artp escribió: .para nosotros es Santo, mas allá de los errores o intereses que pudieran mediar en esta resolución. Recordando que dentro de la iglesia Satanás también tiene sus soldados y las tentaciones y las influencias están a cada paso.
O sea que piensas que la Santa Iglesia puede canonizar a alguien por error y porque así convenga a sus "intereses"
Bueno esto me parece bastante importante en el asunto. Es claro que en la historia de la Iglesia ha habido errores, pero por esto no deja de ser Santa. Cristo la cuida y guia, pero nosotros no hacemos la voluntad de Dios en ella a veces, por lo que se cometen errores. Pero, ¿hasta que punto podemos decir que las decisiones que se toman en la Iglesia son la voluntad de Dios? A ver si me aclaro, yo creo que los Dogmas son realidades reveladas por Dios a su Iglesia y son 100% verdad por que Dios se preocupa especialmente ya que son cosas muy serias y un error no es aceptable, pero otros aspectos permite que cometamos errores menores. Aquí entra el tema de las canonizaciones. ¿Las canonizaciones son algo en lo que podamos estar seguros que Dios las ha guiado y no se ha cometido ni se cometeran errores?
Estimado en Cristo artp:
En todos los procesos de la Iglesia puede haber intereses e intromisiones, esa es la parte humana que entra en juego en casi todo lo que ocurre dentro de la Iglesia.
Pero,
por encima de esa participación humana, está el gobierno que Cristo tiene su Iglesia, el que se realiza por medio de la asistencia del Espíritu Santo para que las cosas sean dirigidas hacia los fines que el Padre quiere.
Lo suelo comparar con un avión que tiene que aterrizar en medio de vientos cruzados: no importa cómo y hace dónde soplen esos vientos, al final, el avión aterrizará en la pista en la que desea el hábil piloto, que juzga cuándo ajustar las cosas para responder a las desviaciones e inculso preveer la acción de los vientos que sabe que encontrará.
Por eso es tan insensata la opinión de aquellos que quieren entender la Iglesia meramente desde el análisis de la manera como tales intereses se han presentado y manifestado. No es que eso no sea interesante y útil para comprender la ruta completa de decenso del avión: sabremos que el piloto se movió a la derecha porque sabía que al final vendría un viento empujando hacia la izquierda y nos maravillaremos de su inteligencia y sabiduría. Pero entonces gravemente se equivocan aquellos que, viendo ese viento final empujando hacia la izquierda, quieren negar que el avión haya aterrizado donde debía porque seguramente ese empuje final lo mandó "más hacia la izquierda" del punto donde correspondía.
Asi, una cosa es analizar la ruta para maravillarse de cómo Dios responde y se adelanta incluso a la acción del hombre. Y otra cosa es juzgar las cosas únicamente en función de los vientos, como si el piloto no existiera.
Y bueno, en este "vuelo" hay puntos específicos que es importante cumplir con precisión, y hay también el gran destino final hacia el que se dirigen todas las cosas. Y ambas cosas son muy importantes, porque los puntos particulares nos dan certeza durante el vuelo, y el saber que el destino está asegurado nos da la certeza de permanecer en el avión aunque a veces la ruta o los movimientos que hace el avión y las turbulencias por las que pasa nos hagan dudar.
Así, estos puntos particulares son las verdades infalibles que sabemos que la Iglesia proclama con la asistencia del Espíritu Santo.
Pero no solo esas certezas infalibles son importantes, sino existen muchas enseñanzas y acciones que NO son infalibles y que tal vez nos parezcan a veces que llevan a la Iglesia fuera de la ruta que creemos que debería seguir. Y si no entendemos entonces el gobierno de Dios sobre SU Iglesia, tendremos la tentación de empujar en otra dirección, aquella que creemos correcta o necesaria, con lo cual casi seguramente no contribuiremos con el piloto a aterrizar el avión en la pista, sino nos habremos convertido en uno de esos intereses y vientos que empujan a su modo y manera y contra los que hay que responder.
Pero Dios responderá y llevará el avión a la pista, por lo que lo que debemos entender que de nada sirve que tratemos nosotros de empujar hacia donde creemos que hay que hacerlo cuando ignoramos muchas cosas que tendríamos que saber para entender en qué dirección y con qué fuerza es necesario empujar. Y menos nos sirve tratamos de salir del avión para aterrizar "derechitos" por nuestra propia cuenta, ¡difícilmente lograremos llegar mucho más lejos del punto en el que nos salimos del avión!
En resumen, nunca nos debemos asustar de las turbulencias, o, como los discípulos, de las olas que azotan la barca, porque en el mando está Alguien a Quién que no sólo sabe responder a los vientos, sino a Quien incluso el mar y los vientos obedecen si asi Él lo desea. Por eso jamás debemos tomar en serio a quien nos quiera convencer de que la Iglesia "ha errado" al tomar tal o cual decisión importante porque la tomó en virtud de la influencia de tal o cual "grupo de presión". Nosotros nos debemos mantener dentro del avión, eso sí, atentos a las instrucciones del piloto por si este requiere nuestra ayuda en algún momento. Pero tal ayuda debe ser SIEMPRE una respuesta a una instrucción del piloto, y NO un acto de nuestra ignorante iniciativa que se cree capaz de dirigir el avión mejor que el piloto.
Por cierto, creo que este era el verdadero sentido del comentario del hermano enrique: no que las canonizaciones sean fruto de intereses, sino al contrario, que aunque veamos con toda evidencia la acción de ciertos intereses, no seamos tan ingenuos y faltos de Fé como los hombres que ignoran a Dios para creer que esos intereses son los que determinan las cosas importantes en la Iglesia.
Dicho lo anterior, y hablando muy en concreto sobre lo que es una canonización y la posibilidad de error en la materia, nos enseña el Beato Juan Pablo II lo siguiente:
Estas doctrinas pueden ser definidas formalmente por el Romano Pontífice cuando habla « ex cathedra » o por el Colegio de los Obispos reunido en concilio, o también pueden ser enseñadas infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal de la Iglesia como una « sententia definitive tenenda »[14]. Todo creyente, por lo tanto, debe dar su asentimiento firme y definitivo a estas verdades, fundado sobre la fe en la asistencia del Espíritu Santo al Magisterio de la Iglesia, y sobre la doctrina católica de la infalibilidad del Magisterio en estas materias[15]. Quién las negara, asumiría la posición de rechazo de la verdad de la doctrina católica[16]y por lo tanto no estaría en plena comunión con la Iglesia católica.
7. Las verdades relativas a este segundo apartado pueden ser de naturaleza diversa y tienen, por tanto, un carácter diferente debido al modo en el cual se relacionan con la revelación. En efecto, hay verdades que están necesariamente relacionadas con la revelación mediante una relación histórica; mientras que otras verdades evidencian una conexión lógica, la cual expresa una etapa en la maduración del conocimiento de la misma revelación, que la Iglesia está llamada a recorrer. El hecho de que estas doctrinas no sean propuestas como formalmente reveladas, en cuanto añaden al dato de fe elementos no revelados o no reconocidos todavía expresamente como tales, en nada afecta a su carácter definitivo, el cual debe sostenerse como necesario al menos por su vinculación intrínseca con la verdad revelada. Además, no se puede excluir que en un cierto momento del desarrollo dogmático, la inteligencia tanto de las realidades como de las palabras del depósito de la fe, pueda progresar en la vida de la Iglesia y el Magisterio llegue a proclamar algunas de estas doctrinas también como dogmas de fe divina y católica.
8. En lo que se refiere a la naturaleza del asentimiento debido a las verdades propuestas por la Iglesia como divinamente reveladas (primer apartado) o de retenerse en modo definitivo (segundo apartado), es importante subrayar que no hay diferencia sobre el carácter pleno e irrevocable del asentimiento debido a sus respectivas enseñanzas. La diferencia se refiere a la virtud sobrenatural de la fe: en el caso de las verdades del primer apartado, el asentimiento se funda directamente sobre la fe en la autoridad de la Palabra de Dios (doctrinas de fide credenda); en el caso de las verdades del segundo apartado, el asentimiento se funda sobre la fe en la asistencia del Espíritu Santo al Magisterio y sobre la doctrina católica de la infalibilidad del Magisterio (doctrinas de fide tenenda).
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Entre las verdades relacionadas con la revelación por necesidad histórica, que deben ser tenidas en modo definitivo, pero que no pueden ser declaradas como divinamente reveladas, se pueden indicar, por ejemplo, la legitimidad de la elección del Sumo Pontífice o de la celebración de un concilio ecuménico; la canonización de los santos (hechos dogmáticos); la declaración de León XIII en la Carta Apostólica Apostolicae Curae sobre la invalidez de las ordenaciones anglicanas[37], etc.
JUAN PABLO II
Carta Apostólica dada en forma de 'Motu Proprio'
«AD TUENDAM FIDEM»,
con la cual se introducen algunas normas en el Código de Derecho Canónico y el Código de Cánones de las Iglesias Orientales
Como podemos ver, la canonización de un santo es un hecho dogmático que se relaciona con la revelación por necesidad histórica y debe ser tenida en modo definitivo, aún cuando no se pueda declarar como un dato divinamente revelado. El asentimiento que estas verdades que se deben tener como definitivas exige de los fieles es pleno e irrevocable y se funda sobre la Fé en la asistencia que el Espíritu Santo da al Magisterio infalible de la Iglesia. El rechazo de estas verdades es una posición de rechazo a la doctrina católica, de modo que, quien lo sostiene, se aleja de la comunión plena con la Iglesia Católica.
En resumen: todo católico que se respete DEBE aceptar las canonizaciones de la Iglesia como definitivas e infalibles, y NO solamente por el rigor del proceso histórico, ni por negar los intereses que puedan haber estado involucrados tratando de ejercer alguna influencia en dicho proceso, sino por la Fé en la asistencia del Espíritu Santo al Magisterio infalible de la Iglesia.De modo que, respondiendo directamente a tu pregunta, SI, respecto a las canonizaciones podemos estar seguros de que NO se han cometido errores. Nota por favor que eso NO quiere decir que NO se hayan cometido errores en el proceso; sino que, independientemente de los errores o intereses que pudieran haber afectado el proceso, que son como los vientos cruzados del ejemplo del avión, la asistencia del Espíritu Santo nos GARANTIZA que
el hecho mismo de la canonización es infalible.
Que Dios te bendiga.