En primer lugar antes de la resurrecion de Cristo nadie fue llevado al cielo sino al seno de Abraham, el conocido limbo de los justos, no confundir con el limbo de los niños sin bautizar.
En ningun pasaje de los de la transfiguración aparece Enoch, no invente, aqui los pasajes:
Marcos 9
1 Les decía también: «Yo os aseguro que entre los aquí presentes hay
algunos que no gustarán la muerte hasta que vean venir con poder el Reino
de Dios.»
2 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, Santiago y Juan, y
los lleva, a ellos solos, aparte, a un monte alto. Y se transfiguró delante de
ellos,
3 y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que
ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo.
4 Se les aparecieron
Elías y Moisés, y conversaban con Jesús.
Lucas 9
28 Sucedió que unos ocho días después de estas palabras, tomó
consigo a Pedro, Juan y Santiago, y subió al monte a orar.
29 Y sucedió que, mientras oraba, el aspecto de su rostro se mudó, y
sus vestidos eran de una blancura fulgurante,
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y he aquí que conversaban con él dos hombres, que eran Moisés y
Elías;31 los cuales aparecían en gloria, y hablaban de su partida, que iba a
cumplir en Jerusalén
Mateo 17
1 Seis días después, toma Jesús consigo a Pedro, a Santiago y a su
hermano Juan, y los lleva aparte, a un monte alto.
2 Y se transfiguró delante de ellos: su rostro se puso brillante como el
sol y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
3 En esto, se les aparecieron Moisés y Elías que conversaban con él.
Ahora su teoria de que la Biblia procede de escritos anteriores no es verdadera , algunos relatos puede que tenga alguna conexion con los escritos de la epoca, pero como nos dice el curso de Biblia de catholic.net:
Por eso, al leer estos textos, es imprescindible distinguir entre la verdad revelada por Dios, que mantiene su valor y actualidad permanentes, y su expresión literaria concreta, que refleja el fondo cultural común a todos los pueblos del Antiguo Oriente.
Sobre el Personaje Enoc tenemos:
«El autor sagrado alude a la desaparición misteriosa del justo Enoc, como lo dirá más tarde del profeta Elías. En realidad no sabemos el sentido exacto de esa desaparición, que dio origen a la creencia de que ambos habían de volver antes de la manifestación mesiánica y al fin del mundo. Pero Jesús salió al paso del caso de Elías al decir que ya había venido en la persona del Bautista, todo lo cual da a entender que no se ha de creer en la supervivencia de Elías hasta el fin de los tiempos. Tanto en el caso de Enoc como en el Elías, parece que el autor sagrado refleja una opinión popular sobre la misteriosa desaparición de un tan señalado justo y un tan excepcional profeta» (A. Colunga-M. García Cordero, Pentateuco, en Biblia comentada, 1, Madrid 1960, 121).
Del Libro de Enoc:
Es una compilación, que consta de cinco partes más la introducción y un apéndice. Era conocido por una versión completa en lengua etíope y por fragmentos de versiones griegas parciales, conservadas en citas de escritores antiguos y en algunos papiros egipcios. últimamente se han encontrado en la gruta 4 de Qumrán hasta una docena de manuscritos fragmentarios en arameo, relacionados con este libro (v. AFóCRIFOS aíat.ICOS 1, 3).
a. Contenido y fecha de composición. La Introducción (cap. 1-5) se debe, sin duda, al compilador definitivo del libro, que muchos colocan a mediados del s. t a. C. y otros en el s. i d. C. La primera parte (cap. 6-36), que trata de la caída de los ángeles y de la asunción de H., debió ser compuesta en tiempo de Antíoco Epifanes (175164 a. C.). El libro de las parábolas (cap. 37-71) es la parte más hermosa e importante, por la semblanza que hace del Mesías, en la que algunos descubren interpolaciones cristianas. Parece referirse a la persecución de Antíoco Epifanes, pudiendo colocarse su composición entre la muerte de este perseguidor (164 a. C.) y la toma de Jerusalén por Pompeyo (64 a. C.). El Libro astronómico (cap. 72-82), escrito hacia la segunda mitad del s. ii a.C., ofrece el interés de ser de algún modo un precursor literario de los viajes espaciales para descubrir los secretos del universo. En El libro de los sueños (cap. 83-90) H. anuncia a su hijo Matusalén el castigo del diluvio, y cuenta después la historia del mundo desde la caída de los ángeles hasta el juicio final, representando simbólicamente a los hombres en figura de animales. Se compuso probablemente antes de la muerte de Judas Macabeo (161 a. C.), si como parece lo más verosímil es este héroe el que se presenta bajo el símbolo de «un gran cuerno», nacido a una de las ovejas perseguidas, que representan a los israelitas fieles. Otros refieren el símbolo del «cuerno» a Juan Hircano (135-104 a. C.) antes de su ruptura con los fariseos. El Libro de la exhortación y de la maldición (cap. 91-105) es la parte más antigua (el Apocalipsis de las 10 Semanas: cap. 93; 91,12-17); sería anterior al alzamiento de los Macabeos (167 a. C.), y el resto, con sus palabras de consuelo y aliento para los justos y anuncio de desgracia para los pecadores en la perspectiva del juicio, pertenecería al tiempo de la persecución de Antíoco Epifanes, según unos, o a los reinados de Juan Hircano (135-04 a. C.) o Alejandro Janneo (104-78 a. C.) o aun de Herodes (37-4 a. C.), como quieren otros, que identifican a los «justos» perseguidos con los fariseos, y a los «pecadores» con los saduceos. El Apéndice contiene un extracto del Libro de Noé con las maravillas obradas en el nacimiento de este patriarca (cap. 106-107) y una última exhortación (cap. 108), y sería anterior al a. 161 a. C., descontando las interpolaciones cristianas.
b. Texto. «El texto base arameo de las partes primera y cuarta, además del de los cap. 106 ss., existía globalmente en una composición aparte atestiguada por cinco manuscritos de la gruta 4Q; es la sección que las antiguas versiones han traducido con más fidelidad. La tercera parte, la de los cálculos astronómicos, está igualmente representada por cuatro manuscritos arameos de 4Q; su texto nos da una redención más particularizada e inteligente que la del Henoc etíope. Un manuscrito de 4Q contiene tan sólo el principio de la quinta parte, que probablemente circulaba también en edición separada, según puede deducirse de un manuscrito griego fragmentario del periodo bizantino, hallado entre los papiros Chester Beatty-Michigan y que al fin lleva el título: Carta de Henoc. No se ha encontrado ningún fragmento de la segunda parte, es decir, de las parábolas, y no parece se deba simplemente a una casualidad; pues quizá no sea arriesgado suponer que esta parte sea obra de un judío o judío-cristiano del s. i o 11 d. C., quien, para conciliar mayor aceptación a su obra, echó mano de los antiguos escritos henóquicos y compuso un Pentateuco de Enoc, inspirándose en el Pentateuco mosaico y en el Salterio, Pentateuco davídico» (J. T. Milik, o. c. en bibl., Diez años..., 43).
c. Importancia. En su conjunto el libro de H. viene a representar un puente ideológico entre el judaísmo y el cristianismo (cfr. G. Beer, o. c. en bibl.). Enlaza también la humanidad antediluviana con la de los últimos tiempos, pudiendo considerarse el destino de H. como el destinotipo a través del cual se deja adivinar el que Dios reserva a los justos en general y especialmente a los justos de los «últimos tiempos».
J. PRADO GONZÁLEZ. Gran Enciclopedia Rialp, 1991
El uso de este Libro en la Carta de San Judas:
El que un autor sagrado se sirva de la literatura judía o pagana no es contrario, de ningún modo, a la inspiración bíblica. Judas, como todo escritor, era tributario del tiempo y del ambiente en que vivía. Sería muy difícil que al escribir no dejase traslucir — mediante verdaderas citas o vagas reminiscencias — su conocimiento de la literatura judía. Judas no intenta hablarnos de la autoridad de los apócrifos, sino que quiere simplemente poner de relieve la culpabilidad de los herejes y la severidad del castigo que les espera.
La expresión que emplea la epístola: "De ellos también profetizo (έπροφήτευσεν) Henoc”, no significa que considere a Henoc como profeta.
El verbo profetizar, lo mismo que el título de profeta, puede también entenderse en sentido amplio. San Pablo también da el título de profeta a un autor pagano: "Bien dijo de ellos su propio profeta: Los cretenses, siempre embusteros, bestias malas y glotones." Se trata de Epiménides (hacia 600 a. C.), al cual nadie jamás ha considerado como profeta, en sentido propio.
De la Biblia comentada