Amén estimado Ivan, coincido con lo que dices, exepto la parte en la que afirmas que "el Primado Petrino, es voluntad de Dios mismo este ministerio, entonces, el celibato es conforme a la Escritura..." Me gustaría que me mostraras, con base en la escritura bíblica, en que parte, capitulo, o versículo se mensiona eso que afirmas con tanta seguridad. Agradesco tu amable atención hacia mi comentario.Gracia y Paz a tu vida.
Pues bien, hermano Petra Christus, abro este tema para darle respuesta a tu cuestionamiento de una manera corta, empero, eficaz:
Primariamente comentemos que el «Nombre» para la cultura hebraica es de capital importancia, el «Nombre» designa a la persona misma y en el caso concreto de Simon Bar Jonas, Jesucristo diole el nombre de Pedro (del griego «Petras» significando «Roca», «Piedra»):
San Mateo 16 [18]: Y ahora yo te digo: Tú eres Pedro (o sea Piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la muerte jamás la podrán vencer.
Pues bien, por antonomasia en el descansara la fe del Nuevo Pueblo de Dios, ¿Como?:
San Lucas 22 [31-32]:«¡Simón, Simón! Mira que Satanás ha pedido permiso para sacudirlos a ustedes como trigo que se limpia; pero yo he rogado por ti para que tu fe no se venga abajo. Y tú, cuando hayas vuelto, tendrás que fortalecer a tus hermanos.»
Asi pues, tenemos que Satanas pide permiso para sacudir a todos, empero, Jesucristo Nuestro Señor, ora unicamente por san Pedro, pues su mision es precisamente la de fortalecer la fe de sus hermanos, velando por la sana doctrina con jurisdiccion sobre la Iglesia peregrinante, pues tenemos que:
San Mateo 16 [19]: «Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.»
Por lo que aventurarse a proponer un primado unicamente honorifico es inconsistente, debido a que solamente a san Pedro se le entregan dichas llaves... ¿O es que por casualidad tambien las recibio Tomas?... Sigamos pues, estas llaves significan poder, un poder entregado directamente de Jesucristo Nuestro Salvador, debido a: «lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo».
Además, Muchos textos de la Escritura nos hablan de la primacía del Apostol, pero, deseo compartirte solo dos:
San Juan 21 [1-11]:«Después de esto, Jesús se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades. Sucedió así: estaban junto Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros». Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada. Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?». Ellos respondieron: «No». el les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán». Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!». Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla. Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar». Simón Pedro subió a al barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
En esta perícopa, no en toda su riqueza por supuesto, vemos que los discipulos no podian con los peces, empero, es cosa que san Pedro hace el solo, sacando la red a tierra.
San Juan 21 [15-17]:«Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?». El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos». Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?». El le respondió: «Sí, Señor, saber que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas». Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?». Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.
Jesucristo Nuestro Señor le confiere a san Pedro la potestad de Pastor Supremo de sus corderos, es decir, la Iglesia, pues, sabemos que es voluntad del Señor que seamos «Un solo rebaño con un solo pastor» (San Juan 10: 16) y será san Pedro ( y sus sucesores en los venideros tiempos) quien apacentara a la Iglesia por mandato del Pastor por excelencia Cristo Jesús (San Juan 10: 14). Ademas, en el contexto hebreo estas tres preguntas con su respectivas respuestas señalan la solemnidad de la alianza que celebran, pues es usanza en esta cultura cerrar los negocios de esta guisa.
¿Que dice san Pablo? Para lo cual, permiteme compartirte un fragmento de un texto que si deseas leerlo completo te lo proporciono al final:
- 1. La visita de San Pablo a San Pedro
Escribe el Apóstol: Pasados tres años, subí a Jerusalén para visitar (gr. “historésai”) a Cefas, y estuve con él quince días. A otro de los demás apóstoles no vi sino a Santiago, el hermano del Señor (Gál. 1, 18‑19). Antes de examinar el valor teológico de este testimonio, es indispensable una breve exégesis de este importante pasaje.
Después de su largo retiro en la Arabia, San Pablo, vuelto a Damasco, sube desde allí a Jerusalén para visitar a Cefas. Que este Cefas sea San Pedro, hoy día nadie lo pone en duda, porque es evidente. Habla San Pablo de Cefas como de uno de los apóstoles, y entre los apóstoles no había otro Cefas más que Simón Pedro. Donde es de notar este nombre de Cefas, que sin más explicación da Pablo a Simón, hijo de Jonás. Se ve por aquí que el nombre arameo de Cefas que Jesucristo impuso a Simón, precisamente al prometerle la autoridad suprema sobre toda la Iglesia, se empleaba corrientemente aun en el mundo griego como su nombre propio. Si ya no preferimos decir que Pablo emplea enfáticamente el nombre de Cefas, para dar razón de la visita que le hizo, Como si dijese: visité a Simón por ser el jefe supremo de la Iglesia. La palabra visitar, que hemos empleado a falta de otra más exacta, no reproduce adecuadamente la fuerza del verbo original “historésai”, que significa conocer de vista, tener una entrevista, visitar por atención y respeto. Con ello quiere decir San Pablo que deseó conocer personalmente a San Pedro, ofrecerle sus respetos y hablar detenidamente con él. Y con él estuvo quince días, hospedado, a lo que parece, en su misma casa. Con este interés en visitar y hablar a Cefas contrasta singularmente la actitud de Pablo respecto de los demás apóstoles. No sólo no tuvo el intento de visitarles, sino que ni siquiera les vio, a excepción de Santiago. La manera indirecta de mencionar, cómo por vía de preterición, el hecho de haber visto simplemente a Santiago, indica el carácter ocasional de este encuentro y la importancia secundaria que le atribuía San Pablo. Y esto que Santiago el obispo de Jerusalén y el hermano del Señor.
Notemos aquí dos dificultades que tuvo San Pablo: una, en el hecho mismo de subir a Jerusalén; otra, en la mención de este hecho, ambas muy significativas. Por una parte, subió a Jerusalén desde Damasco, de donde tuvo que huir con peligro de la vida, como se refiere en los Hechos (9,24‑26) y en la segunda a los Corintios (11,32‑33). Y al subir a Jerusalén bien podía prever San Pablo las desconfianzas o prevenciones que había de hallar en los fieles y la hostilidad de los judíos, como se refiere también en los Hechos (9,26‑30). De hecho, a los quince días tuvo que huir también de Jerusalén para no caer en manos de los judíos, que intentaban darle la muerte. En tales circunstancias, ir a Jerusalén sólo para visitar a San Pedro supone en San Pablo grandes deseos y mucho interés en verle. Por otra parte, esta visita la menciona San Pablo no para confirmar lo que va diciendo, sino a pesar de ser una dificultad contra su tesis. Trata de probar el Apóstol el origen divino de su Evangelio, no recibido ni aprendido de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo (Gál. 1,12). Por esto añade a continuación que luego de su conversión no subió a Jerusalén para recibir la enseñanza de los que antes que él eran apóstoles. Y, no obstante, pasados tres años, subió a Jerusalén para visitar a Pedro. Advierte, es verdad, que sólo estuvo con él quince días, tiempo realmente insuficiente para adquirir el pleno conocimiento del Evangelio que poseía, pero más que suficiente para poner de relieve el interés e importancia de la visita.
Examinemos ahora la significación de esta visita. Pablo, en circunstancias difíciles, va a Jerusalén sólo con el objeto de ver y hablar a Pedro, exclusivamente a Pedro. Pedro no era el obispo de Jerusalén, ni por sus dotes personales sobresalía tanto sobre los demás apóstoles. ¿Cuál pudo, pues, ser el objeto de semejante visita? Evidentemente no era ésta una visita de mera curiosidad. El carácter de San Pablo y la palabra misma que él emplea para expresar el objeto de esa visita excluyen semejante hipótesis. Tampoco se dirigió a Pedro para que él le instruyese en la doctrina del Evangelio. El mismo San Pablo excluye explícitamente semejante hipótesis. El verdadero motivo de la visita no pudo ser otro que la superioridad de Pedro sobre los demás apóstoles y su posición eminente en la Iglesia. El mismo Bengel, autor protestante, dice de Pedro, con ocasión de esta visita: «Hunc ergo Paulus ceteris antetulit» (“Pablo anteponía Pedro a los demás”) (In Gal. 1,18). Pero antes que él, y mejor que él, había escrito San Juan Crisóstomo, el mas insigne de los Padres orientales, aficionado como nadie al gran Apóstol de los gentiles: “Subió (a Jerusalén) como quien va a alguien superior y más anciano, y por solo ver el rostro de Pedro emprendió el camino… No para aprender algo de él, sino sólo para verlo y honrarlo con su presencia. No se dice “idéin”, es decir, para “ver” a Pedro, sino “historésai”, es decir, para “verlo y conocerlo”, al modo como se habla cuando alguien va a “ver y conocer” las grandes ciudades que visita: por eso juzgaba Pablo que valía la pena emprender semejante viaje con el solo fin de ver a ese hombre; fíjate qué benevolencia grande mostró con Pedro, ya que emprendió la peregrinación por su causa y se detuvo con él por un tiempo… Se ve que honra a Pedro y lo ama más que a cualquiera de los demás, ya que no se dice que subiese para ver a los demás apóstoles, sino sólo a Pedro” (MG 61,631‑632).
Por consiguiente, la visita de Pablo es un testimonio espléndido de la superioridad o supremacía de San Pedro, supremacía que le levanta por encima de todos los apóstoles: supremacía en Jerusalén, sobre el mismo obispo de Jerusalén; supremacía que se extiende fuera de los límites de Palestina sobre los fieles que viven en medio de la gentilidad; supremacía no fundada en sus propias dotes personales. Semejante supremacía no puede ser sino de dignidad o de autoridad. Y como en el Evangelio no existe supremacía de mera dignidad o de honor, contraria al ejemplo y a las prescripciones más apremiantes del divino Maestro (Mt. 20,24‑28; Mc. 10,41‑45; Lc. 22, 24‑27), hay que concluir que semejante supremacía era de autoridad o de jurisdicción. Ahora bien: la autoridad suprema de jurisdicción, exclusivamente propia de San Pedro entre todos los apóstoles, es lo que entendemos los católicos cuando hablamos del primado de San Pedro. Podemos concluir con San Juan Crisóstomo: “Pedro era eminente entre los apóstoles, boca de los discípulos y cabeza del grupo (gr. “kai korufé tou xoroú”) Por lo cual Pablo vino a ver a éste al margen de los demás” (In Io. hom.88 n.1: MG 59,478). Por esto, porque Pedro era singularmente distinguido entre los apóstoles, porque era el portavoz y como la boca de los discípulos, porque era la cumbre, la cabeza o el jefe del coro apostólico, Pablo, dejando a los demás apóstoles, subió a Jerusalén para visitar a Pedro.
Te dejo el texto completo: http://www.mercaba.org/FICHAS/Apologeti ... latas2.htm
Muy bien, te dije que seria no muy extenso y solo deseo terminar con dos puntos, el primero es un texto profetico que explicita la grandeza del Ministerio Petrino:
Zacarias 6 [12-13]: «Tú le dirás: Así habla el Señor de los ejércitos: Aquíha y un hombre llamado «Germen»» allí donde esté, algo va a germinar, y el reconstruirá el Templo del Señor. El reconstruirá el Templo del Señor, llevará las insignias reales, se sentará y dominará en su trono. Habrá un sacerdote a su derecha, y habrá un perfecto acuerdo entre los dos».
Por ultimo, afirman algunos hermanos que cuando Nuestro Señor Jesucristo dijo: «Y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» hablaba de El mismo, entonces ¿Por que Cristo Jesus le cambio el nombre a Simon segundos antes?... Asi pues, este supuesto es mas devil que la hojarasca, son subterfugios. Termino entonces, diciendo que cuando en el Evangelio se refiere a Jesús como la «Roca» se utiliza la palabra griega «Acrogoniagos» que quiere decir «Piedra Angular».
Que Dios te bendiga.