Balvaram escribió:Mejor un buen video catolico.....
Mejor pongamos los comentarios de los Profesores de Salamanca para clarificar el real sentido de esta parábola:
Un hombre “bajaba” de Jerusalén a Jericó: unos mil metros de descenso. El hecho de poner un “hombre,” y no un judío,
es elemento necesario para valorar el prójimo, ya que para el judío sólo era prójimo otro judío. El camino, sobre todo cerca de Jericó, es abrupto y lleno de recovecos, muy propicio al asalto. San Jerónimo dice que una parte del camino, llamado “ascensus Adommim” (Jos 18:18), puede llamarse “subida de los rojos,” por la sangre de los frecuentes homicidios que allí había 5. Así le pasó a este hombre. Lc robaron todo. Los detalles de su desvalijamiento no tienen valor alegórico espiritual; son elementos descriptivos. Y lo dejaron medio muerto.
Pero, cercano a él, y “viéndolo” así, pasaron junto a él un “sacerdote” y un “levita.” El símbolo de la religiosidad oficial de Israel. Jericó era ciudad sacerdotal, y acaso volvían de cumplir su turno semanal en el templo. En el Deuteronomio se decía que, si el asno de tu “hermano” (judío) cae, lo ayudarás a levantarse (Deu 22:4; Exo 23:5). Y ellos sabían bien la Ley.
Pasó luego por allí un “samaritano.” Estos eran abominables para los judíos: como racialmente espúreos, y cismáticos. Su odio religioso aparece reflejado en la Escritura (Jua 4:9; Eco 50:25-26). Sin embargo, lleno de compasión, se acercó a él, le vendó las heridas, derramando en ellas “aceite y vino,” uso oriental ordinario en la antigüedad 6, y hasta entre ciertos beduinos de nuestros días 7; lo cargó en su cabalgadura, lo llevó a un mesón, y tuvo con él todos los cuidados. Hasta adelantó para los primeros cuidados “dos denarios,” el doble de un jornal diario, prometiendo pagar el resto de los gastos a su vuelta, pues aún sigue interesándose por él.
Pero no es debida la falta de asistencia a no contraer impureza “legal” por el contacto con un muerto, pues éste no lo estaba. Además, el sacerdote “bajaba” (v.31) por el “mismo camino,” es decir, venía de Jerusalén, lo mismo que el levita (v.32). La motivación es poner esta ausencia de caridad al “prójimo” en la representación de los intérpretes de la Ley y lo más sagrado de la nación. La “regla de tres” en las narraciones populares (Mat 25:14-30 par.; Luc 14:18-20; Luc 20:10-12) omite lo que se esperaría — un judío laico — y presenta al samaritano.
La pregunta de Cristo está hecha con especial intención. Lc preguntaron que quién era el “prójimo” para él. Y Cristo le pregunta que quién obró “como prójimo.” Y así, con la práctica hizo ver
que cada ser humano es “prójimo” para todos los humanos. Por lo que ha de estar “próximo”
a él en todas sus necesidades. Es la paradoja oriental sirviendo de
máxima pedagogía .”
En Cristo.