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Los Padres de la Iglesia, meditando sobre el significado de estos textos evangélicos (de la Natividad de NSJ), se hicieron eco de un versículo del libro del profeta Isaías: “El buey conoce a su amo, y el asno (o la mula) el pesebre de su dueño” (Is 1,3). ¿Qué querían decir con eso? Que tanto los judíos como los paganos – es decir, la humanidad entera – precisaban un salvador.


En este texto de Isaías se inspiró la tradición cristiana para introducir, junto a la cuna de Jesús, un buey y un asno (o una mula), capaces de reconocer al único Señor.

La Navidad no es un cuento para niños, sino la respuesta de Dios al drama de la humanidad que busca la paz verdadera. No obstante, nada hay de malo en que una idea, una convicción, se revista de elementos imaginativos, como es el caso del buey y de la mula.

Quedarse en la anécdota sería superficial. Pero todo apunta a pensar que esa superficialidad no es del todo inocente. Tal vez molesta demasiado que Dios se haya acercado tanto a nosotros.

Campeador escribió:Que sí; si eso lo entiendo. Ya me lo han dicho repetidas veces. Pero, lo que me pregunto cuando aparecen noticias como esta: ¿es prudente que el Papa ejerza como tal, y en algunas ocasiones como teólogo, rechazando a ejercer su ministerio (porque el Papa siempre lo ha dicho cuando ha escrito algo como este libro: que él actúa como teólogo y que, por tanto, sus opiniones son rebatibles)?