un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra.», Por ello dice la Escritura: «Están aterrados en Sión los pecadores, un temblor invade a los impíos: «¿Quién de nosotros habitará en una hoguera eterna?». (Is 33, 14), Así también dice la Escritura: «Entonces la Muerte y el Abismo fueron arrojados al estanque de fuego, que es la segunda muerte. Y los que no estaban inscritos en el Libro de la Vida fueron arrojados al estanque de fuego.» (Ap 20, 14-15). Decimos en el Credo: « […], desde allí vendrá a juzgar a vivos y muertos».

Bendiciones +
(Cuando entre paréntesis pongo citas, es para que las revisen, revisen: Lc 16, 23; 26; Ef 4, 9 y todas las demás).
Sujétate a Dios, y humilla tu juicio a la fe, y se te dará la luz de la ciencia, según te fuere útil y necesaria.
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor felipe » Lun Sep 05, 2011 1:19 pm

Sin duda las catequesis del beato Juan Pablo II aportan luz al asunto. Los términos purgatorio, cielo e infierno designan ante todo estados del alma (y del cuerpo después de la resurrección) y deben ser entendidos primariamente como tales, quedando en un segundo plano cualquier descripción de índole espacial o material. El cielo consiste en un estado de felicidad plena y eterna en la visión, amor y posesión de Dios. El infierno por el contrario es un estado de alejamiento voluntario y definitivo del hombre para con Dios ("autoexclusión" en palabras del Catecismo). Finalmente el purgatorio consiste en un estado de purificación necesario en aquellos que han muerto sin haber alcanzado la perfección mística en esta vida.

Después de la resurrección de la carne, al final de los tiempos, es lógico suponer que el hombre constando de alma y cuerpo dimensional, estará situado en un lugar dimensional, ya que las criaturas cuantitavas por su naturaleza se hallan localizadas en un mundo cuantitativo. Así los justos resucitados en un cuerpo glorioso estarán localizados en un panorama renovado de la naturaleza que nos circunda. En el fin de los tiempo el mundo material será glorificado juntamente con el cuerpo humano. Las criaturas irracionales que quedaron sometidas al desorden por causa del primer pecado del hombre, serán reintegradas y dotadas de nuevo esplendor cuando la Redención, mediante la resurreción de la carne, esté consumada en las almas y en los cuerpos. En este cosmos "rejuvenecido" y plenamente armonioso los bienaventurados gozarán de la visión beatífica, el cielo existirá sobre la tierra como señala la Sagrada Escritura en Apocalipsis 21. En cuanto al lugar donde los réprobos sufrirán las penas del infierno es muy difícil teorizar algo con seguridad pues no hay ningún fundamente sólido en la Revelación.

En lo referente a la escatología intermedia, es decir, el tiempo que media entre la muerte individual y la resurrección final, cielo, infierno y purgatorio son estados que afectan solo a los espíritus separados del cuerpo. Sabemos por la filosofía tomista que los espíritus no ocupan lugar ya que son simples y carecen de partes cuantitativas; se ve claro entonces que la cuestión del lugar en los estados póstumos antes de la resurrección adquiere un caracter diferente del que tiene después de la resurrección. No obstante, Santo Tomás los asocia a ciertos lugares físicos; dice en una de sus sentencias que las almas después de la muerte "se hallan en sus lugares dimensionales según conviene al modo de las sustancias espirituales, modo que no podemos conocer con plena claridad".
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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor Campeador » Lun Sep 05, 2011 3:41 pm

Gracias por las respuestas; pero, ya que veo que se confunden muchas veces los términos, mi pregunta, ahora, es:
Cuando hablamos de lugar respecto de estos estados (cielo, infierno, purgatorio), ¿a qué nos referimos exactamente? Sé que a algo físico, espacial, no puede ser, pero, digo yo, que el alma, hasta el día del Juicio, en algún lado estará, ¿no? Creo que sería mejor aclarar qué es "lugar" cuando hablamos de esto, para no confundirnos. :?
Un saludo en el Señor.
Gloria in excelsis Deo, et in terra pax hominibus bonae voluntatis. Laudamus te. Benedicimus te. Adoramuste te. Glorificamus te. Gratias agimus tibi propter magnam gloriam tuam.

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Re: Dudas sobre unas catequesis de Juan Pablo II.

Notapor juanchodedios » Sab Sep 17, 2011 10:24 pm

Campeador escribió:En parte es por este libro mi duda; ya que buscando sobre los novísimos consulté el libro, al ser un clásico de la dogmática y ha sido muy recomendado por ser muy fiel a la ortodoxia católica. En este libro, como se ve, se dice que el infierno es un lugar y un estado; y es por ello que me surgieron dudas al seguir buscando material sobre los novísimos y encontrar las catequesis de JPII.
Por último, ¿se puede decir que las almas están en algún lugar (obviamente, repito, no físico)? ¿Se puede seguir diciendo que infierno, cielo y purgatorio son "lugares" y "estados del alma"?

Mt 12,32 A quien diga algo contra este Hombre se le puede perdonar; a quien lo diga contra el Espíritu Santo no se le perdonará ni esta vida ni en la otra...

Jesús menciona un lugar (que parece tiempo ) donde se nos perdonara los pecados (aquellos que son perdonables) eso resume todo...
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