Saludos en Cristo cosmicom:
cosmicom escribió:Cuando Adán y Eva pecaron, perdieron la dignidad que les era inerente, Dios les prohibió la entrada en el paraíso colocando al serafín con la espada llameante, y conocieron la muerte, pues "polvo eres y en polvo te convertirás".
Hay que puntualizar que el paraíso al que se prohibió el acceso entonces NO ERA el Paraíso Eterno, que es el Cielo donde los justos gozarán por siempre de la Presencia de Dios y la Unión con Él; sino era el paraíso terrenal en el que Dios colocó originalmente al hombre.
El Cielo de todas maneras quedaba cerrado por la incapacidad intrínseca de la naturaleza humana herida por el pecado para merecerlo, siendo por ello imposible a cualquier persona entrar al Cielo por sus propios medios, de modo que tan solo los méritos de la Redención de Cristo hicieron posible a los hombres encontrar la justicia necesaria para poder entrar en el Paraíso Eterno.
En cuanto a lo que sigue:
Los que murieron desde entonces bajaron al "infierno" (no exaxtamente me refiero al infierno de los condenados); de hecho, reza el Credo que Cristo "descendió a los infiernos", y según san Pablo, referenciando el salmo "subió con los despojos, subió llevando hombres"; Cristo hizo dos cosas cuando descendió a los infiernos; en primer lugar lo dicho, salvar a los que estaban en el seno de Abrahám (los que habían creído en su venida, y que esperaban la gracia santificante), y encadenó a Satanás en lo más profundo del infierno, ya que, según el evangelio de Juan "el acusador será echado fuera", y según el apocalipsis, Satanás sería encadenado en el infierno por un tiempo antes del fin del mundo.
Hay que puntualizar también que no todos los que murieron antes de Cristo tenían acceso al Seno de Abraham, sino tan solo aquellos que habían vivido vidas tan justas como su situación lo permitía, acogiendose explícita o implícitamente a la promesa del Redentor hecha por Dios a Adán.
Por demás, eso de que Jesús encadenó a Satanás en lo más profundo del infierno no es del todo correcto. Veamos lo que nos enseña el Catecismo Romano para tener el asunto un poco más claro:
«Descendió a los infiernos»
En esta primera parte del artículo se nos propone creer dos cosas:
• que enz muriendo Cristo, su alma descendió a los infiernos y permaneció allí todo el tiempo que su cuerpo estuvo en el sepulcro;
• que en ese mismo tiempo la persona de Cristo estuvo a la vez en los infiernos (por la unión de su alma y su divinidad) y en el sepulcro (por la unión de su cuerpo y su divinidad).
[2] 1º Por «infiernos» entendemos, no el sepulcro, sino aquellas moradas ocultas en donde están detenidas las almas que no han conseguido la felicidad celestial. En este sentido la han usado muchas veces las sagradas Escrituras.
[3] Sin embargo, estas moradas no son todas de la misma clase; sino que hay tres de ellas:
• el infierno de los condenados (Lc. 16 22.), o gehena (Mt. 5 22.), o abismo (Apoc. 9 11.), que es aquella cárcel horrible donde son atormentadas las almas de los que murieron en pecado mortal, juntamente con los espíritus infernales;
• el purgatorio, donde se purifican por tiempo limitado las almas de los justos todavía manchadas antes de entrar en el cielo;
• el seno de Abraham, donde residían, sin sentir dolor alguno y sostenidas por la esperanza de la redención, las almas de los santos antes de la venida de nuestro Señor.
[4] A este último lugar descendió Cristo realmente, esto es, su alma (Sal. 15 10.) y su divinidad, y no sólo su poder y virtud.
[5] 2º Este descenso a los Infiernos no disminuyó absolutamente nada del poder y majestad infinita de Cristo, antes al contrario, manifestó claramente que El era el Hijo de Dios, por varias razones:
• no bajó cautivo, como los demás hombres, sino libre entre los muertos, victorioso sobre el diablo, y libertador de las almas justas;
• no bajó para padecer cosa alguna, como padecían las almas allí encerradas (al menos la privación de la visión de Dios), sino para liberar las almas santas y justas, y comunicarles el fruto de su pasión.
[6] 3º Por lo tanto, dos son las causas por las que Jesucristo bajó a los infiernos:
• para liberar las almas de los santos Padres y demás almas piadosas que allí estaban esperando la Redención, y comunicarles la visión beatífica; pues la Pasión fue causa de la salvación no sólo de los justos que existieron después de la venida de Cristo, sino también de los que le habían precedido desde Adán; y, por consiguiente, antes de que el Señor muriese y resucitase, para nadie estuvieron abiertas las puertas del cielo, sino que las almas de los justos, cuando éstos morían, eran llevadas al seno de Abraham;
• para manifestar también allí su poder y majestad, como lo había manifestado en el cielo y en la tierra, a fin de que a su nombre se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los infiernos (Fil. 2 10.).
Como vemos, el primer punto está claro y es lo que hemos venido discutiendo; pero respecto al segundo no es propiamente que Jesús haya encadenado a Satanás, de hecho, tan no está propiamente encadenado, que cotidianamente ejerce su diabólica acción entre nosotros. No, una cosa es que Jesús haya mainfestado su Victoria y su Poder en todos lados, de modo que, como dice el Catecismo Romano haciéndose eco de la Escritura, que a su Nombre se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los infiernos; y otra cosa es que el diablo hubiese sido encadenado, lo que de suyo significaría que ya no podría ejercer ninguna nefasta acción en este mundo.
De cualquier manera, la imagen del texto del Apocalipsis no señala tampoco que sea Cristo quien encadene a Satanás durante mil años:
Luego vi que un Angel descendía del cielo, llevando en su mano la llave del Abismo y una enorme cadena.
El capturó al Dragón, la antigua Serpiente –que es el Diablo o Satanás– y lo encadenó por mil años.
Después lo arrojó al Abismo, lo cerró con llave y lo selló, para que el Dragón no pudiera seducir a los pueblos paganos hasta que se cumplieran los mil años. Transcurridos esos mil años, será soltado por un breve tiempo.
Apocalipsis 20, 1-3
Como vemos, es un Ángel que desciende del Cielo y NO Jesús en persona quien encadena al Dragón. De hecho, no parecería propio de la Victoria Absoluta de Cristo el tan solo detenerle por mil años, sino que, en cuanto sean aplicadas sobre Satanás todas las implicaciones de la Victoria de Cristo, su sometimiento será total, por lo que no terminará tampoco jamás. Esto lo describe también el Apocalipsis:
El Diablo, que los había seducido, será arrojado al estanque de azufre ardiente donde están también la Bestia y el falso profeta. Allí serán torturados día y noche por los siglos de los siglos.
Apocalipsis 20, 10
Como podemos ver, pues, Cristo SI manifiesta su Victoria y su Poder al descender a los infiernos, pero NO encadena al Dragón; sino esto último es una figura de algo que sucederá en tiempos Apocalípticos (hacia el final de la historia) y que no será realizado por Jesús mismo, sino por un ángel, como preámbulo a una aparente victoria del mal que será seguida por su derrota absoluta.
Que Dios te bendiga.