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Campeador escribió:Hola a todos, quería hacer una consulta sobre si este es un buen libro para iniciarse en Teología
mike8 escribió:que no se te olvide que san agustín es también un gran teólogo hay muchos teologos que valen la pena
leandro del santo rosario escribió:¡Lo que dice Luxose es falso, y llega a afirmar cosas contrarias al Magisterio!
Santo Tomás de Aquino es el Príncipe de la teología, el máximo teólogo de la historia de la Iglesia, el teólogo que prefiere el Magisterio y el único recomendado hasta por un Concilio (C.V. II) no sólo en sus principios, sino hasta en su modo de hacer teología. Es Magisterio Ordinario, más de 80 Papas nos dicen: «¡VAYAN A SANTO TOMÁS!»
Todo quien se inicie en teología debe pasar primero y siempre por Santo Tomás. Comenzando por Tomás, siguiendo por él, terminando en él. Los demás teólogos, los pocos que valen realmente la pena, beben de él como de su fuente. Respecto de la necesidad de la iniciación filosófica para estudiar teología, pues para eso hemos recomendado algunas obras. El Magisterio de la Iglesia habla de la necesidad de estudiar filosofía para adentrarse en la teología, hasta el punto de que es obligatorio el curso previo de las materias filosóficas en el bachillerato. Lo mismo, análogamente, para quien desee estudiar teología como Dios manda, que estudie filosofía también, así aprenderá teología de verdad.
Es completamente falso, y hasta diabólico aconsejar leer primero a autores contemporáneos antes de ir a Santo Tomás. Diabólico, en caso de preferir autores contemporáneos no tomistas como «más accesibles», porque no son más que teologías pobres (paupérrimas al lado de la obra teológica del Aquinate), y en no pocos casos son autorcitos de moda que hablan mucho y dicen poco, y que cargan con prejuicios y errores filosófico-teológicos de la modernidad, de lo que la santísima doctrina del Doctor Angélico nos preserva con su verdadera sabiduría. Ese pésimo consejo sólo lo podríamos dar si no tuviéramos ciencia teológica, si no supiéramos en verdad qué es la teología. Santo Tomás, al escribir la obra maestra de la teología, la Suma de Teología, se dirigió ante todo a los principiantes, está en el prólogo. Pues entonces, principiantes, a estudiar primero la Suma.
Campeador escribió:Leandro, ¿sabes de algún libro que sea algún compendio de la filosofía y teología de Sto Tomás? Porque para mí es muy difícil conseguir la SUma Teológica (en libro de papel, en formato electrónico ya la tengo), ya que la única que conozco es la de la BAC y son cinco volúmenes bastante caros. Así que, si hay algún otro escrito de o sobre el pensamiento del Aquinate, y que sea más asequible, mejor (por supuesto, si podéis poner enlaces a libros electrónicos, también me vale ).
leandro del santo rosario escribió:¡Lo que dice Luxose es falso, y llega a afirmar cosas contrarias al Magisterio!
Santo Tomás de Aquino es el Príncipe de la teología, el máximo teólogo de la historia de la Iglesia, el teólogo que prefiere el Magisterio y el único recomendado hasta por un Concilio (C.V. II) no sólo en sus principios, sino hasta en su modo de hacer teología. Es Magisterio Ordinario, más de 80 Papas nos dicen: «¡VAYAN A SANTO TOMÁS!»
Todo quien se inicie en teología debe pasar primero y siempre por Santo Tomás. Comenzando por Tomás, siguiendo por él, terminando en él. Los demás teólogos, los pocos que valen realmente la pena, beben de él como de su fuente. Respecto de la necesidad de la iniciación filosófica para estudiar teología, pues para eso hemos recomendado algunas obras. El Magisterio de la Iglesia habla de la necesidad de estudiar filosofía para adentrarse en la teología, hasta el punto de que es obligatorio el curso previo de las materias filosóficas en el bachillerato. Lo mismo, análogamente, para quien desee estudiar teología como Dios manda, que estudie filosofía también, así aprenderá teología de verdad.
Es completamente falso, y hasta diabólico aconsejar leer primero a autores contemporáneos antes de ir a Santo Tomás. Diabólico, en caso de preferir autores contemporáneos no tomistas como «más accesibles», porque no son más que teologías pobres (paupérrimas al lado de la obra teológica del Aquinate), y en no pocos casos son autorcitos de moda que hablan mucho y dicen poco, y que cargan con prejuicios y errores filosófico-teológicos de la modernidad, de lo que la santísima doctrina del Doctor Angélico nos preserva con su verdadera sabiduría. Ese pésimo consejo sólo lo podríamos dar si no tuviéramos ciencia teológica, si no supiéramos en verdad qué es la teología. Santo Tomás, al escribir la obra maestra de la teología, la Suma de Teología, se dirigió ante todo a los principiantes, está en el prólogo. Pues entonces, principiantes, a estudiar primero la Suma.
Así, pues, queremos manifestar públicamente nuestra conformidad con los que sostienen que, aun setecientos años después de su muerte, el Santo Doctor debe ser celebrado no sólo como excelso pensador y doctor del pasado, sino también por la vigencia de sus principios, de su doctrina y de su método; y deseamos explicar al mismo tiempo las razones de la autoridad científica que le reconocen el Magisterio y las instituciones de la Iglesia, y especialmente muchísimos predecesores nuestros, que no dudaron en otorgarle el título de “Doctor común”, que se le dio por primera vez el año 1317 3 .
Confesamos que al confirmar y reavivar una tradición tan prolongada y venerable del Magisterio de la Iglesia, no nos mueve sólo el respeto a la autoridad de nuestros predecesores, sino también la consideración objetiva de la validez de su doctrina, el fruto que se obtiene estudiando y consultando sus obras —como sabemos por propia experiencia— y la comprobación del poder persuasivo y formativo que ejerce en sus discípulos, sobre todo en los jóvenes, como pudimos observar en los años de nuestro apostolado entre los universitarios católicos, que, estimulados por nuestro predecesor Pío XI, de feliz memoria, se habían dedicado al estudio del Doctor Angélico 4 .
3. Sabemos que hoy día no todos están de acuerdo con esto. Pero no se nos oculta que muchas veces el recelo o aversión que se siente hacia Santo Tomás deriva de un contacto superficial y saltuario con su doctrina, más aún, del hecho de que no se leen ni se estudian sus obras. Por eso, también nosotros, como hizo Pío XI, recomendamos a todos los que deseen formarse un criterio maduro acerca de la postura que hay que adoptar en esta materia: ¡Id a Tomás! 5 . Buscad y leed las obras de Santo Tomás —repetimos con gusto— no sólo para encontrar alimento espiritual seguro en aquellos opulentos tesoros, sino también y ante todo, para daros cuenta personalmente de la incomparable profundidad, riqueza e importancia de la doctrina que contienen.
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