por eduarod » Mié Jul 11, 2012 12:57 pm
Saludos en Cristo Hay11:
Que no uses esta vida para buscar maximizar tu satisfacción y comodidad personal.
Sino que, a ejemplo de Cristo, y siguiendo su mandato, vivas tu vida amando a los demás, lo que implica que, cuando ayudar o servir a aquellos a los que amas entre en conflicto con tus gustos e intereses, o implique soportar dificultades, pues entonces renuncies a tus gustos e intereses, o soportes esas dificultades, con tal de contribuir a la felicidad de tu prójimo, o sea, de las personas que Dios puso cerca de ti para que las pudieras amar (familiares y conocidos, y no tan conocidos).
Eso no quiere decir que tu vida tenga necesariamente que ser un tormento continuo, al contrario, es más feliz quien sabe amar mejor. Pero si quiere decir que muchas veces tendrás que soportar cosas y situaciones que preferirías no tener que soportar.
El asunto va desde cosas tan simples como si, por ejemplo, hay dos helados, uno de chocolate y uno de fresa, pero sabes que tu prójimo (p.ej. un amigo) prefiere el de fresa, aunque tú también prefieras el de fresa se lo ofrezcas mejor a tu amigo porque sabes que eso le hará más feliz. Eso, si lo hace uno de manera forzada, a la larga se vuelve una carga tediosa e insoportable, e incluso puede llegar a constituir una actitud enfermiza y masoquista que, lejos de beneficiarlo a uno o al prójimo, acabe más bien afectando y destruyendo a todos.
No, estas cosas tan solo tienen sentido si se hacen desde un auténtico amor, por eso, lo primero es amar, no sacrificarse a lo tonto. Asi, si no sabemos amar ni encontramos motivos para hacerlo, pues estamos en problemas. Pero si somos auténticos y sinceros, no nos tenemos que preocupar, pues si bien es cierto que nosotros mismos no podemos fingir ni inventar el amor en nosotros; también es cierto que el amor hacia los demás surge naturalmente en nosotros como respuesta al amor que recibimos en tanto no le pongamos obstáculos egoistas artificiales e intencionales. Y como Cristo nos ha Amado hasta el extremo, entonces el simple hecho de dejarnos Amar por Cristo nos habilitará "automáticamente" para amar realmente a los demás. Es así de simple, lo único que tenemos que hacer es no obstaculizar el Amor de Cristo en nosotros. Pero generalmente eso tan simple se nos dificulta mucho porque nos da miedo renunciar a nuestros gustos y a nuestro egoísmo, pues pensamos que eso nos hará tristes y limitados. Y entonces nos aferramos a lo que nos gusta y a lo que tenemos y no nos dejamos Amar por Cristo, y jamás nos damos entonces la oportunidad de ser verdaderamente felices en el amor auténtico.
Pero, como muestra sencilla de que, cuando hay amor, las renuncias se hacen sin la menor dificultad y con un grado de alegría y felicidad mayores a que si no hubieramos renunciado, pensemos simplemente en un par de jóvenes enamorados. Ellos tienen los dos helados, y el joven, que gusta más del de fresa, se toma el de chocolate para regalarle a su novia el de fresa que sabe que también a ella le gusta más; para el joven la sonrisa, la satisfacción y el agradecimiento de su novia valen mucho más que el gusto egoista que podría haber satisfecho mediante el helado de fresa. Pero igual ella se puede dar cuenta de que dejarle una porción del helado de fresa a su novio puede hacerlo más feliz, y entonces para él también es una recompensa mucho mayor el recibir ese nuevo detalle de su novia que el simple gusto que habría tenido el quedarse con el helado desde un principio. Y para la novia es también motivo de mayor agrado ver la felicidad y agradecimiento de su novio, que haberse quedado y disfrutado todo el helado. Al final, ambos han compartido dentro de su amor y han incrementado por mucho el grado de felicidad que de esos helados obtuvieron que si hubieran buscado ambos de manera egoista quedarse con el que más les gustaba, lo que seguramente no habría propiciado sino una amarga discusión que igualmente habría amargado el disfrutar del helado.
Claro, en el amor en la vida cotidiana, no siempre es posible compartir "de ida y vuelta" como en ese ejemplo; muchas veces el amor exige una entrega y una renuncia que la persona amada no tiene manera de corresponder, pero precisamente debemos entender que la verdadera felicidad de quien ama NO está en lo que le puden llegar a compartir o corresponder, sino en la felicidad que a su vez produce en el ser amado.
Y en la vida no todas las renuncias son tan pequeñas y relativamente simples de hacer como renunciar a un helado, en ocasiones el amor verdadero, como Cristo nos lo mosotró, implica llegar al punto de entregar la propia vida.
Pero el que ama puede hacer incluso eso por aquellos a quienes ama, sabiendo además que Aquel que nos ha Amado primero, no dejará de devolver esa vida que tan generosamente se ha entregado.
Que Dios te bendiga.