por ClauCervantes » Dom Feb 20, 2011 8:38 pm
Considero que al crear el Señor a la raza humana, varón y mujer, su plan para nosotros era como Él mismo: perfecto. Lamentablemente al sucumbir a la tentación tuvo que enviarnos, en muchas ocasiones, oportunidades para sanar nuestra naturaleza, para que al remediar la pena que soportábamos, fueramos capaces de realizar el plan que tenía para nosotros. Cuando nuestro Señor vino, nos marcó nuevamente la pauta a seguir y dió un papel muy importante al Matrimonio.
Al instituirlo como Sacramento, otorga a los esposos un rango de ministros, pues son los encargados de pedir y administrar el Amor que Dios provee a cada una de las pequeñas y vitales células de la humanidad: la familia.
Es en cada familia donde se forman los seres humanos que habitamos este mundo, y de ella recibimos las bases para nuestro comportamiento en nuestro paso por la vida. Ahí adquirimos nuestros valores: caridad, fraternidad, empatía, generosidad, etc. o como lamentablemente sucede, al tener a dichos ministros de la familia, separados, divorciados o peor aún alejados de Dios, los integrantes de esta familia sólo reciben y dan frutos amargos: violencia, desamor, indiferencia, egoísmo, todo lo contrario al Plan de Dios.
Aún los matrimonios que no tenemos hijos, como es mi caso, debemos procurar como pequeña célula, nutrir con el Amor Divino a otras "células" que se encuentran a nuestro alrededor, (padres, hermanos, sobrinos, vecinos, amigos, compañeros de trabajo) para contribuir con nuestro grano de arena a la construcción del Reino de Dios.
De ahí que el papel de los conyúges como Ministros del Amor Divino es realmente trascendental.
Que Dios les bendiga, Claudia.