fireraptor escribió:Eso sería irónico, por criticar a la iglesia católica de tener "doctrinas no bíblicas" pero ellos también las tienen. Solo quisiera saber algo, para nosotros en qué consiste el día del juicio final??.
Lo irónico es que las Doctrinas de la Iglesia Católica están apoyadas por las Sagradas Escrituras, son las doctrinas surgidas posterior a la reforma que son interpretaciones privadas de versiculos individualizados.
Y el Juicio Final está intimamente relacionado con la Parusia de Nuestro Señor Jesucristo.
Aquí te copio un artículo sobre el tema del Juicio final:
(Tomado de:
http://www.homilia.org/preguntash/juiciofinal.htm)
Según la doctrina católica, inmediatamente después de la resurrección de los muertos tendrá lugar el Juicio Final, Juicio Universal o Juicio General. El Juicio Final es una verdad de fe expresamente contenida en la Sagrada Escritura y definida por la Iglesia de una manera explícita.
Por ello cada vez que rezamos el Credo recordamos este artículo de fe cristiana: “(Jesucristo) vendrá de nuevo con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su Reino no tendrá fin”.
El anuncio de un Juicio Final, el cual será para todos los seres humanos, está presente en muchas citas del Antiguo Testamento. Allí vemos anunciado cómo Dios juzgará al mundo por el fuego (Is. 66, 16). Reunirá a las naciones y se sentará a juzgar realizando la siega y la cosecha (Joel 4, 12-14). El Profeta Daniel describe con imágenes impresionantes este juicio con el que concluye el tiempo y comienza el Reino eterno del Hijo del Hombre (Dn. 7, 9-12 y 26). El Libro de la Sabiduría muestra a buenos y malos juntos para rendir cuentas; sólo los pecadores deberán tener temor, pues los justos serán protegidos por Dios mismo (Sb. 4 y 5). (cfr. X. León-Dufour, Vocabulario de Teología Bíblica)
Cristo mismo varias veces nos habló de este momento, así:
"Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del Hombre. Mientras todas las razas de la tierra se golpeen el pecho verán al Hijo del Hombre viniendo en las nubes del cielo, con el Poder divino y la plenitud de la Gloria. Mandará a sus Angeles, los cuales tocarán la trompeta y reunirán a los elegidos de los cuatro puntos cardinales, de un extremo a otro del mundo.” (Mt. 24, 30- 31).
Cuando el Hijo del Hombre venga en su Gloria rodeado de todos sus Angeles, se sentará en su Trono como Rey glorioso. Todas las naciones serán llevadas a su presencia, y como el pastor separa las ovejas de los machos cabríos, así también lo hará El. Separará unos de otros, poniendo las ovejas a su derecha y los machos cabríos a su izquierda” (Mt. 25, 32).
San Pedro y San Pablo también se ocuparon del tema del Juicio en varias oportunidades. Nos aseguran que Dios juzgará a cada uno según sus obras sin hacer diferenciación de personas, de raza, de origen o de religión. (1 Pe. 1, 17 y Rom. 2, 6). También nos dice San Pablo que todo se conocerá, hasta las acciones más secretas de cada uno (Rom. 2, 16).
San Juan nos narra en el Apocalipsis la visión que tuvo del Juicio Final: “Vi un trono espléndido muy grande y al que se sentaba en él. Su aspecto hizo desaparecer el cielo y la tierra sin dejar huellas. Los muertos, grandes y chicos, estaban al pie del trono. Se abrieron unos libros, y después otro más, el Libro de la Vida. Entonces los muertos fueron juzgados de acuerdo a lo que estaba escrito en los libros, es decir, cada uno según sus obras” (Ap. 20, 11-14).
De acuerdo a estas citas sabemos que:
1. Cristo vendrá con gran poder y gloria, en todo el esplendor de su divinidad.
2. Cristo glorioso será precedido de una cruz en el Cielo (la señal del Hijo del Hombre).
3. Vendrá acompañado de los Angeles.
4. Con su omnipresencia, todos los resucitados, de todas las naciones estarán ante Cristo Juez. Comparecerán delante del Tribunal de Dios todos los seres humanos, sin excepción, para recibir la recompensa o el castigo que cada uno merezca. En el Juicio Final vendrá a conocerse la obra de cada uno, tanto lo bueno, como lo malo, y aun lo oculto.
5. Ya resucitados todos, Cristo separará a los salvados de los condenados.
¿Quién se salvará? Aquél que tiene fe en Jesucristo, nos dice el Evangelio. Pero tener fe en Jesucristo no significa solamente creer en El, sino que es indispensable vivir de acuerdo a esa fe; es decir, siguiendo a Cristo en hacer la Voluntad del Padre.
Para los que así hayan obrado, no habrá condenación. “Sólo quien haya rechazado la salvación ofrecida por Dios con su misericordia ilimitada, se encontrará condenado, porque se habrá condenado a sí mismo”. (JP II, 7-7-99)
En el Juicio Final se sabrá por qué permitió Dios el mal y cómo sacó mayores bienes. Quedarán definitivamente respondidas las frecuentes preguntas: ¿Por qué Dios permite tanta injusticia? ¿Por qué los malos triunfan y los buenos fracasan? Mucho de lo que ahora en este mundo se considera tonto, negativo, incomprensible, se verá a la luz de la Sabiduría Divina.
El Juicio Final dará a conocer la Sabiduría y la Justicia de Dios. Se conocerá cómo los diferentes males y sufrimientos de las personas y de la humanidad los ha tornado Dios para Su gloria y para nuestro bien eterno. Ese día conocerá toda la humanidad cómo Dios dispuso la historia de la salvación de la humanidad y la historia de cada uno de nosotros para nuestro mayor bien, que es la felicidad definitiva, perfecta y eterna en la presencia de Dios en el Cielo.
Y tambien esta este artículo sobre la Parusia de Nuestro Señor Jesucristo, escrito por Agustín Fabra:
“Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo. Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin”.
Apocalipsis 22:12-13
Etimología
La palabra Parusía, en el griego koiné hablado en tiempos de Jesús, es la forma del participio presente del verbo pareimi, que significa hacerse presente, e indica la venida y la presencia activa y eficaz de alguien en un determinado lugar. En aquella época esta palabra se usaba principalmente para referirse a la presencia de visitantes en misión oficial o de la realeza.
Por ello en el cristianismo Parusía significa la venida de Cristo, el acontecimiento esperado en el fin de los tiempos. Es el sunteleia ton a ionos o la consumación de las épocas ; la segunda venida de Cristo a la tierra, cuando El se manifestará gloriosamente.
Las dos Parusías
Hasta nuestros días se ha producido una sola venida de Cristo, la primera, ocurrida en su nacimiento. Por ello la palabra Parusía se identifica con su segunda venida.
La primera venida se realizó en la humildad, cumpliéndose así las palabras de Pablo de Tarso a los gálatas: “Al llegar la plenitud de los tiempos envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley” (Gálatas 4:4). Su gloria está desde entonces presente entre nosotros, manifestándose en ocasiones en la señales, y confirmando así las palabras de Juan el Evangelista: “Hemos contemplado su gloria” (Juan 1:14).
La segunda venida, en cambio, se realizará con una manifestación total de su gloria divina, como una nueva manifestación de Cristo resucitado y, con ello, será una venida gloriosa. El Nuevo Testamento utiliza la imagen del relámpago: “Vendrá como un relámpago, encima de las nubes del cielo, con sus ángeles” (Mateo 24:27-30). Con su venida Jesús inaugurará una nueva era, la de la salvación definitiva: “Cristo se aparecerá por segunda vez, sin relación ya con el pecado, a los que le esperan para su salvación” (Hebreos 9:28 ).
Entre la primera y la segunda venida de Cristo esta el tiempo de la Iglesia; un tiempo de espera y de lucha con la esperanza puesta en la salvación.
El tiempo de la Parusía
Para unos Jesús predicó claramente que la generación que le vio morir sería la misma que le vería volver, y así fue efectivamente debido a su Resurrección al tercer día. Sin embargo los apóstoles Pedro y Pablo en sus epístolas o cartas, claramente consuelan a los creyentes por la tardanza de la Parusía o segunda venida de Cristo, lo cual denota que desde ese tiempo los primeros cristianos estaban esperando su regreso. Pero en realidad Jesús estaba hablando en el contexto de las señales del fin de los tiempos.
En realidad la fecha de la Parusía es un secreto del Padre, y el propio Cristo quiso dejar a sus seguidores en la ignorancia en este aspecto: “Mas de aquel día y hora nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el Hijo, sino sólo el Padre” (Marcos 13:32). No debemos perder el tiempo calculando la fecha en que se producirá la Parusía; mas bien debemos invertirlo en prepararnos adecuadamente. Recordemos que la cronología de Dios no es la cronología de los hombres: “Ante el Señor un día es como mil años y mil años como un día” (2ª. Pedro 3:8 ).
Lo que sí es cierto es que la Parusía llegará de repente, cuando nadie la espera: “En lo que se refiere al tiempo y al momento, hermanos, no tenéis necesidad de que os escriba. Vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor ha de venir como un ladrón en la noche. Cuando digan ‘paz y seguridad’ entonces, de repente, vendrá sobre ellos la ruina, como los dolores del parto a la que está encinta, y no escaparán” (1ª. Tesalonicenses 5:1-3).
Las señales de la Parusía
Según el Nuevo Testamento, la Parusía estará precedida por varias señales descriptivas, las cuales debemos considerar con toda atención. Estas señales son:
1. La predicación del Evangelio en todo el mundo:
“Se proclamará esta Buena Nueva del Reino en el mundo entero, para dar testimonio a todas las naciones. Y entonces vendrá el fin” (Mateo 24:14).
2. El éxito temporal de la apostasía o del anticristo:
“Que nadie os engañe de ninguna manera. Primero tiene que venir la apostasía y manifestarse el Hombre impío, el Hijo de perdición” (2ª. Tesalonicenses 2:3).
3. La aparición de falsos cristos y de falsos profetas:
“Jesús empezó a decirles: mirad que no os engañe nadie. Vendrán muchos usurpando mi nombre y diciendo ‘yo soy’, y engañarán a muchos” (Marcos 13:5-6).
4. La persecución de los discípulos:
“Y cuando os lleven para entregaros, no os preocupéis de que vais a hablar, sino hablad lo que se os comunique en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablareis, sino el Espíritu Santo. Y entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo; se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi Nombre, pero el que persevere hasta el fin, éste se salvará” (Marcos 13:11-13).
5. Guerras, terremotos y carestías en el mundo:
“Cuando oigáis hablar de guerras y de rumores de guerras, no os alarméis; porque eso es necesario que suceda, pero no es todavía el fin. Pues se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá terremotos en diversos lugares; habrá hambre: esto será el comienzo de los dolores de alumbramiento” (Marcos 13:7-8).
6. Gran tribulación:
“El que esté en el terrado no baje ni entre a recoger algo de su casa, y el que esté por el campo no regrese en busca de su manto. Ay de aquellas que estén encinta o criando en aquellos días! Orad para que no suceda en invierno. Porque aquellos días habrá una tribulación cual no la hubo desde el principio de la creación que hizo Dios, hasta el presente, ni la volverá a haber” (Marcos 13:14-19).
7. Catástrofe cósmica:
“Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, y las fuerzas de los cielos serán sacudidas. Entonces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hombre; y entonces se golpearán el pecho todas las razas de la tierra y verán al Hijo del hombre venir sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria” (Mateo 24:29-30).
Por todo lo anterior, cuando el cristiano ve terremotos, guerras, aparición de falsos profetas, calamidades naturales, etc., todo esto le recuerda que la Parusía del Señor es segura y que es necesario velar y estar siempre preparados.
Actitud del cristiano ante la Parusía
El Nuevo Testamento presenta toda la historia humana proyectada hacia el punto final, que es la Parusía del Señor. Cuál debe ser la actitud del cristiano ante este acontecimiento último y decisivo?
1. El cristiano debe considerar la Parusía con confianza y con esperanza, sin tenerle miedo alguno. Muchos cristianos actuales no quieren una aceleración de la Parusía ya que la consideran un acontecimiento triste que debe ser alejado. En cambio, los primeros cristianos invocaban la llegada de la Parusía considerándola como un acontecimiento alegre y feliz.
Nuestra celebración eucarística es siempre espera y anuncio de la Parusía. Celebrando la Eucaristía anunciamos la muerte del Señor hasta que venga. También en el Padrenuestro decimos venga tu Reino. La vida cristiana se caracteriza por este dinamismo escatológico, por esta proyección hacia el futuro, que no es otra cosa sino la esperanza en su venida y en nuestra salvación.
2. Esperando la Parusía, el cristiano debe intensificar cada día más su pertenencia a Cristo mediante el desprendimiento de su propio egoísmo y del mundo, imponiéndose con ello una vida nueva totalmente centrada en el amor.
El cristiano debe ser consciente de que no tiene en este mundo su hogar permanente, ya que su patria es el cielo: “Pero nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde esperamos como Salvador al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:20).
3. La vigilancia es otra característica importante de la espera del cristiano, quien debe estar siempre despierto como el siervo a la espera del dueño (Lucas 12:35ss). No debe dejarse dominar por el sueño y el cansancio, como en el caso de las vírgenes insensatas (Mateo 25:1ss). El cristiano es una persona que siempre debe estar alerta contra sus debilidades y las tentaciones del mundo y del enemigo: “Velad, pues, porque no sabéis que día vendrá Nuestro Señor… Por eso, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis vendrá el Hijo del hombre” (Mateo 24:42-44). Pero también pensemos que esta vigilancia es objeto de bienaventuranza: “Dichosos los siervos a quienes el Señor, al venir, encuentre despiertos” (Lucas 12:37).
El significado espiritual de la Parusía
Para la fe del cristiano, la Parusía del Señor posee cuatro significados especiales, tanto para cada uno de nosotros como para el mundo en general:
1. La victoria definitiva de Cristo sobre el demonio y el mal:
“Entonces se manifestará el Impío, a quien el Señor destruirá con el soplo de su boca, y aniquilará con la manifestación de su Venida” (2ª. Tesalonicenses 2:8).
2. La victoria definitiva sobre la muerte:
En efecto, el día de la Parusía habrá la resurrección de los muertos. “El mismo Señor bajará del cielo con clamor, en voz de arcángel y trompeta de Dios, y los que murieron en Cristo resucitarán en primer lugar. Después nosotros, los que vivimos, los que quedemos, seremos arrebatados en nubes, junto con ellos, al encuentro del Señor en los aires, y así estaremos siempre con el Señor” (1ª. Tesalonicenses 4:16-17). “El ultimo enemigo en ser destruido será la Muerte” (1ª. Corintios 15:26).
3. El juicio definitivo sobre la humanidad y el mundo:
Para cada uno de nosotros, el juicio se realizará al final de nuestra vida terrenal. Inmediatamente después de nuestra muerte seremos puestos en una situación definitiva de salvación o de condenación. Sin embargo, el juicio sobre los pueblos y el mundo entero se dará al final, donde se manifestarán las consecuencias de las acciones de los hombres; la suma total del bien y del mal. El Juicio Final no cambiará la situación de cada uno, pero sí que habrá un aumento intensivo de bienaventuranza o de sufrimiento: cada uno participará del premio o del castigo con la totalidad de su ser, con el cuerpo resucitado y con la plenitud de los hermanos. “Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie delante del trono. Fueron abiertos unos libros, y luego se abrió otro libro, que es el de la vida; y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los libros, conforme a sus obras” (Apocalipsis 20:11-12).
4. La restauración del cosmos:
La creación misma participará en la gloria de los hijos de Dios. El tema es presentado en el Nuevo Testamento a través de dos imágenes: la de la Nueva Jerusalén (Gálatas 4:26) y la de los nuevos cielos y la nueva tierra, en los que habite la justicia (2ª. Pedro 3-13).
Pero en el libro del Apocalipsis las dos imágenes están juntas: “Luego vi un cielo nuevo y una tierra nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron y el mar no existe ya. Y vi la ciudad santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo” (Apocalipsis 21:1-2).
No sabemos cómo serán estos cielos nuevos y la tierra nueva. Lo que sí es cierto es que el cristianismo es una religión de salvación integral; del hombre, de su cuerpo y de la creación entera.
“Dice el que da testimonio de todo esto: ‘Sí, vengo pronto’. Amén. Ven Señor Jesús. Que la gracia del Señor Jesús sea con todos. Amén” (Apocalipsis 22:20-21)
Saludos,